Una breve narración de la esclavitud en Colombia

Alrededor de la exposición A bordo de un navío esclavista, La Marie-Séraphique

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Colecciones del Museo de Historia de Nantes – Castillo de los duques de Bretaña. © Derechos Reservados

Cartagena, puerto de trata de africanos cautivos y esclavizados

 

En este mapa se observa claramente el puerto de Cartagena. Fundada en 1533, Cartagena de Indias se convierte en el siglo XVI en un importante puerto del imperio colonial español. Principal puerto esclavista del Caribe hasta 1615, junto con Veracruz, la ciudad crece considerablemente debido al comercio de personas esclavizadas y de oro. Los historiadores estiman que 196.000 cautivos originarios de África Occidental, principalmente de la costa de Angola, fueron desembarcados en el puerto cartagenero entre 1500 y 1641. Durante este periodo, en comparación con los otros puertos esclavistas de las colonias del mar Caribe, Cartagena tuvo el papel económico más importante al comienzo de la trata y la esclavitud en América del Sur.

Cartagena deja de ser desde inicios del siglo XVII un punto de llegada principal para los buques esclavistas españoles y luego portugueses que hacen el viaje en línea recta de un lado al otro del Atlántico. A partir de 1650 es sustituida por otros puertos más rápidamente accesibles desde las costas africanas gracias a las corrientes del Atlántico Sur, como los de Recife, Salvador de Bahía y Rio de Janeiro.

 

El oro en la Nueva Granada y la gobernación de Popayán

 

Durante la época colonial, la explotación del oro es la actividad económica primordial en la Nueva Granada y la gobernación de Popayán. El oro americano atiende la demanda de metales preciosos convertibles en moneda por parte de las potencias europeas con una economía en expansión. Ofrece una alta rentabilidad debido a su alto valor por unidad de peso y volumen, que justifica el largo y costoso transporte por el océano, y por la relativa abundancia de este metal en estos territorios, que permite una explotación a bajo costo, mediante el uso de la población indígena sometida al régimen de la encomienda y la mita. Desde finales del siglo XVI hasta la abolición de la esclavitud a mediados del XIX, el duro trabajo minero pasa a ser realizado por africanos esclavizados.

 

¿Por qué introducir esclavizados a las colonias españolas?

 

La introducción masiva de africanos esclavizados a las colonias españolas es originada en primer lugar por la rápida disminución demográfica de la población indígena a finales del siglo XVI, a causa de las guerras de conquista, las epidemias, el trabajo forzado y la desarticulación de su organización social, económica, política y religiosa bajo el régimen colonial. La Corona española expide entonces leyes que buscan proteger a los indígenas de la esclavización —Cédula Real del 2 de agosto de 1530. En la Nueva Granada y la gobernación de Popayán, al intensificarse la explotación minera y expandirse la frontera agrícola y ganadera para abastecer de alimentos a los distritos mineros, se incrementa la demanda de mano de obra esclava africana durante los siglos XVII y XVIII. El duro e intenso trabajo en las minas y los malos tratos hacen que la población esclavizada debe ser renovada permanentemente con nuevos cautivos traídos del África.

 

La legislación española sobre los esclavizados

 

 

Las clases altas poseían esclavos y era señal de riqueza

 

La corona española expide muy pronto leyes para reglamentar lo relativo a los africanos traídos a las colonias como cautivos y sus descendientes. Estas normas establecen, entre otras, su estatus en la sociedad, el trato, los costos, las ocupaciones permitidas y las prohibiciones. En 1574 se les prohíbe tener hierros para marcar ganado, lanzas y caballos. Un poco más tarde, se les impide reunirse, asistir en grupo a bodas, bautismos y velorios, el baile público y el juego, y usar ciertas prendas, como joyas de oro, plata y perlas, vestidos de Castilla y mantos de seda. Los religiosos no deberían consentirlos. Para desestimular la huida y el cimarronaje, causantes de la pérdida de la inversión económica en el esclavizado y que ponían en riesgo la vida y los bienes de los españoles, se establece una escala de castigos, desde los azotes a la pena de muerte. En 1789 Carlos IV promulga una real cédula inspirada en el Código Negro francés, y para garantizar su cumplimiento establece que un inspector visite tres veces al año las haciendas y que los religiosos que van a enseñar la doctrina puedan remitir las denuncias que reciban. Documentos coloniales demuestran, sin embargo, que no siempre se acatan estas normas.

 

Los asientos de negros

 

Durante la época colonial, España otorga diversos asientos de la trata esclavista —contratos de monopolio— a particulares y a otras potencias europeas que poseen factorías en las costas africanas y cuentan con grandes compañías especializadas en el comercio de personas, como las de Cacheu, de Portugal, Guinea, de Francia, y Mar del Sur, de Inglaterra. El otorgamiento de estos monopolios estuvo influenciado por las guerras, conflictos y alianzas del momento entre España y esas potencias. De 1580 a 1640, mientras España y Portugal se encuentran unidas bajo una misma corona, la trata es del dominio de los portugueses, al igual que a finales del siglo XVII. Los holandeses tienen el control durante buena parte de la segunda mitad del XVII, los franceses en las primeras décadas del XVIII e Inglaterra en el resto de este mismo siglo. Este comercio, que con frecuencia encubre el contrabando de mercancías, contribuyó al enriquecimiento, poderío y rivalidad entre las potencias mercantilistas.

 

Procedencia de los esclavizados

 

 

Las rutas del comercio de seres humanos

 

Los esclavizados que ingresan a la Nueva Granada y la gobernación de Popayán por el puerto de Cartagena provienen de una gran diversidad de pueblos de diferentes regiones de África. A lo largo de la época colonial, las potencias europeas detentoras de los asientos traen cautivos de las comarcas en donde tienen sus factorías. A través del intenso contrabando llegan también esclavizados de diversos orígenes. A finales del siglo XVI y comienzos del XVII predominan los yolofos, mandingas, fulupos y berbesíes del África Occidental; en la primera mitad del XVII, los pueblos bantúes de la cuenca del Congo en África Central, y desde mediados del XVII y en el XVIII, gente ewé, akán, popo e ibo de la costa del África Centro-Occidental.

 

“Bienes costosos”: los esclavizados

 

En la Nueva Granada, los cautivos africanos son vendidos en el puerto de Cartagena a las élites de la región y a personas dedicadas a actividades soportadas en la fuerza de trabajo esclava, procedentes de esta y otras regiones. Entre ellos se destacan los comerciantes involucrados en la trata, que adquieren lotes de hasta 100 “piezas” —una “pieza” completa equivalía a un esclavizado de “primera calidad” con ciertas características o varios considerados de menor valor— con el fin de revenderlos en las regiones del interior o en los mercados de las otras colonias españolas. Las reventas se hacen a precios muy altos, lo que convierte a los esclavizados en un bien costoso para sus compradores y deja enormes ganancias a los intermediarios.

 

Con sus saberes como equipaje

 

 

Los esclavizados trajeron sus saberes

 

Los pueblos africanos poseen complejos saberes y destrezas que los cautivos deportados a las colonias traen consigo y son aprovechados por los amos, así como para su propio beneficio en los palenques y los reales de minas. Traen así conocimientos sobre la agricultura de cereales como el millo y el arroz, de tubérculos como el ñame, y de algodón, caña de azúcar y plátano. También saben de ganadería de bovinos, de apicultura y de la cría de cerdos y aves de corral, de pesca y recolección de moluscos. Saben forjar el hierro y dominan la joyería en oro y en cobre. Estas experticias y numerosos elementos culturales —música, danza y rituales, entre otros— se entremezclan en las colonias con los de indígenas y europeos.

 

El aporte de los esclavizados a la economía y la vida colonial

 

 

La Martiniquesa

 

En el territorio de la actual Colombia, los africanos esclavizados son destinados ante todo a la extracción del oro, inicialmente en los recién descubiertos yacimientos de San Jerónimo, Cáceres y Zaragoza, en Antioquia, y a partir de finales del siglo XVII hasta 1800 en las minas del Chocó y otras del Pacífico, así como en nuevas zonas del distrito antioqueño. Otro buen número de africanos y sus descendientes son empleados en el trabajo de las haciendas agrícolas —de caña de azúcar, cacao, tabaco y añil, entre otros— y ganaderas, al igual que en trapiches, cuya producción sirve para abastecer el consumo regional. Oficios como la carpintería, la herrería, la sastrería, la zapatería, la orfebrería y la albañilería son desempeñados con frecuencia por población esclava, a veces con conocimientos traídos desde su lugar de origen. Algunas mujeres ejercen la partería y la curandería con plantas, junto a actividades que son tildadas de brujería.

También se los emplea en la pesca de perlas y como bogas y cargueros. Las élites urbanas compran esclavizados para las diferentes labores domésticas y los alquilan para construir obras públicas o desempeñar algún oficio. Poseer esclavizados es una inversión rentable y de lujo, con la que se adquiere prestigio. La economía y la vida en general en la Nueva Granada y la gobernación de Popayán durante la Colonia son posibles gracias al trabajo y los saberes de la población esclavizada.

 

¡Resistencia!

 

Desde muy temprano en la Nueva Granada y la provincia de Popayán, la explotación y los malos tratos, entre otros, llevan a los esclavizados a emprender acciones de resistencia, como las rebeliones y la fuga. Santa Marta, por ejemplo, es incendiada por africanos fugitivos en 1530, a los pocos años de fundada. Los cimarrones, o escapados, emprenden la fuga hacia lugares apartados y de difícil acceso para asentarse y organizarse con plena autonomía y libertad.

En casi todas las regiones esclavistas los cimarrones crean palenques, asentamientos rodeados de empalizadas que recuerdan las fortificaciones de los reinos africanos, en donde inventan formas de cultura y organización social, económica y política propias. En la gobernación de Cartagena en el siglo XVII, se constituyen en un grave problema, pues además de incitar la huida de otros esclavizados, los palenqueros asolan las villas y ciudades, destruyen las haciendas y obstaculizan el transporte terrestre y fluvial. En las zonas mineras, extraen oro, que intercambian por armas para atacar las poblaciones españolas y defenderse de las autoridades coloniales que arremeten para someterlos. El palenque de Castillo, al occidente del valle del Patía, es uno de los más temidos en la gobernación de Popayán. En ocasiones, ante los graves daños que causan, el alto costo de la guerra y la imposibilidad de someterlos, los españoles deciden establecer la paz con ellos.

Otras formas de resistencia se dan en la vida cotidiana, como la destrucción de herramientas y la disminución del ritmo de trabajo. Así mismo, con la recreación clandestina de prácticas africanas de música, danza, comida, peinados y medicina, entre otros, y con la generación de sincretismos religiosos.

 

Los avatares de la libertad

 

 

Formas de fuerza para reducir o castigar a los esclavizados

 

En la Colonia, los esclavizados pueden conseguir su libertad por dos vías legales: la manumisión voluntaria y gratuita concedida por el amo —que es bastante excepcional— y la compra de su propia libertad, con el consentimiento del amo —que no siempre la daba—. El trabajo en jornadas extras en la minería, en el campo o en otras labores, les permite ahorrar pequeños excedentes que destinan para su liberación o la de algún familiar; otros se endeudan. La huida es una vía de hecho para obtenerla.

El camino hacia la abolición es largo y con retrocesos. A principios del siglo XIX, España, asediada por la amenaza de independencia de las colonias americanas y ante el temor de una revolución como la haitiana, se plantea otorgar la libertad a los esclavizados. Pero los amos no están dispuestos a renunciar a un bien costoso sin una indemnización, y exponen los peligros de la manumisión para la economía imperial. El mismo temor a un levantamiento y una toma del poder por los afrodescendientes ronda a los criollos revolucionarios, por lo que Bolívar ofrece concederles la libertad a los que se unan a la campaña independentista.

La crisis del sistema esclavista con el desarrollo del trabajo por jornales, las mezclas interraciales, el alto precio de los esclavizados y el cimarronaje, entre otros, conducen a los gobiernos criollos a decretar diversas leyes: en 1821 se declara la libertad de vientres y en 1823 y 1825 se prohíbe el comercio de personas traídas de África. Ambas medidas tuvieron opositores y no contaron con garantías para su cumplimiento, por lo que la práctica esclavista continuó existiendo. En 1851 se declara finalmente la abolición de la esclavitud, inmediata y sin condiciones.

Créditos:

 

Guion línea colombiana: María Alicia Uribe Villegas, Lina María Campos Quintero y Eduardo Londoño Laverde – Museo del Oro del Banco de la República.

Agradecimientos: María Cristina Navarrete.

Los primeros párrafos, sobre Cartagena, son de Bertrand Guillet y Krystel Gualdé – Museo de Historia de Nantes-Castillo de los duques de Bretaña.

 

Fuente:

https://www.banrepcultural.org/exposiciones/temporales-museo-del-oro/la-marie-seraphique

De interés, el siguiente video:

 

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