TERNURA Y SUBVERSIÓN EN LOS “POETAS MALDITOS”

Esta clase de literatura se distingue por “decirlo todo”, por “decir lo indecible”, por mostrar lo oculto y llamar a las cosas por su nombre,

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Por:

Graciela Sánchez Narváez

 

 

Graciela Sánchez Narváez

 

 

Era tarde;
al igual que una medalla nueva,
la luna llena apareció,
 y la solemnidad nocturna,
como un río,
sobre París dormido se extendía
Baudelaire

 

Los “Poetas Malditos” han llamado la atención de todo lector, y mucho más cuando se hace referencia al “malditismo” promovido como un movimiento literario que representa a una generación de origen francés, que en el siglo XIX fue capaz de crear la mayor revolución estilística de su época en este campo, pues algunos críticos han sostenido que no se trató de un movimiento como tal sino de una nueva forma de vivir y hacer literatura.

Entre los más destacados de este grupo se menciona a Baudelaire, Mallarmé, Rimbaud y Verlaine, Valmore y Tristán Corbiere, siendo Baudelaire el primer poeta maldito que aparece e intenta, con Mallarmé, captar las verdades absolutas mediante el uso de medios indirectos, como metáforas y retóricas. Sus temas eran la rebeldía, lo liberal, lo melancólico, lo malo y lo terrorífico.

De Rimbaud se sabe que fue un muchacho campesino que llegó a vivir en la casa de Verlaine, en ese momento el más reconocido intelectual de este medio; según se cree, se convirtió en su amante, cosa que su esposa no admitió, lógicamente, y terminó abandonándolo por su homosexualismo. Verlaine, lo presenta y lo incluye en el grupo de estos poetas y él rápidamente se impone y se destaca entre ellos con sus escritos.

Todos ellos se salieron de la sociedad pública francesa, que en ese momento era excesivamente puritana y moralista, de manera que se ausentaron también del cristianismo y su doctrina para dedicarse a disfrutar de los placeres de la vida. En este marco se crearon muchos de sus poemas, como el que inicia este artículo y que, si los lectores hacemos acopio del mayor juicio para detenernos en sus versos, podremos hacernos acreedores de ensoñadas tardes y de solemnes noches cuando Paris duerme. La delicadeza y la ternura de su poesía nos habla de realidades crueles sutilmente.

El término “malditismo”, promovido por Verlaine, poco a poco se fue acuñando y generalizando para referirse a una condición de aquellos poetas que rompen toda norma y constituyen su propia forma de vivir. Fue Paul Verlaine quien escribió un ensayo titulado “Poetas Malditos”, con el fin de referirse al tipo de vida, a la clase de literatura y al contenido de la obra. Con su tormentosa vida, llena de complicaciones e incomprensiones, estos poetas promovían un estilo de hacer arte completamente fuera de las reglas establecidas. De esta manera quedaban fuera de toda moralidad, y ajenos a las convenciones sociales, rechazaron honores y valores tradicionales. Rimbaud fue capaz de cantar a “la brisa” de este modo tierno y delicado: “En su retiro de algodón, con suave aliento, duerme el aura: en su nido de seda y lana, el aura de alegre mentón tibio”.

Fue así como estos escritores protagonizaron una ruptura estilística totalmente innovadora. Su actitud destructiva, con cierto aire gótico, llevó a que su poesía fuera más cuidada y repleta de una belleza separada ligeramente de la tradición romántica, para construirse de una forma más oscura, más sugestiva y devastadora.

Además, esta clase de literatura se distingue por “decirlo todo”, por “decir lo indecible”, por mostrar lo oculto y llamar a las cosas por su nombre, señalando que la gran escuela es siempre la de la vida. Afirman que es allí donde se nutre la verdadera literatura, creen que la clave de todo empeño literario tiene que ver con la lectura.

 

“Leer y haber leído mucho y seguir leyendo siempre”, es el camino que todo escritor debe seguir para comprender el mundo.

 

Con esta forma de pensar y sentir la literatura fueron lógicamente incomprendidos en su tiempo, la sociedad los acusaba de proponer una poesía fuera de la razón. Esta clase de literatura no se constituye en absoluto a partir de una tradición, pues se crea con los poetas mencionados, posee una franja propia que en las bases de la gran sociedad ocupa un lugar marginal.

Un poeta maldito, escribe y vive para provocar, se comporta en general de manera peligrosa, asocial y autodestructiva. Generalmente muere antes de alcanzar reconocimientos por su escritura, que es difícil para los consumos normales. El año en que aparece este concepto es 1832, extendiéndose hasta finales de 1880 y promoviéndose a otros países.

Nacido en Paris, Charles Baudelaire fue el primer poeta maldito. No solo su poesía era criticada, sino su forma de vida. Sufrió el abandono a una edad muy temprana y este hecho, según sus propias palabras, lo marcó para toda la vida. A los treinta años vivía en sitios de completa degradación, pues su herencia la malgastó en placeres.

Siempre tomó la vida con horror y con el deseo de vivirla, al mismo tiempo. Comprendía el arte como parte de la vida, como consecuencia de la innata creatividad de los sujetos. Despreciaba la sensibilidad romántica y detestaba el progreso; ignoraba la política, consideraba en el arte moderno y en el suyo una tendencia esencialmente democrática, el placer, la rebelión y la perversidad, salidos de una desesperación que no puede manejar su tedio. Lo podemos ver en su poema “Bendición”:

 

“Cuando, por un decreto de las potencias supremas, El poeta aparece en este mundo hastiado, su madre espantada y llena de blasfemias, crispa sus puños hacia Dios que de ella se apiada”

 

Invitaba a remover lo profundo del alma humana, sobre todo la del hombre civilizado de las grandes capitales, y a hacer salir todo lo que se tiene oculto, por pudor o por miedo. Su obra pretendía remover la hipocresía de los parisinos de la época.

El libro “Las Flores del Mal”, de Charles Baudelaire, es una obra que quedó grabada en la mente de los lectores, tanto que se constituyó en un clásico de la literatura mundial, pero que le valió a su autor una condena por inmoralidad, pues su escritura estaba impregnada de la visión del mal y sus excesos.

Los Poetas Malditos, lo dicen todo: Verlaine escribió en “Serenata”: “Como la voz de un muerto que cantará desde el fondo de su fosa, amante, escucha subir hasta tu retiro mi voz agria y falsa”.

En Colombia, también existe “la literatura maldita”, pero sus representantes son muy pocos, de manera que el abanico no es muy amplio. Además de Julio Flórez, el poeta de las flores negras, los escándalos y las sospechas, podemos mencionar a José Manuel Vargas, Andrés Caicedo y Fernando Vallejo, exiliado y aclamado.

Finalizamos esta relación con un poema, de un colombiano que califica por muchas razones en este tipo de poetas: Fernando Vallejo y su Ciudad Poesía.

 

“Yo por mi parte la quería a ella más que a nadie,
Con un amor ilimitado.
Si ella no me correspondía en la misma medida,
Qué me importa, qué carajos,
El amor es así: desbalanceado.
Desajustado, desequilibrado, cojo”
 
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