MAYOR ÁLVARO ALMEIDA CHAVES, PILOTO AVIADOR IPIALEÑO
El último mensaje que envió a la torre de control fue: “Estamos cayendo sobre la selva”.
Por:
J. Mauricio Chaves-Bustos

Nació el 13 de julio de 1906 en Ipiales, hijo de José Almeida y Rosario Chaves. Ingresó a la escuela militar de cadetes en febrero de 1923, graduándose de alférez en febrero de 1929, y de subteniente en diciembre de ese mismo año. Perteneció al arma de caballería, ascendido a teniente en febrero de 1933; en abril de dicho año fue destinado a participar en el curso de observación de la escuela de aviación militar en Madrid (Cundinamarca), pasando el curso de pilotaje militar en Cali, y en enero de 1935 recibió el grado de piloto aviador. En septiembre de 1936 fue ascendido a Capitán y en diciembre de 1940 a Mayor. Desempeñó varios cargos y funciones dentro de la fuerza aérea: monitor de cursos de pilotaje, Jefe de la sección de estudios en la escuela de aviación militar en Cali; subcomandante de la base aérea de Buenaventura; comandante de la base aérea de Madrid y comandante de la base aérea de Tres Esquinas. Se casó el 21 de agosto de 1935 en Medellín con Gabriela Escobar, en la Iglesia de Nuestra Señora del Sagrado Corazón.

En el curso de una práctica de combate aéreo, el avión que piloteaba chocó contra el que piloteaba el teniente Fernández, una de cuyas ruedas rompió el ala del de Almeida, perdiendo estabilidad, pero con admirable dominio realizó una maniobra que le permitió aterrizar sin contratiempos. No sin razón la prensa de la época anota lo siguiente: “Entre los expertos aeronautas y entre todos los aviadores de nuestras fuerzas militares hay la esperanza de que la admirable pericia del mayor Álvaro Almeida, uno de nuestros mejores pilotos, hay logrado vencer esta emergencia. Al efecto, .” (El Tiempo, 1941).
En el accidente aéreo de Santa Ana, 24 de julio de 1938, en el Cantón Norte de Bogotá, un avión al mando del piloto César Abadía, perdió el control y se estrelló contra la tribuna, muriendo 64 personas y resultando más de 100 heridos. Una de las doce máquinas de escuela que decolaron y regresaron a Madrid fue piloteada por el capitán Álvaro Almeida, quien era el Comandante de la Escuadrilla de Instrucción.
El 8 de febrero de 1940 se inauguró oficialmente el campo de aviación del aeropuerto San Luis de Ipiales, con presencia del ministro de guerra José Joaquín Castro Martínez, el ministro de gobierno Jorge Gatner, de algunos senadores y representantes, así como algunos pilotos, entre quienes están: los mayores Alberto García y Jesús García, los capitanes Álvaro Almeida, Luis Pinto, Bernardo Sarasti y Francisco Benavides, los tenientes Héctor Materón, Bernardo Escobedo, Félix Galvis y Ernesto Recamán, entre otros.

El 27 de agosto de 1941 el avión que pilotaba, trimotor Ford 644, cayó en la selva, destruyéndose por completo en el corregimiento de La Pradera, en la entonces intendencia del Amazonas, cuando volaba de regreso de Leticia a la base aérea de Tres Esquinas. Fallecieron 13 de los 16 pasajeros. El último mensaje que envió a la torre de control fue: “Estamos cayendo sobre la selva”.

Tenía 1.341 horas de vuelo y había realizado 3.675 vuelos en todas las máquinas que para entonces disponía la aviación militar. Era uno de los pilotos que más conocían los territorios del sur. El 3 de septiembre, en el lugar del siniestro, fueron sepultadas las víctimas del 644, entre ellos el mayor Almeida Chaves, a 25 kilómetros del río Caquetá y a 3 del Ojué, en medio de la selva impenetrable.