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NARIÑO: LA GUERRA TRANSFORMADA, LA PAZ DETENIDA

Se encuentra en desarrollo un nuevo ciclo de la guerra en los territorios, con nuevas estrategias, tácticas, comportamientos y roles de las Estructuras Armadas Ilegales, EAI.

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León Valencia: Director de Fundación Paz & Reconciliación (Pares)
Alejandro Restrepo: Coordinador de Línea de Paz, Posconflicto y Derechos Humanos
Paola Perdomo: Coordinadora del proyecto Real Embajada de Noruega
Francisco Daza: Investigador nacional
Zabier Hernández: Investigador regional Costa pacífica nariñense, Paz, Posconflicto y Derechos Humanos
©️ Fundación Paz & Reconciliación (Pares), 2022
Este reporte especial se terminó de editar el 20 de enero de 2022.
Elaborado por: Línea de Conflicto, Paz y Posconflicto. Edición y diagramación: Equipo de comunicaciones.

 

Introducción

 

 

Cumplidos 5 años de la firma del acuerdo de paz entre las Farc-EP y el Estado colombiano, surgen puntos de reflexión sobre la presencia de nuevos y viejos actores armados que han generado cambios en las dinámicas de conflictividad y crisis humanitaria en la costa pacífica nariñense. La situación actual de seguridad de las subregiones del departamento de Nariño es preocupante. El representante indígena Jaime Cortez Guanga aseguró que “cinco años después de la firma del proceso de paz, la situación para las comunidades Awá es peor a la vivida en los tiempos de las extintas Farc” (Viracachá, 2021).

Tres puntos permiten analizar y visionar las nuevas estrategias de presencia y control territorial alimentadas por la confusión y el terror, y dan cuenta de la actual crisis humanitaria y de seguridad en la costa pacífica nariñense.

El primer punto señala que, aunque se mantienen grandes estructuras armadas ilegales (EAI) como los grupos armados PostFarc (GAPF) (con su división entre la línea de la Segunda Marquetalia y la de Gentil Duarte), el ELN y el Clan de Golfo han entrado en un proceso muy dinámico de acuerdos y articulaciones con estructuras amadas ilegales de orden local o subregional buscando alinearse para el control de rutas del narcotráfico, redistribución de las utilidades de las economías ilegales y garantizar la mutua protección y el control territorial. La tendencia apuntaba a que estas dinámicas se consolidaran a finales de 2021.

El segundo punto plantea que la confusión y la desinformación existente en la costa pacífica nariñense, frente al accionar de diversas estructuras armadas ilegales y sus responsabilidades en violaciones de Derechos Humanos e infracciones al Derecho Internacional Humanitario (DIH), se quedan en un limbo informacional. Es claro que no es del interés de las EAI y los GAPF atribuirse los hechos que cometen en contra de la población civil. De esta forma, la confusión es aprovechada para consolidar sus diferentes estrategias de control territorial. Es evidente la aspiración a la no visibilidad mediática y atribución de responsabilidades en las violaciones de DH.

El tercer punto da cuenta la exacerbación de crueldad y terror como dispositivos desde los cuales los grupos armados organizados buscan infligir un daño máximo a sus enemigos y a la población civil desarmada del pacífico nariñense, violentando aún más las libertades civiles y ciudadanas. La crueldad y el terror son parte de un dispositivo consciente y premeditado de control social y territorial, aspecto de la guerra poco analizado.

 

Articulación de grandes estructuras armadas ilegales a grupos armados locales y subregionales en el departamento de Nariño

 

El 2021 mostró cambios en el surgimiento de nuevas estructuras armadas ilegales en la costa pacífica nariñense (CPN). Se observó una gran movilidad en la disputa del control territorial, a través de negociaciones (algunas concretadas y otras fallidas) entre estructuras, y la consolidación de las estructuras más fuertes, con el consiguiente avance en la expansión territorial y el control militar y social.

En la costa pacífica nariñense están activos, por lo menos, siete Grupos Armados PostFarc (GAPF), agrupados en tres grandes líneas (1):

i) por un lado están los alineados a “Gentil Duarte”, principal estructura disidente del país; por el otro

ii) los alineados a la “Segunda Marquetalia”, proyecto de Iván Márquez y otros mandos altos y medios de las extintas FARC-EP y, finalmente,

iii) los grupos dispersos, es decir, aquellos que no cuentan con articulación o coordinación con alguna de las líneas anteriormente mencionadas. En este último grupo se encuentran, por ejemplo, Los Contadores, el Frente Oliver Sinisterra y las Guerrillas Unidas del Pacifico (Fundación Paz & Reconciliación, 2021). A estos GAPF se suma la presencia del Clan del Golfo y el ELN.

Toda la región está marcada por la variedad de estos grupos con aspiraciones, intereses y diversas formas de actuar en el marco de sus disputas territoriales. Entre estos grupos se encuentran: la Columna Móvil Franco Benavides, Bloque Suroccidental Alfonso Cano o Frente 30, el Comando Coordinador de Occidente (CCO), que dirige operaciones a través de las columnas Carlos Patiño y Jaime Martínez, el Clan del Golfo, el Frente 30 Rafael Aguilera o Estructura 30, así como otras estructuras plenamente identificadas como narcotraficantes como Los Contadores, las Guerrillas Unidas del Pacífico y el Frente Oliver Sinisterra. Asimismo, se encuentran pequeños grupos delincuenciales asociados al Clan del Golfo que se caracterizan por controlar puntos precisos de la vía al mar, siendo su control territorial limitado y focalizado (2).

La costa pacífica nariñense es una amplia y compleja región, conformada por varias subregiones, en la que estos grupos se mueven, actúan, controlan y establecen alianzas y disputas entre sí. La gran región del pacifico nariñense está conformada e interconectada por:

i) Subregión del Piedemonte Costero, municipios de Mallama (Piedra Ancha) y Ricaurte

ii) Subregión del Pacifico Sur, municipios de Tumaco y Francisco Pizarro (Salahonda)

iii) Subregión del Telembí, municipios de Barbacoas, Magüí Payán y Roberto Payán

iv) Subregión del Sanquianga, municipios de Mosquera, Olaya Herrera (Bocas de Satinga), La Tola, El Charco y Santa Bárbara (Iscuandé)

v) Subregión de Abades: municipios de Santacruz de Guachavez, Providencia y Samaniego

vi) Subregión occidental: municipios de Ancuya, Linares y Sandoná

vii) Subregión de cordillera: municipios de Los Andes Sotomayor, Policarpa, Rosario, Cumbitara y Leiva.

Esta lectura integral e interconectada, con todas las subregiones con las que se interrelaciona el Pacifico Nariñense, obliga entonces a ampliar el análisis territorial del radio de acción e incidencia de las EAI a uno compuesto por 23 municipios (3). Esta perspectiva de subregiones interrelacionadas permite una mayor comprensión de los procesos de expansión territorial de estos grupos por el departamento de Nariño y permite reconocer las zonas de retirada, defensa y control de cada grupo.

 

Fuente: Sistema de Información de la Fundación Paz & Reconciliación (SIPARES)

 

La alineación de los diferentes GAPF, sigue siendo, por un lado, en torno al CCO de la línea de Gentil Duarte cuyo desarrollo muestra un avance en sus planes de consolidación y concentración de su poder en la subregión de la Cordillera y la subregión del Sanquianga (4), que conectan hacia el departamento del Cauca, el centro de Nariño y el departamento del Valle del Cauca. Lo previsible es que, en el 2022, las subregiones del Telembí y las franjas de las riveras de los ríos Guagüí, Rosario y Mejicano en el Pacifico Sur pasen de ser zonas en disputa a zonas de control “estable” por parte de este grupo adscrito a la línea de Gentil Duarte. Hoy estas franjas se encuentran en una alta dinámica de conflictividad y confrontación entre GAPF. Las subregiones del Pacifico Sur, el Telembí y parte de la cordillera, siguen siendo una zona en disputa. No es gratuito que las 7 masacres que se han dado en Nariño se dieron en dicha zona geográfica.

La Fundación Paz & Reconciliación registró durante 2020 siete (7) masacres cometidas en Nariño. Para agosto de 2021 se presentó el mismo número de masacres.

 

Elaborado por: Fundación Paz & Reconciliación. Fuente: OCHA y Fundación Paz & Reconciliación, 2021.

 

 

La situación de desplazamiento forzado en la costa pacífica nariñense se viene presentando desde hace dos años, cuando se inició a disputar el territorio por parte de actores armados en municipios como Tumaco, Roberto Payán, Olaya Herrera, Francisco Pizarro, Magüí Payán y Barbacoas.

 

Elaborado por: Fundación Paz & Reconciliación. Fuente: UARIV, 2021.

 

“Son 19 eventos masivos los que se han identificado de desplazamientos en los seis primeros meses de este año, además, se conoce que hay personas que siguen desplazándose en lo denominado gota a gota” (Radio Nacional de Colombia, 2021).

 

Los GAPF en Nariño

 

En el marco de las disputas territoriales entre actores armados, el poder actual de la “Segunda Marquetalia” no es desdeñable. Esta línea de los GAPF sigue siendo fuerte en municipios como Barbacoas, especialmente hacia la zona de frontera con Ecuador, en Magüí Payán y Roberto Payán, a través del Bloque Occidental Alfonso Cano, que ya cuenta con presencia en San Andrés de Tumaco y, presumiblemente, en el municipio de Francisco Pizarro (Fundación Paz & Reconciliación, 2021).

La información obtenida en esta investigación indica que la Segunda Marquetalia avanzó sustancialmente en la articulación de los GAPF dispersos Frente Oliver Sinisterra, Los Contadores y las Guerrillas Unidas del Pacífico, lo que consolidaría a la Segunda Marquetalia como el grupo dominante en el Pacífico Sur, incluido el casco urbano de Tumaco. En términos prácticos, los GAPF dispersos mantienen dicho status ya que en el plano local de la CPN no mantienen una unidad de mando, y los acuerdos que puedan estar estableciendo con la Segunda Marquetalia parecen vincularse a arreglos locales efímeros. En el marco de estos acuerdos, fuentes consultadas argumentan que, actualmente, en Tumaco se vive una relativa calma, producto de la estabilización del control territorial existente.

Al interior de las subregiones del Sanquianga, Cordillera, Telembí y Pacífico Sur también se mueven los GAPF dispersos, con especies de salvoconductos que les brindan los acuerdos con las dos grandes estructuras de los GAPF, el CCO y la Segunda Marquetalia. Esta forma de operar con base en acuerdos concretos y micro locales les permite moverse con relativa facilidad, firmar y romper pactos, cambiar de nombre y sostener una presencia dispersa y desconectada del resto de los pequeños grupos, mostrando una gran capacidad de adaptación a las circunstancias cambiantes en el marco del desarrollo de actividades vinculadas al narcotráfico y a otro tipo de economías ilegales.

 

La opacidad del ELN en Nariño

 

El ELN muestra un comportamiento que no era el esperado. Se creía que, una vez firmada la paz, la ausencia de las antiguas Farc EP en los territorios iba a producir un crecimiento expansivo de esta guerrilla en el departamento de Nariño a través de

i) el crecimiento en hombres y armas y por tanto ganar nuevos territorios para su mayor control militar;

ii) la dinámica de confrontaciones y enfrentamientos militares con los GAPF y con grupos narcotraficantes que se movían hacia los territorios dejados por las Farc-EP; y

iii) el aumento de la confrontación con grupos que, en su expansión, afectan a los territorios del departamento donde históricamente se ha mantenido una hegemonía del ELN.

Finalmente, este escenario no se dio. Por su parte, en el análisis actual encontramos que no hubo un proceso de expansión territorial por parte del ELN, ni hubo, ni hay, enfrentamientos militares con otros actores armados. Este resultado no esperado podría tener tres explicaciones posibles:

1. El ELN ha priorizado asegurar muy bien su hegemonía en los antiguos territorios donde históricamente ha sido fuerte, municipios de Providencia, Guaitarilla, Ancuya, Linares, Samaniego, Guachavez, Túquerres, Ricaurte y sectores de Barbacoas.

2. El ELN decidió no hacer el gasto militar que le significaría una estrategia de expansión y control de nuevos territorios.

3. El ELN prefiere acuerdos y pactos con todos los grupos que tiene alrededor de sus territorios antes que enfrentarlos. En 2020 y 2021 no se presentaron enfrentamientos militares ni acciones ofensivas de esta guerrilla en la CPN.

 

Alianzas y roles del Clan del Golfo en Nariño

 

Firmada la paz, el Clan del Golfo tuvo mucha resonancia mediática y presencia activa en los territorios de la CPN. Era el tiempo en que aún no se configuraban las líneas de los GAPF de la Segunda Marquetalia y Gentil Duarte. A principios de 2019, las dos grandes estructuras disidentes comenzaron a extenderse por los territorios del suroccidente colombiano. Ante la falta de control y la ausencia de una estrategia estatal clara de desmantelamiento de grupos GAPF, especialmente en las antiguas zonas de las Farc-EP en Nariño, el Clan del Golfo se reafirmó ocupando espacios territoriales dejados por la antigua guerrilla y pensó reinar en la transición hacia la paz.

En la expansión militar del CCO, desde el departamento del Cauca se generaron acuerdos entre esta disidencia y el Clan de Golfo. ¿Cuál fue el resultado de este proceso de copamiento militar del CCO en la cordillera nariñense? Un control territorial hegemónico de Gentil Duarte en la subregión y gran parte del pacífico norte, zona del Sanquianga, proceso en el cual el Clan del Golfo cedió su papel como grupo hegemónico y se convirtió en un actor que responde hoy por puntos específicos de minera ilegal, de procesamiento y producción de pasta de coca.

En el 2021, el Clan del Golfo pasó a ser un actor secundario y aliado de las disidencias que tomaron el control de los territorios nariñenses. Sus cabecillas perdieron sus investiduras como comandantes, para pasar a ser considerados por las autoridades como “enlaces” entre el Clan y los GAPF. Este fue el caso de Jesús Marino Cortés alias “Tocayo” o alias “Robinson” a quien la Fiscalía General de Nación capturó en el Cauca, y lo catalogó como cabecilla armado de la subestructura Cordillera Sur del ‘Clan del Golfo’ y enlace de negocios con la disidencia de Gentil Duarte (Infobae, 2021). Sucedió también con alias “Tocayo” o “Robinson” quien había reemplazado a alias “Matamba”, cabecilla del Clan en la Cordillera. Alias “Matamba” había negociado con “Otoniel” una franquicia del Clan del Golfo que incluía recibir apoyo para enfrentar al ELN en zonas antiguas de las Farc-EP, al mismo tiempo que había pactado, como enlace, una alianza con la Segunda Marquetalia, acuerdo que se desvaneció en medio de la arremetida militar del CCO de Gentil Duarte en 2020 y que obligó a la Segunda Marquetalia a replegarse hacia el Piedemonte Costero y Pacifico sur.

Todo indica que la figura de enlace es más beneficiosa para los intereses del Clan en este nuevo ciclo de confrontaciones. La fuerte presencia del CCO en la cordillera nariñense hace que el Clan del Golfo sea desplazado en su control militar territorial y se haya concentrado en puntos específicos de minería ilegal y de rutas del narcotráfico. Las investigaciones y operaciones realizadas por Fiscalía y Ejército en la zona de cordillera y Telembí muestran que el Clan del Golfo controla 6 frentes de minería ilegal en el Telembí, específicamente, en la vereda Las Brisas, límites de Magüí Payán y Roberto Payán, lo que les producía 48 kilos anuales de oro avaluados en 9.800 millones de pesos (Policía Nacional, 2021).

A principios del 2020, las dinámicas de copamiento militar desarrolladas por Gentil Duarte en la cordillera y el pacífico norte, obligó al Clan de Golfo a avanzar hacia el Piedemonte costero y Tumaco. El Clan encontró en Tumaco un ambiente propicio donde ser hegemónico, pero sus planes fueron truncados rápidamente; la Segunda Marquetalia, a principios del 2021, venia avanzando en el piedemonte costero (Barbacoas y Ricaurte) y hacia Tumaco con mucha fuerza. Antes de la llegada de la Segunda Marquetalia a Tumaco, la ciudad estaba en disputa entre Guerrillas Unidas del Pacífico, Los Contadores y el Frente Oliver Sinisterra. Entre los años 2018 y 2020 se presentó un alto registro de violencia en Tumaco.

 

Elaborado por: Fundación Paz & Reconciliación. Fuente: Instituto Nacional de Medicina Legal, 2021.

 

Luego, en agosto, septiembre y octubre del 2021, en el casco urbano de Tumaco no hubo homicidios. ¿Las razones? Por un lado, el Comando Especial de Policía Pacífico Sur-CEPAS se abroga dicho éxito argumentando que ha sido gracias a los trabajos articulados adelantados con las diferentes autoridades (Rosa, 2021).

Pero existe otra razón, quizás la de mayor peso: al finalizar el segundo semestre del 2021, la Segunda Marquetalia logró imponerse sobre las estructuras que se disputaban las comunas de Tumaco, articularlas, someterlas y pactar acuerdos militares y de beneficios mutuos en las actividades ilegales. En este contexto el Clan de Golfo volvió a desaparecer como grupo dominante, se asumió en el rol de “enlace” y se sometió a los acuerdos impuestos, ocupándose de actividades específicas en la cadena ilegal, convirtiéndose, prácticamente, en un actor armado subordinado.

Se identifican algunas características de las actividades y roles que cumple el Clan del Golfo en Nariño desde el 2018 hasta el 2021:

1. El Clan del Golfo no tuvo la capacidad militar para disputar el territorio de la cordillera en donde tuvo que someterse al CCO de Gentil Duarte.

2. En Tumaco, al igual que en la Cordillera, se tuvo que someter ante la Segunda Marquetalia.

3. Su rol es el de concentrarse en puntos específicos, con funciones de procesamiento y producción de pasta de coca, teniendo que compartir utilidades de la cadena productiva ilegal.

 

Confusión, desinformación, miedo y silencio como arma táctica del control territorial

 

En épocas de guerra de guerrillas y disputa territorial con paramilitares y la fuerza pública era más factible ubicar responsabilidades de grupos y cabecillas en los hechos victimizantes. Hoy en día, se percibe que hay un nivel de silencio mayor por parte de las EAI presentes en la CPN. Ahora, es más claro que el silencio y la desinformación son un arma táctica que consolida la estrategia de control territorial. Es más evidente que no es una aspiración de los grupos armados ser visibles y atribuirse responsabilidades en la violaciones y afectaciones de derechos humanos, dejan en una especie de limbo todos los hechos, mientras controlan en la sombra, de manera real y concreta diversas zonas de la CPN vinculadas a las economías ilegales.

“Nadie puede reclamar nada, no se puede decir nada porque de inmediato es amenazado, estamos incomunicados. Salir a conseguir comida o a las labores del campo se han convertido en un desafío a la muerte, el temor es generalizado entre los 32 resguardos que conforman el pueblo Awá” (Guanga, 2021). La confusión, el miedo y el silencio afectan profundamente a la población civil desarmada (5) no combatiente que queda en medio de las disputas violentas por el control territorial: las comunidades.

La confusión, el miedo y el silencio son producto de no saber quién controla el territorio. Es recurrente escuchar a funcionarios públicos, a líderes y lideresas sociales afirmar que “el panorama es muy confuso”. Las autoridades locales no se atreven a denunciar a ningún grupo, aunque tengan indicios claros de quiénes pueden ser los responsables. En ese contexto es evidente que el silencio y el miedo obligan a las autoridades locales a construir un relato casi neutro, de mucho cuidado y de una extrema economía en el lenguaje.

Así, por ejemplo, Cruz Dalmiro Olmedo Torres, alcalde de Olaya Herrera, afirmó “en los once municipios del pacifico nariñense existe incertidumbre sobre lo que está pasando, pues nadie sabe por qué están asesinando a los jóvenes, en especial, a las mujeres” (Redacción Bluradio, 2021), añadiendo que “creían que con la firma del proceso de paz, con las FARC-EP, llegaría la tranquilidad para esta región que históricamente ha sido abandonada por el Estado”. (Olmedo 2021).

El miedo hace su trabajo, el arma táctica funciona y el control de los grupos armados se afianza. El miedo y el silencio surgen en medio de una presencia estatal que no tiene otra expresión real y concreta que no sea la de la militarización que en la mayoría de las veces es ineficaz.

“Ahora, se ha hecho pública la orden por parte de los grupos armados ilegales de que ningún indígena puede salir ni entrar a los territorios colectivos, es decir que en este momento nos encontramos confinados todos los resguardos indígenas Awá de Tumaco bajo pena de muerte para el que no cumpla la orden dictada por los armados” (Organización de resguardos indígenas del pueblo Awá del pacífico – ORIPAP, 2021).

Para la población civil de estos territorios, asistir a una reunión institucional con autoridades puede ser motivo para perder la vida. “Nos da miedo que nos pase lo mismo que sucedió con Danilo Torres”, dice un morador, haciendo referencia al caso en que Danilo fue asesinado, en momentos en que el líder social y tres de sus hermanos viajaban rumbo a Roberto Payán, en donde participarían en un consejo de seguridad (Redacción Colombia, 2021). Jesús Alarcón, profesional que trabaja con procesos productivos con campesinos, indígenas y afrodescendientes, afirma que “la mayor medida de protección que utilizan las comunidades son el silencio y la parálisis de las comunidades” (Alarcón, 2021).

En un nuevo ciclo de las confrontaciones en Nariño, los GAPF y los EAI utilizan de manera más consciente el silencio y la confusión como arma de guerra. Aquellos tiempos en que los grupos armados se disputaban y atribuían responsabilidad de algún hecho victimizante, han quedado atrás.

 

La demostración de crueldad y el terror profundiza diariamente el miedo y la inmovilidad de las comunidades y autoridades

 

Aunque recordamos que en tiempos de “Chulavitas” y “Pájaros” hubo escenas grotescas de asesinatos con corte de franela, o en décadas más recientes las fosas comunes de cuerpos incinerados y el pozo con cocodrilos donde echaban personas, líderes y lideresas como alimento humano a los reptiles, había la impresión de que con la firma de la paz no volveríamos ser testigos de tanta crueldad y terror.

El 01 de julio de 2020, el GAPF Frente 30 Franco Benavides grabó el asesinato de tres integrantes el Clan del Golfo como señal de reafirmación de su llegada al municipio de Roberto Payán. Al mes siguiente, el Clan del Golfo respondió con otro video donde aumentó el nivel de sevicia y terror. En la vereda Tortugaña, del municipio de Magüí Payán, grabaron la ejecución de integrantes del GAPF Franco Benavides, en la que desmiembran los cuerpos, vertiendo después combustible sobre ellos, afirmando en la grabación: “Esto les pasa si no se entregan … nosotros sí vamos hablando en serio” (El Tiempo, 2020).

Estas imágenes de sevicia y terror no iban dirigidas exclusivamente al grupo armado enemigo, la grabación fue difundida en redes sociales y grupos de WhatsApp utilizadas por las comunidades. Más allá del propósito de aniquilación del enemigo, con esta práctica se buscaba controlar las voluntades de las comunidades que sufren con la presencia de este actor armado. La demostración de la crueldad y el terror profundiza diariamente el miedo y la inmovilidad de las comunidades de la costa pacífica nariñense siendo esto un dispositivo consciente y premeditado de control social y territorial, es “una manera de librar una guerra de tipo “estratégico indirecto” con poblaciones interpuestas en la cual se evitan los combates directos, costosos en términos de gastos y pérdidas (humanas, materiales, económicas, etc.). (Lair, 1999, pág. 75).

El terror y la crueldad ejercido por los GAPF y otras EAI en el pacífico nariñense se expresa a través de múltiples formas de violencias y violaciones a los derechos humanos, entre ellas el desplazamiento forzado que suele presentar cifras diversas: “Se han registrado durante este primer semestre en todo el departamento más de 14.200 personas, más de 6.080 familias han sido desplazadas: el municipio de Roberto Payán es uno de les más afectados”, explicó Francisco Cerón, secretario de Gobierno de Nariño” (El Tiempo, 2021) A esto se suma la siembra y activación de minas antipersonales que solo en Tumaco dejaron 11 víctimas durante el 2021 (Acción contra Minas, 2021).

Esos fenómenos de violencia también se producen cuando el grupo armado logra ser exitoso en asestar golpes a otras estructuras armadas y, en especial, a la fuerza pública, ya que el sentido común indica que si pueden afectar a uno de los ejércitos mejor dotados del continente, entonces no hay nada que los pueda detener en sus planes de control social y territorial en los lugares donde hacen presencia. Ejemplo de ello es el hecho ocurrido el 13 de agosto de 2021, en el que un comando jungla de la Policía Nacional fue atacado por el GAPF Frente Oliver Sinisterra en Brisas, Consejo Comunitario Alto Mira y Frontera Tumaco, y en el que salieron heridos 14 miembros de la Policía Nacional (Colprensa, 2021).

El terror, la crueldad y la sevicia expuestas públicamente, con clara intención de alcanzar umbrales de daño nunca antes vistos, de lograr escarmiento no solo sobre el enemigo armado, sino sobre las comunidades civiles y no combatientes, expresan una necesidad de abordar las confrontaciones y la fase actual de guerra en el posconflicto colombiano de manera integral, articulando a los tradicionales enfoques una mirada desde la subjetividad y la antropología, que devele las intrincadas relaciones entre cultura y violencia. “Quizá debamos aceptar que, en estas formas de violencia extrema, la violencia ha traspasado el límite de su finalidad y se ha convertido en otra cosa. Si esto es así, deberíamos empezar a pensar en otras categorías analíticas y en razones explicativas desde otros ámbitos de interrogación” (Blair, 2004).

Otras formas de control, violaciones de derechos humanos y limitaciones a las libertades contra la población civil ejercidas por todas las EAI en su conjunto son:

• Empadronamiento de las familias en las zonas donde hace presencia el grupo.

• Revisión periódica de celulares, especialmente cuando alguien sale a la ciudad y cuando vuelve. En algunas zonas prohíben uso de celulares con cámaras.

• Prohibición de usar tapabocas en el territorio.

• Prohibición a los motociclistas de usar cascos.

• Interrogación por salir varias veces en un mes a otros municipios.

• Prohibición de transitar por caminos y carreteras después de 6 de la tarde.

• Prohibición de andar con la camisa por fuera, porque podrían ocultar un arma.

• Prohibición de realizar reuniones sin previo permiso del grupo.

• Imposición de impuestos actividades comerciales. (Alarcón, 2021) (6).

 

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(1) Esta denominación es propuesta desde la Fundación Paz & Reconciliación.

(2) Para la consulta interactiva de la presencia de estructuras armadas ilegales en Nariño: https://public.tableau.com/app/profile/fundaci.n.paz.y.reconciliaci.n/viz/PresenciaEAIenColombia2021/AnlisisGeneralInteractivo

(3) Nariño cuenta con 64 municipios.

(4) Estas subregiones por su localización geográfica representan un punto central para los grupos armados ya que son utilizadas como un corredor dinámico para el narcotráfico, el transporte de armas y municiones y el abastecimiento de alimentos y medicinas para los combatientes de estos grupos.

(5) “Para ello se instauran equipamientos del tipo de registro desde donde se formalizan los territorios de la identidad, de la ciudadanía normalizada y señalan los límites de reconocimiento ante el Estado (también los para–Estado idean sus propios dispositivos de registro) fuera de los cuales no se es nadie (Aldana, 2008).

(6) Este compendio de violaciones y limitantes a los derechos civiles, sociales y ciudadanos fue construido partir de la entrevista a Jesús Alarcón y complementado con otras fuentes en esta investigación.

 

Unas reflexiones finales

 

1. Se encuentra en desarrollo un nuevo ciclo de la guerra en los territorios, con nuevas estrategias, tácticas, comportamientos y roles de las EAI. La reconfiguración de actores armados en Nariño trajo como consecuencia la reactivación de dinámicas de conflictividades y de confrontaciones que expresan una disputa territorial muy fuerte, situación en las que vuelve a quedar en medio del fuego cruzado la población civil no combatiente y desarmada. La crisis humanitaria está nuevamente a la orden del día en Nariño especialmente en la costa pacífica, el piedemonte costero y la cordillera norte del departamento, y en esas zonas los hechos violentos y victimizantes que fomentan el terror entre la población civil.

2. Tras la vertiginosa transformación de grupos armados y retoma del territorio por EAI, se perfilan grupos vencedores. Queda demostrado que los grupos de narcotraficantes no miran más allá del negocio de la droga. Las estructuras propiamente de narcos tuvieron tiempo para desarrollar una estrategia de copamiento y control territorial, pero no lo hicieron. En el año 2016 en Nariño, las antiguas Farc dejaron muchos territorios solos, al mismo tiempo que las disidencias de Gentil Duarte ancladas en el sur no se expandían hacia el occidente. Desde ese contexto se proyectan como grupos vencedores. El CCO de Gentil Duarte se visiona como el GAPF vencedor en Nariño. Y la Segunda Marquetalia de Iván Márquez, que aunque llegó tarde (2019-2021) hizo valer su experiencia militar y de conocimiento del territorio especialmente del pacifico sur, es la segunda estructura vencedora. Ambas han sabido articular estructuras armadas ilegales locales del narcotráfico a su estrategia expansiva y de control territorial.

3. Existe una actividad muy dinámica de pactos, acuerdos y articulaciones de coordinación de EAI en el territorio nariñense en donde los GAPF han asumido la direccionalidad de la guerra supeditando al resto de las estructuras a sus estrategias, incluso llevando a su órbita de incidencia a grupos tan fuertes como el Clan del Golfo.

En medio de este panorama de un nuevo ciclo de guerra, de control territorial de las EAI y los GAPF que ha generado un nuevo ciclo de crisis humanitaria en Nariño, sigue desarrollándose una fuerte resistencia y de construcción de alternativas a la guerra, de defensa de los acuerdos de paz y de defensa de sus territorios. Las comunidades nariñenses construyen día a día procesos culturales de vida, se asocian en la producción, en la autoprotección y trabajan en minga por sus comunidades, en resistencias civiles sobre las que la comunidad internacional, los estados amigos de la paz, los centros de pensamientos nacional e internacional deben dirigir sus miradas, recursos y capacidades para visibilizarlas y apoyar sus potencias de aporte a la paz.

 

Bibliografía

 

Viracachá, W. (8 de agosto de 2021). Se intensifica el conflicto en el pacífico nariñense: centenares de indígenas Awá están atrapados. Obtenido de Bluradio: https://www.bluradio.com/ blu360/pacifico/se-intensifica-el-conflicto-en-el-pacifico-narinense-centenares-de-indigenas-awa-estan-atrapados

Fundación Paz & Reconciliación. (2021). Grupos Armados PostFarc (GAPF): Una Nueva Espiral De Violencia En Colombia. Bogotá: PARES.

Radio Nacional de Colombia. (28 de julio de 2021). Desplazamiento en el Pacífico nariñense supera las 10 mil personas. Obtenido de Radio Nacional de Colombia: https://www.radionacional.co/regiones/pacifico/desplazamiento-10-mil-personas-costa-pacifica-narinense

Guanga, J. C. (septiembre de 2021). Entrevista a líder indígena Awá. (Z. Hernández, Entrevistador)

Redacción Bluradio. (21 de febrero de 2021). Tres mujeres han sido asesinadas en los últimos 20 días en Olaya Herrera, Nariño. Obtenido de Bluradio: https://www.bluradio.com/judicial/ tres-mujeres-han-sido-asesinadas-en-los-ultimos-20-dias-en-olaya-herrera-narino

El Tiempo. (17 de agosto de 2020). Conmoción por ejecución grabada en video por grupo armado en Nariño. Obtenido de El Tiempo: https://www.eltiempo.com/colombia/cali/narino-conmocion-por-ejecucion-grabada-en-video-por-grupo-armado-529704

Alarcón, J. (8 de septiembre de 2021). Entrevista a Jesús Alarcón. (Z. Hernández, Entrevistador)

Semana. (18 de marzo de 2021). Más de 400 personas abandonaron sus hogares por combates en el Pacífico nariñense. Obtenido de Revista Semana: https://www.semana.com/nacion/ articulo/mas-de-400-personas-abandonaron-sus-hogares-por-combates-en-el-pacifico-narinense/202131/

Lair, E. (1999). El terror, recurso estratégico de los actores armados: reflexiones en torno al conflicto colombiano. Análisis Político, 65-77.

Colprensa. (20 de agosto de 2021). 14 policías heridos en combates con las disidencias de las Farc en Tumaco. Obtenido de El Colombiano: https://www.elcolombiano.com/colombia/combates-con-las-disidencias-de-las-farc-en-tumaco-dejan-14-policias-heridos-EC15422565

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Blair, E. (2004). Mucha sangre y poco sentido: La masacre. Por un análisis antropológico de la violencia. Boletín de Antropología Universidad de Antioquia, 165-184.

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