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VEREDICTO XVII CONCURSO INTERNACIONAL DE CUENTO “CIUDAD DE PUPIALES”, 2023

La Fundación Gabriel García Márquez destaca la calidad de los cuentos presentados al concurso, agradece a su patrocinador, el Ministerio de Cultura de Colombia.

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ACTA DEL JURADO CALIFICADOR

 

En Pupiales, Departamento de Nariño, República de Colombia, a los veintiséis (26) días del mes de octubre de dos mil veintitrés (2023), el Jurado Calificador del XVII Concurso Internacional de Cuento “Ciudad de Pupiales” integrado por el escritor español Juan Aparicio Belmonte y los colombianos Celso Román y Albeiro Arciniegas, previa lectura de 2.497 trabajos remitidos a la organización desde 37 países; trabajos leídos en su totalidad con apoyo de profesionales de prelectura, de acuerdo con las bases de la convocatoria, dieron a conocer el fallo del evento que organiza y promueve la Fundación “Gabriel García Márquez” en concertación con el Ministerio de Cultura de Colombia.

Se deja constancia que el Jurado Calificador decidió premiar y reconocer los siguientes cuentos que, una vez consultado el registro de datos personales, el cual se mantuvo herméticamente sellado, corresponde a los autores que a continuación se relacionan:

 

PRIMER PUESTO: (Diploma de Honor “Gabriel García Márquez”: $7.000.000.

Cuento: Los extraterrestres

Autor: César Augusto Rodríguez, Bogotá, Colombia

 

MEJOR ESCRITOR DEPARTAMENTO DE NARIÑO

(Diploma de Honor “Juan Álvarez Garzón” – Colección de libros)

Cuento: En su ley

Autor: Diego Rafael Cerón Peña, Pasto, Colombia

 

FINALISTAS: (Diploma de Honor “Guillermo Edmundo Chaves”)

 

Cuento: La cabra

Autor: Pablo Silva, Buenos Aires, Argentina

 

Cuento: Instrucciones para perder un paraguas

Autor: Miguel Ángel González, Madrid, España

 

Cuento: El barranco

Autor: David Sánchez Bravo, Envigado, Colombia

 

Cuento: La abandonada

Autor: Franklin Sócrates Zuzunaga Laura, Lima, Perú

 

Cuento: Nota confesional

Autor: Juan Pablo Gómez Cano, Sabaneta, Colombia

 

Cuento: Niño llorando

Autor: Queta Navagómez, Bellavista, México

 

Cuento: El establo

Autor:  Daniel Acevedo Arango, El Retiro, Colombia

 

Cuento: La fotografía

Autor: África Mesa Rubio, Ceuta, España

 

Cuento: El juego

Autor: Alberto Cambas Sabaté, Caseros, Argentina

 

Cuento: El grito

Autor: Yuraima Trujillo Concepción, Camaguay, Cuba

 

La Fundación Gabriel García Márquez destaca la calidad de los cuentos presentados al concurso, agradece a su patrocinador, el Ministerio de Cultura de Colombia.

Es la generosidad de todos y cada uno de los involucrados en las diferentes etapas del concurso el aspecto que permite continuar con un evento creado en homenaje al más grande de las letras, el inolvidable Gabriel García Márquez. De igual manera los invitamos a la XVIII versión de nuestro evento literario que se convocará en el año 2024.

 

Jurados:

Juan Aparicio Belmonte, Celso Román, Albeiro Arciniegas Mejía

 

En el Programa La Entrevista, de Testimonio de Nariño, se dio a conocer el veredicto, los análisis y al ganador del concurso internacional de cuento “Ciudad de Pupiales”, el pasado 27 de octubre. Usted la puede observar en el siguiente link: https://www.facebook.com/events/848644633415538/?ref=newsfeed

 

Los Extraterrestres

Cuento ganador del Concurso
Autor: César Augusto Rodríguez

 

César “Cesaguro” Rodríguez, ganador del concurso

 

Después de los policías y de los vaqueros, mis personajes favoritos eran los extraterrestres. Pero, desde que veo a mamá llorar por las mañanas, ya no me gustan. Mamá dice que no le pasa nada a pesar de que tiene esas marcas negras en el cuerpo que tapa con maquillaje. En la televisión mostraron a una mujer con unas marcas así, a quien los extraterrestres le chuparon la energía hasta matarla. Le conté a papá y me gritó que no dijera pendejadas. Papá a veces grita, golpea las paredes y se pone como loco; eso también puede ser a causa de los extraterrestres, quienes tienen el poder de controlar la mente humana. El otro día vi una película en la que los extraterrestres dominan a los habitantes de un pueblo con sus poderes mentales, menos a unos niños que habían escapado de sus casas por la noche para ir al bosque y encuentran la nave espacial oculta entre los árboles. Por una escotilla entran en la nave y roban unas armas láser con las que logran acabar con los extraterrestres. ¡Esas armas son buenísimas, porque los desintegran! Pero yo no puedo salir de noche, en mi casa las ventanas tienen rejas y papá cierra la puerta de la calle con doble llave. No sé cómo conseguir un arma de esas y con la que tengo, que dispara dardos de espuma con unas chupas pequeñas en las puntas, no les puedo hacer ningún daño; sin embargo, papá guarda un revólver en su mesa de noche, y ese también sirve para matar extraterrestres, aunque es más difícil, porque hay que dispararles justo en el visor del casco, que es el único lugar en donde una bala puede traspasar sus trajes protectores y hacer que les estalle la cabeza, esparciendo sus sesos que son como una baba luminosa de color verde. Por eso en las tardes, cuando llego del colegio, en lugar de hacer las tareas, cojo a escondidas el revólver de papá y me pongo a practicar en mi cuarto. Mamá se dio cuenta un día y me regañó, diciendo que con las armas no se juega y que un niño de mi edad se disparó en un pie y no pudo volver a caminar. Pero yo no soy tan bobo y cuando practico le saco las balas, levanto el revólver con las dos manos, porque es pesado, apunto a los rostros en los afiches que tengo pegados en la pared de mi cuarto y cada vez que aprieto el gatillo, cuando el martillo hace clic, imagino que acabo con un extraterrestre.

Ya es tarde, a esta hora la noche es silenciosa. Hace rato que debería estar dormido, pero no me quiero acostar. Con la luz apagada, hago girar el tambor del revólver, lo sacudo sobre la cama hasta que caen todas las balas, como si fueran los casquillos usados, y las vuelvo a colocar una a una, tal como he visto que hacen los policías y los vaqueros. Afuera, un perro ladra; los perros advierten la presencia extraterrestre. Escucho ruidos en la habitación de mis padres, golpes y quejidos que suenan cada vez más fuerte. De prisa, coloco las balas, los dedos me tiemblan, cierro el tambor y jalo el martillo hasta que se asegura. Con cuidado de no hacer ruido, salgo del cuarto, levanto el revólver con las dos manos, para apuntar al frente, y avanzo por el corredor a oscuras.

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