Dostoievski: Aura e Infortunio
Es fácil encontrar en sus contenidos la desesperanza y la angustia existencial
Por:
Graciela Sánchez Narváez

“A veces había instantes de una felicidad insoportable,
Aniquiladora, cuando la fuerza vital
crece convulsivamente en toda la naturaleza del hombre,
cuando un instante auténticamente luminoso
resuena triunfal y alegre,
alumbrando el pasado y revelando
como en un sueño despierto
el desconocido porvenir”
Dostoievski
Quien se acerca a la obra de Dostoievski debe estar listo a desentrañar, en cada hecho, los profundos rasgos psicológicos y las características existenciales, que son la verdadera esencia de su narrativa.

Cuando aún con miedo a contagiarnos por el virus de Covid 19, que nos ataca sin clemencia, nos reunimos en el núcleo familiar, cansados de trabajar en red y de asumir responsabilidades, que van desde las reuniones que nos relacionan a distancia con los compañeros de trabajo o sencillamente con nuestros amigos y familiares, nada mejor para distraernos que ver una buena película y mucho mejor, si ella está basada en el libro de un autor destacado, como Dostoievski, cuyas obras, en su mayoría, se han convertido en cine de excelente calidad.
Considero que, tanto para los lectores que ya abordaron sus obras como para quienes no han tenido la oportunidad de leerlo todavía, se hace necesario conocer sobre su vida y sobre todo sobre su personalidad, pues es importante tener claro su recuerdo, ya que, en mi criterio, todas sus obras son el reflejo de su vida, atravesada por el infortunio de padecer la enfermedad de la epilepsia. Si quisiéramos definir a Dostoievski con pocas palabras, diríamos que su vida transcurrió entre ambivalencias y contradicciones, tantas, que terminaron agitando su alma, hasta plasmarla en todas sus obras, pues en sus textos y discursos se encuentran retratados la angustia, el dolor y la tragedia de padecer este grave problema de salud.
Es fácil encontrar en sus contenidos la desesperanza y la angustia existencial, que se proyectan luego sabiamente en experiencias que todos los seres humanos vivimos ante un universo hostil y lleno de incertidumbres. Paralelamente, es bueno aclarar que su obra rebasa los límites de su origen ruso para ubicarse de manera universal en la esencia misma de la humanidad. Es por esta razón, que no hay nada más salido de la realidad que los juicios de los críticos de su obra que, a lo largo de la historia, lo han catalogado como el pintor del compendio de tristezas extremas, cuando lo que realmente logró fue convertirse en un profeta de la existencia, en un buceador que buscó desentrañar todos los vacíos y retratar todos sus desvelos y fracasos del alma humana, pero también las leves alegrías, como asomo de una “felicidad insoportable”, como dice en el epígrafe que encabeza este artículo.
Debido a la complejidad y riqueza de sus obras, es difícil analizar y detallar su contenido; lo absurdo, la angustia, el dolor y la miseria son protagonistas de múltiples episodios dramáticos, en los que las pasiones y confrontaciones desembocan en misteriosas muertes y asesinatos, con un entramado policíaco que mantiene al lector en suspenso. Quien se acerca a la obra de Dostoievski debe estar listo a desentrañar, en cada hecho, los profundos rasgos psicológicos y las características existenciales, que son la verdadera esencia de su narrativa.
Evidentemente existe una relación entre la vida de este autor y su obra. Nace en Moscú en un hospital pobre, donde su padre ejercía como cirujano, en el año de 1821, y muere en 1881. Fue corta relativamente su vida. Debido a la epilepsia que padeció, con mayor gravedad en plena producción literaria, lo acompañó una neurosis que se manifestó en trastornos de carácter fisiológico y funcional. La historia cuenta que esta patología inició a los veintidós años. Se sabe también que a sus compañeros de academia les contaba que temía que lo asaltara un ataque en medio de sus eminentes intervenciones o sencillamente en la calle, cuando caminaba, pues el nivel de su enfermedad correspondía al “Gran Mal”, que era como se conocía a la manifestación más grave de esta patología.
Sin embargo, supo inteligentemente incorporar su infortunio en sus obras, acomodándose difícilmente a la depresión y a los eventos de angustia que sobrevenían los tres días siguientes a las crisis, pero a los que seguían otros completamente placenteros, como los estados de ensoñación o “auras intelectuales” que él aprovechaba para producir sus textos.
Dostoievski fue muy vigilado por las autoridades. Su comportamiento social no correspondía con las convenciones de su tiempo. En 1849, fue arrestado junto con otros socialistas e intelectuales integrantes de un grupo llamado “Círculo Petrachevski”, nombre que correspondía al integrante que lo convocó. Fue acusado de ofensa criminal y distribución de panfletos informativos en contra del gobierno, por lo cual fue condenado a muerte; sin embargo, le condonaron esta pena por cuatro años de trabajos forzados en Siberia y luego por el exilio. Su precario estado de salud le dio la libertad. Después de su paso por Siberia no quedaba nada de la ideología orientada al humanitarismo y el agnosticismo que profesaba cuando creía, un poco ingenuamente, que la humanidad podía ser salvada con un poco de amor y comprensión.
Para abordar el campo literario de la enorme obra de Dostoievski y para evidenciar la continuidad con la que escribió, menciono a continuación los años en que se publicaron sus obras.
Sus obras más populares fueron: “Recuerdos de la casa de los muertos” (1861), “Crimen y Castigo” (1866), “El jugador” (1867), “El Idiota” (1868), “El eterno marido” (1869-1870), “Los endemoniados” (1872), “El adolescente” (1875), “Los Hermanos Karamasov” (1878-1880). En todas sus novelas aparecen personajes que retratan padecimientos como los que él sufrió: Murin y Ordínov en “La patrona” (1847); Nelly, en “Humillados y Ofendidos”; Mishkin, en “El Idiota”; Kirillov, en “Los Demonios”; Smerdiákov, en “Los Hermanos Karamasov”. Cada uno de ellos carga el infortunio de sufrir su enfermedad. El autor encuentra en ellos la posibilidad de decir lo que siente y vive con este mal irreversible.
Se trata entonces de un ambicioso proyecto escrito sin interrupción. Comprende un abanico de opiniones escritas en las que ofrece excusas a sus lectores por haber trascendido la mera descripción de los ataques y hablar de lo que es “el aura estática”, que precedía a las convulsiones y que probablemente constituye el hilo conductor de toda su obra literaria.
Tras su estancia en presidio, atraviesa una doble crisis, cuyos componentes son de carácter psíquico, pues esta circunstancia le ha dejado marcas terribles en su personalidad. Se ha convertido en un escéptico y en un desesperado lector de la obra y la filosofía de Nietzsche. Directamente, o a través de la interpuesta personalidad de sus héroes, se entrega al desorden en todos los sentidos y durante este período se incuba en él lo que han llamado algunos críticos un “sadomasoquismo cínico”. Su existencia se encuentra atravesada entre un drama burgués y otro drama metafísico, casi místico, cuyo punto culminante es “Crimen y Castigo”, novela en la que los protagonistas son el “bien y el mal” encarnados en héroes concretos que viven peripecias casi policíacas.

A partir de esta novela, Dostoievski emprende un ascenso hacia la luz. Por etapas se convierte en un profeta y recupera poco a poco el optimismo de la juventud. Aparece entonces en sus obras una ideología basada en la fraternidad cósmica. Al mismo tiempo, se asoma cada vez más a la naturaleza del alma humana y aborda todos sus dominios. Es uno de los primeros en hacerlo, en la historia de la literatura narrativa. Habla también del inconsciente y de los sueños. La culminación de esta prolongada búsqueda es simbólicamente el Discurso que, a pocos meses antes de su muerte, pronunció en la inauguración del monumento de Pushkin en Moscú. Murió como un cristiano ortodoxo, lo que ha hecho que los conservadores lo tengan como uno de los suyos.
El arte de Dostoievski es inmenso y muy complejo, al principio fue seguidor de Gogol y Balzac, desembocando después en un arte original hecho de análisis sutiles sobre el sentido de lo absurdo; pero en todas sus novelas describe el sufrimiento y la desesperación del hombre, implicado en el universo alienante.
Muchas de las obras de Dostoievski han sido adaptadas y llevadas al cine. Algunos de los filmes más destacados son: Crimen y Castigo (1935), bajo la dirección de Josef Von Sternberg, con otra versión de 1958 de Gregory Lampin; Los Hermanos Karamasov (1958), dirigida por Richard Broks; Los jugadores (2007), de Sebastián Bienek; Noches Blancas (1957), de Luchino Visconti; Cuatro Noches de un Soñador (1971), dirigida por Robert Bresson; El Marido Perfecto (1992), dirigida por Beda do Campo Feijoo, basada en la obra El eterno marido; El Idiota, (1951), de Akira Kurosawa que tiene otra versión en 1999, bajo la dirección de Sasa Gedeon. En realidad, hay muchas más películas basadas en obras de Dostoievski, que tienen el mismo título de sus novelas o nombres adaptados a la visión de los productores.

Amigos lectores, pongo a su consideración esas películas y sus correspondientes obras literarias y dejo el camino abierto para su crítica, que es la razón de estos textos.
