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PETRO, PRIMER PRESIDENTE EXTERNADISTA

GEOMETRÍAS

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Por:

Jorge Luis Piedrahita Pazmiño

 

Jorge Luis Piedrahita Pazmiño

 

Como nunca, hoy se hace imperativo evocar los blasones de nuestra Alma Máter para entender el diámetro de su significación en el mundo académico y político. Mucho ha intrigado la alegoría que exorna nuestra heráldica. Se suele invocar el pasaje bíblico de Job: “Pusieron la noche por día y la luz se acorta delante de las tinieblas”. Desde el medioevo, la desosegada y nerviosa ciudad de Ginebra lo incorporó a su escudo: “Después de las tinieblas vendrá la luz”. Y desde hace 136 años lo empotró el Externado de Colombia.

Su predicamento compele a una conducta más optimista y nos apremia a corear con Hesíodo: “escucha la justicia y olvida la violencia, ésta es la ley que el Cronida ha prescrito para los hombres: que los peces, las fieras, las aves de rapiña se devoren entre sí, puesto que entre ellos no existe la justicia; pero que ésta viva entre los hombres, porque es para ellos el mejor de los dones que han recibido de Zeus”.

 

 

Resistir, porfiar, no ceder, seguir creyendo en los méritos del ser humano, en la posibilidad de su educación, de su cultivo: derecho, justicia, amar a la heterogeneidad y buscarla, igual que la solución pacífica de los conflictos, eso nos predicó nuestro ayo mayor Fernando Hinestrosa. Posiblemente el mal con el que estamos obligados a luchar se encuentra en nosotros mismos, sin que sepamos a la postre quién vencerá. Mientras, por primado de conciencia, seguiremos luchando. Buscando esa luz en medio de las tinieblas. El heroísmo como virtud cotidiana: vivir con dignidad y, llegado el momento, saber también morir por ella.

 

Ricardo Hinestrosa, Rector del Externado en una época histórica

 

Ese duende aparece reflejado en la simbología y la heráldica del Externado: los ramos de laurel y de olivo, la victoria y la paz, el esfuerzo y la tolerancia; el sol que ilumina el entendimiento y no deja a nadie ocultarse a las sombras: lux non occidat, cabría anotar en brocardo latino. La espada al servicio de la ley, de la normativa soberana, a la que todos estamos sometidos por igual, elaborada consensualmente, que se sujetan libre, pero irremisiblemente a sus dictados:  la isonomía y la eleuteria de la democracia helénica, retomadas amorosamente por Cervantes cuyo “Quijote”, en la edición de 1603 y “Novelas ejemplares”, en la de 1613, ambas por Juan de la Cuesta, aparecen engalanados en la portada con el pensamiento profundo y perenne de Job: Post Tenebras Spero Lucem. Los padecimientos y las humillaciones, la oscuridad no serán eternos: paciencia y perseverancia. Días mejores vendrán, más no inopinada o milagrosamente, sino como resultado del esfuerzo, de la fe, de la consagración. Modesta pero altivamente, allí se refleja el coraje, a la vez que el optimismo positivista de genio radical. Post tenebras spero lucem y lux non oxidat, como escudería que aquellos ofendidos y humillados portarían en las cucardas y en sus certificados de estudios y diplomas como identificación honrosa del laurel y el olivo. La Constitución por encima de las armas.

 

 

Y en verdad que la esperanza de luz no ha sido vana, así en varias oportunidades -porque los peligros, las asechanzas y las calamidades de la patria son recurrentes- hayamos de haber vuelto a esa ilusión íntima y firme, por convicción y no irracional, en la bondad de la especie, en el destino fértil de los colombianos, en la vocación de nuestra patria para la libertad y la democracia, en su posibilidad de organizar una vida digna, armónica y equitativa para sus nacionales.

 

Conversatorio “Colombia potencia mundial de la Vida”, en el barrio Muequetá, Chapinero, con dirigentes de la campaña PETRO Presidente. En la fotografía: Diego Bravo Borda, ex Gerente de EAAB y exdirector de la CAR; Eduardo Noguera, ex Alto comisionado de Televisión y Director Alterno de la campaña PETRO Presidente; Jorge Luis Piedrahita, ex Diputado y ex Director de Seguridad Judicial. Todos, junto con el candidato presidencial Gustavo Petro, oriundos del Externado de Colombia.

 

Y todo esto lo recordamos a propósito de un nuevo amanecer democrático que apunta para Colombia. En su aurora nuestra Casa de Estudios sufrió la persecución y la contumelia del régimen imperante. Ayer bajo la regeneración de Núñez y de Caro o bajo la avilantez de Laureano Gómez y hoy bajo el envilecimiento y fermentación del uribismo en todas sus vertientes, víctimas hemos sido de “la paz científica”, es decir, ausencia de paz, que no fuera la de la intimidación; el tráfico de voluntades, la docilidad para el despotismo y la sumisión, la expulsión del liberalismo y hoy del socialismo democrático, sometidos a la condición de extranjeros en su propia patria, parias vencidos y humillados, la prensa mercenaria o paniaguada al servicio del gobierno, la coalición oficialista cómplice usurera de los negociados, la cooptación e impunidad de todos los Barbosas, Cabellos, Vegas, Camargos y Alzafuelles que en el mundo han sido y en últimas, -antaño como hogaño- la soldadesca opinando y votando y amedrentando que todo es lo mismo. Hase de recordar que cuando el liberalismo de Bogotá en porfía heroica intentó elegir para el congreso de 1894 a don Santiago Pérez, se encontró con la tropa que lo ahuyentaba de las urnas, y los pocos electores que lograron aproximarse pudieron enterarse de que los registros ya estaban cubiertos. El benemérito expresidente fue expropiado y desterrado por el inverosímil vicepresidente Caro. Pero no sólo el antiguo rector del Externado fue expulsado y condenado a morir desterrado, sino todos los escritores críticos e independientes que nunca comulgaron con los molinos devoradores de las libertades y las prerrogativas del antiguo país radical y soberano. Pero en la primera línea de la perversidad del régimen estaba y está el crimen de la corrupción administrativa; el gobierno y el congreso de los contratistas, el favorecimiento de los cómplices y áulicos con jugosos negociados, los remates de las licitaciones, las adjudicaciones a dedo. La regeneración ayer, y hoy el uribismo, difundieron el Covid de la corrupción, la insolencia del despilfarro, el desenfado de la perversión estatal.

El Olimpo Radical genitor del Externado sentó un precedente de conducta personal, pública y política, reacia al atajo, al enjuague, a la chapuza, a la complicidad.

Luego de haber padecido la dictadura de la Regeneración, librado dos guerras suicidas y soportado 50 años el peso de la hegemonía autoritaria y confesional, en 1934 el liberalismo logró la hazaña de derrotar al verdugo de las libertades. Su vocación pluralista y democrática se había revestido de angustias por los desvalidos y de solidaridad con ellos. Pero su empeño de restaurar libertades suprimidas y modernizar a la sociedad y al Estado e introducir el concepto y la práctica del solidarismo, hubo de contenerse hasta cuando alcanzó mayoría en el Congreso, sin sospechar que la caverna surgiría de sus propias tropas. Por lo demás estos eran los vientos que corrían en todo el mundo, agitado por el romanticismo socializante, que por primera vez en la historia veía la posibilidad de alcanzar las realizaciones en el gobierno.

 

 

Frente a los ávidos de confundir comunismo con solidarismo para su condena solapada, se precisa remozar el espíritu solidarista de un tiempo pretérito, pero no abolido y recuperar los designios de un Estado Social de Derecho en procura de remover los obstáculos, primero los de orden económico, que impiden a tanto compatriota disfrutar de una vida digna porque en últimas si las revoluciones son un mal (a lo menos) purifican, (en tanto) que la tiranía es un delito que corrompe y mata.

La integración de una nueva Corte Suprema de Justicia, que a partir de 1935 actualizó los conceptos, métodos y criterios del derecho; un conjunto de leyes que atenuaron injusticias sociales y permitieron avances sociales y políticos, la que aceptó la investigación judicial de la paternidad y reconoció los hijos naturales, derechos alimentarios y sucesorales; la que redujo el término de prescripción y modificó el régimen de nulidades; la que organizó el impuesto de sucesiones; la de reforma agraria. La del derecho penal moderno y positivista.  Y la reforma constitucional, emblema y sustrato ideológico de ese impulso, a la vez que divisa normativa de la transformación nacional.

La prevalencia de la utilidad pública y el interés social sobre los derechos adquiridos, entre ellos la propiedad, susceptible de “enajenación forzosa, mediante indemnización equitativa”, que podía no ser previa, y autorizar la intervención, distribución y consumo de la riqueza o de dar protección al trabajo. El derecho privado como función social, por oposición al derecho privado absoluto.

Y como era de fatalidad, ahí mismo quedó casada la controversia frontal y dijérase mortal –como se ha visto hasta ahora mismo- entre el progresismo y la reacción. La expropiación por causa de utilidad pública, determinada por ley, y la intervención del Estado para racionalizar la economía y proteger al trabajador, confrontadas por un oscurantismo (hoy uribismo) que después de haber usufructuado el poder por generaciones, clama (ba) contra “el estatismo absorbente y opresor”.

Insoslayable fue a más de la función social de la propiedad y limitación de los derechos patrimoniales, con todas sus proyecciones sobre el agro y la intervención del Estado en la economía para racionalizarla y la tutela del trabajador, la denominada “cuestión religiosa”: libertad de conciencia, libertad de cultos, libertad de enseñanza, prescindencia de religión oficial, regulación del registro civil. Radicales a plenitud, en rotundo desafío a la regeneración que acababa de entronizar una teocracia absolutista, decidida a exterminar los hombres y la personería del progresismo.

Sacramentados en ese credo cívico, laico, ético y radical, emergieron como maestros en aquel Colegio Externado, presidenciables como Olaya Herrera, Eduardo Santos, Darío Echandía, cultivando el magisterio que regentaron en propiedad los expresidentes radicales Santiago Pérez, Floirán Largacha y Salvador Camacho Roldán.

Al cabo de los tiempos, hay memoria del tránsito por su campus de Alberto Lleras Camargo y también para elación y jactancia de nuestra generación, la pernoctancia fecunda y completa del presidente in pectore de la Colombia Humana, Gustavo Petro Urrego, a quien recordamos con su mochila cordobesa y su gesto y garbo incipiente.

También fue externadista y laureado, el ciudadano presidente venezolano Raúl Leoni

Y valga también en esta elegía de nuestra sensibilidad externadista rescatar la jurisprudencia del magistrado Sierra Porto que vetó para siempre la “presidencia eterna”. De la escuela liberal democrática, preñada de controles al poder para evitar los consabidos desafueros de las dictaduras.

Un dato

A propósito de la primera y segunda vuelta presidencial en ciernes, Fernando Hinestrosa cuenta en sus memorias que el presidente Lleras Restrepo le dijo, en medio de las tribulaciones de otra reforma de la justicia: “Usted temprano o tarde será ministro. Es mejor que sea temprano y conmigo”.

A lo que pudiéramos decir: Si Gustavo Petro, de todas maneras, va a ser elegido presidente en la primera o en la segunda vuelta; es mejor que de una, lo sea en la primera. Ahorraríamos tribulaciones y $ 600 mil millones de pesos

Otro dato

En Ipiales, también es jefe de debate de la Colombia Humana un gran ipialeño externadista, el abogado Darío Pantoja Bastidas

 

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