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AYER, VARGAS VILA CAUTIVÓ A CUBA; HOY, CUBA MANTIENE A VARGAS VILA EN CAUTIVERIO

(AL OÍDO DEL PRESIDENTE GUSTAVO PETRO

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Por:

Vicente Pèrez Silva

 

Vicente Pérez Silva

 

A fines de 1985, tuvimos la ocasión de escuchar al comandante Fidel Castro, jefe de Gobierno de Cuba, en una entrevista concedida a la periodista María Elvira Samper. En esta oportunidad, entre otros temas, nos reveló, para gran sorpresa nuestra, que las memorias y obras inéditas del controvertido libelista José María Vargas Vila, se hallaban bajo su custodia; personaje para quien tuvo voces de elogio y reconocimiento. Esta revelación, con base en la investigación adquirida con posterioridad, nos daría pie para hacer una extensa e intensa descripción. Sin embargo, en gracia de suma brevedad, nos limitamos a las siguientes referencias.

En primer lugar, recordemos que, entre los meses de mayo de 1924 y abril de 1927, Vargas Vila vivió en La Habana, en donde publicó el libro En los mares de la historia, dedicado al pueblo cubano, pronunció interesantes conferencias, concedió entrevistas y realizó diversas actividades culturales. Allí se le prodigaron muchas distinciones, honores y aplausos; y, lo que es más, allí departió y compartió la amistad de José Martí, como él, altivo, rebelde y soñador. En una palabra, cautivó al pueblo cubano.

 

José María de la Concepción Apolinar Vargas Vila Bonilla

 

Mas tarde, a raíz de su muerte, ocurrida en Barcelona, el 23 de mayo de 1933, su secretario y heredero universal, Ramón Palacio del Viso, se trasladó con su hija Georgina a Cuba, llevando, desde luego, todo el voluminoso archivo de Vargas Vila. Fallecido su padre, ella queda en manos de semejante heredad. Una persona que, según se dice, poco o nada desentrañaba de la importancia de dicho acopio documental. Así pasa el tiempo, hasta que un día, informado de este acontecer, el ciudadano cubano Raúl Salazar Pazos, un convencido y muy afecto a la vida y la obra de Vargas Vila, el día 25 de enero de 1965, previo el respectivo acuerdo y llevada a cabo la consiguiente negociación, había adquirido el referido archivo. Tamaña adquisición convertida luego en impredecibles y funestas consecuencias.

 

Foto de Vargas Vila con su secretario Ramón Palacio del Viso / Archivo Diners.

 

Arturo Bolaños Martínez, de mi hermanable amistad y aprecio, en su obra, infortunadamente inédita, Solo soy Vargas Vila, Una biografía histórica, nos ha hecho reflexionar con acierto que “su vida de ultratumba está llena de sorpresas”. Y ésta, que ahora nos ocupa, no lo es menos. Una gran sorpresa, rayana en la urdimbre de los más inauditos e increíbles episodios, cercanos a la configuración de una auténtica historia novelada.

Sin que pasaran muchos soles, la referida adquisición ya era del dominio público y, desde luego, no escapaba al conocimiento de las autoridades gubernamentales. Así, cuando menos lo pensaba, el nuevo y afortunado propietario de un tesoro intelectual, se había convertido, nada menos que en un simple y despreciable delincuente. Se le acusa de haber realizado una negociación fraudulenta y se le enrostran inculpaciones por “fraude intelectual y tenencia ilegal de documentos”. Se le practican requisas domiciliarias y según lo expresa el mismo perseguido, es sometido a torturas y encarcelamiento, en la Prisión de Combinado del Este. Todo lo anterior, sin que le faltaran atractivas ofertas de compra. Conocida y reconocida su militancia anticastrista, no era para menos que se desatara toda una serie de actitudes en su contra.

 

Retrato de Vargas Vila en La Habana

 

En este punto, es preciso recordar que, en torno al desarrollo de la referida adquisición y posteriores ocurrencias, intervienen destacadas personalidades del mundo diplomático, político e intelectual. Entre otros tantos, los embajadores de Colombia y Venezuela; el senador Jorge Valencia Jaramilo, los escritores Alejo Carpentier, Octavio Paz, Álvaro Mutis, German Arciniegas y distinguidos integrantes de la Casa de las Américas. A la cabeza de todos, la potestad de Fidel Castro y la figura preponderante de Gabriel García Márquez. Mucho que extrañar y lamentar que nuestro Premio Nobel no hubiera inclinado la balanza para que tan codiciado y manipulado archivo hubiera venido al lugar en donde debía estar.

A la postre, luego de este largo e intrincado discurrir, a cambio de salir de Cuba, de obtener su libertad y librarse de tantas adversidades conflictivas, Salazar Pazos acceda entregar al gobierno el archivo obtenido. Y así lo hace, el 16 de junio de 1984; es decir, al cabo de casi dos décadas de años, nada menos. Esta entrega la hace al Dr. Gonzalo Quevedo, director de la Fragua Martiana, en representación del gobierno.

 

Diario

 

Cumplida esta formalidad, se sabe que el archivo de marras pasó en custodia al Consejo de Estado, en donde permanece en una bóveda de seguridad, entre las sombras de la indiferencia y del olvido.

Con el fin de obtener una justiciera reparación y recuperación, y convencidos de que el heredero indiscutible es el pueblo colombiano, esperamos que a él debe volver, sin demora interminable. Con esta ansiedad, aquí concluye esta reminiscencia, y paso a la gestión personal que ahora sometemos a la decisión de nuestro presidente de la Republica.

Amigo de una distinguida intelectual y miembro de la Academia de la Lengua de Panamá, en una afortunada entrevista, en diciembre del año pasado, la puse al tanto de la existencia del archivo y la obra póstuma de José María Vargas Vila en La Habana; y habiéndole participado de mi viaje a esta ciudad, dispuesto para la última semana de enero de este año, me expresó que su esposo, por esos días en Panamá, era de nacionalidad cubana, y por añadidura, había desempeñado la rectoría de la Universidad de La Habana. De manera gentil y espontánea, ella convino que lo conociera personalmente, para que le contara lo relacionado con Vargas Vila. Y así se efectuó. Luego de una amable conversación, me manifestó que en el mes de enero, estaría en La Habana y allá tendría la oportunidad de reunirse conmigo. Sin más y en tono jovial concluyó: Don Vicente, si Usted viaja a La Habana con el único deseo de conocer, de consultar y tener en sus manos el archivo de Vargas Vila pierde su tiempo. Pero si va en calidad de turista, lleve bastantes dólares.

Efectivamente, llegado el día tuve la suerte de conocer y permanecer durante breve tiempo en la ciudad vieja de La Habana. Así, como lo había previsto, tuve la grata satisfacción de hablar nuevamente con el distinguido personaje cubano, a quien había conocido en Panamá. Sin más comentarios, me expresó de manera espontánea y categórica:

Don Vicente: La ocasión actual para que el archivo de Vargas Vila vaya a Colombia es muy propicia. Y quien debe hacerlo, no es otra persona que el actual presidente Gustavo Petro. El y sólo él es quien debe dirigirse a nuestro jefe de Gobierno, con esta pretensión. Soy consciente de que, a Colombia, su país de origen, le pertenece el archivo que aquí se guarda. Y no dudo de que nuestro gobernante accediera a la solicitud que le haga el presidente Petro. Es el tiempo oportuno para que se realice su personal y entusiasta deseo de repatriación.

Estas autorizadas palabras de tan distinguido y nuevo amigo cubano, han calmado y  colmado de aliento y optimismo un anhelo que viene desde hace tantos años. Con la culminación de tan acertada sugerencia, al cabo de casi medio siglo, se habría dado término al inmerecido cautiverio en que se halla el espíritu vibrante de José María Vargas Vila. Es preciso recobrar la obra póstuma de un eminente colombiano que nos pertenece por derecho de herencia y de inteligencia.

 

Vicente Pérez Silva, en La Habana, Cuba

 

No perdamos de vista que, no obstante, el tiempo transcurrido, tal como se lo expresamos al comandante Fidel Castro, en carta dirigida a raíz de la entrevista mencionada en un comienzo, sus obras todavía despiertan interés en el mundo de las letras. Con la postrera producción intelectual de Vargas Vila, que clama y reclama su publicidad, se completaría el pedestal de su grandeza altiva, soberbia y solitaria.

Cumplida esta recuperación, los deseos de Vargas Vila, escritos poco antes de su muerte, se constituirían en una realidad:

 

Sin fuerzas casi para escribir estas líneas, apenas sí alcanzo a recomendar a las Generaciones venideras aquello que amé más en mi vida: la Libertad, esta obra contiene la historia de mi Vida; ella no tuvo otra grandeza que mi amor desenfrenado a esa libertad; a ella consagré mi Vida, y es abrazado a ella que yo entro fervorosamente en la Tumba; si estas palabras tienen alguna grandeza, es la de ser dichas a la orilla del Sepulcro. Quiera el Destino que esta, mi obra Póstuma, no quede relegada al olvido, y convertida en cenizas, como es mi voluntad, si por un Infortunio no pudiera publicarse.

 

Barcelona, a 31 de diciembre de 1932.

—–

 

Quiera, ya no el Destino sino la Voluntad del presidente Gustavo Petro, que la obra póstuma de Vargas Vila “no quede relegada al olvido y convertida en cenizas”. Confiamos plenamente que asi va a acontecer, para mayor realce de nuestras letras y satisfaccion del pueblo colombiano.

Bogotá, abril del año 2023.

 

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