Mujer: un día que es toda una vida
Día Internacional de la Mujer: nuestro Homenaje
Presentación

“Mujeres líderes: Por un futuro igualitario en el mundo de la Covid-19”, tema del Día Internacional de la Mujer, 8 de marzo de 2021.
El tema celebra los enormes esfuerzos que realizan mujeres y niñas en todo el mundo para forjar un futuro más igualitario y recuperarse de la pandemia de la Covid-19.
Asimismo, está en consonancia con el tema prioritario del 65º período de sesiones de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer, “La participación de las mujeres y la adopción de decisiones por ellas de forma plena y efectiva en la vida pública, así como la eliminación de la violencia, para lograr la igualdad entre los géneros y el empoderamiento de todas las mujeres y las niñas”, y con la campaña Generación Igualdad, que exige el derecho de las mujeres a la toma de decisiones en todas las esferas de la vida, la igual remuneración, la distribución equitativa de los cuidados y el trabajo doméstico no remunerados, el fin de todas las formas de violencia contra las mujeres y las niñas y unos servicios de atención de la salud que den respuesta a sus necesidades.
ONU Mujeres Colombia, sostiene que los efectos de la violencia contra la mujer y de la violación de sus derechos humanos en este contexto los experimentan mujeres de todas las edades. Son víctimas de actos de amenazas, asesinato, terrorismo, torturas, desapariciones involuntarias, esclavitud sexual, violaciones, abuso sexual, embarazos y abortos forzados.
Más de 400.000 mujeres han sido víctimas de homicidio en el marco del conflicto armado. La violencia ha generado el desplazamiento interno de más de 2.700.000 mujeres. Y un 15,8% de las mujeres desplazadas declaran haber sido víctimas de violencia sexual. Las mujeres pertenecientes a grupos étnicos indígenas y afrocolombianas se han visto afectados de manera desproporcionada por la violencia derivada del conflicto; de 3.445 casos de homicidios de personas indígenas y afrocolombianas, el 65,5% eran mujeres.
La conmemoración del Día Internacional de la Mujer, es más que un día, es toda una vida de historias por contar y construir. Es también un campanazo a la esperanza. A soñar un futuro posible, donde quepa el amor incluso en medio del dolor, la felicidad en la tragedia y la poesía y el canto en el anochecer.
Bienvenidos a esta conmemoración: un homenaje en la Palabra.
Locura mía
Por: Jaime Enríquez Miranda

Locura mía, el pretender
que tú llegaras a quererme,
Vivir pensando que algún día puedas darme
todo ese amor, que yo en mis sueños he vivido.
Locura mía, creer que tú
podrías cambiar mi cruel destino
Si ya son tantos los fracasos que he vivido
que ya debiera acostumbrarme a mi amargura.
¡Qué insensatez!
Si eres la luz
y yo soy noche eterna
Si eres la cumbre
y yo soy un abismo
Locura mía
el pretender que fueras mía
¡Qué insensatez! (bis)
Nuestro sueño de amor
Por: Jaime Enríquez Miranda
Mi gran amor
no puedo soportar la soledad
tú sabes bien que si no estás conmigo
mi tristeza es mortal.
Debemos aceptar
que el destino implacable nos negó
el más profundo anhelo de alcanzar
nuestro sueño de amor.
Ya descubrí
la única manera de lograr
que jamás te separes de mi
y que nunca me aleje de ti.
Abrázame
cierra tus ojos y déjame sentir
la dulce comunión que permitió
eternizar mi amor
No voy admitir
un solo instante más sin tu querer
es preciso que acabe de una vez
esta locura de amor.
Por eso voy
a meterme en tu mente
navegar por tus venas
sentir lo que sientes.
Quiero
refugiarme en tu alma
compartir tu conciencia
diluirme en tu ser…
Mujer
Por: Arturo Prado Lima

Entre tus pechos astrales había un escondite
Que yo usaba mucho,
Un lugar de nubes lácteas
Vencedoras de la gravedad
Y el punto fijo del centro de la rueda.
Allí iba a esconderme
Cuando las tardes armadas salían de los cuarteles
Y la aldea planetaria era un cementerio
De quimeras fraccionadas en naciones oscuras.
Iba yo a celebrar tus manos
Donde tú me esperabas.
Miles de generaciones de mujeres como tú
Salían a mi encuentro.
Habían hecho guardia en sus pezones tibios.
Mujeres que fueron barro
Y polvo celeste al mismo tiempo,
Arcoíris y pájaro en el mismo corazón:
Las Helenas de Ulises, la madre de mis hijos,
Las mujeres de Salomón, las Remedios de Macondo,
Las niñas del parque de Sotomayor,
Las colegialas andaluzas, las niñas de tus ojos.

Las heroínas de Chicago,
Las Evas del último paraíso bíblico,
Las musas de los poetas al final de la tarde,
Las guerrilleras del sur,
Las Frida Kahlo de Rivera, las Magdalenas de Jesús,
Las brujas del medioevo, las vírgenes del sol,
Las mujeres que palpitaban en el mismo sitio
Donde yo iba a esconderme
Cuando el miedo y la nostalgia
Hacían de tus pechos la libertad y la necesidad,
El hogar en el momento más alto de la historia.
Empezaremos a extrañarla.
Por: Henry Manrique

A: Martha.
1
Por los cuartos más lejanos de la casa,
la vida empieza con leves movimientos,
las puertas se abren una a una
y dejan escapar cierto abrigo de cobijas.
Unas manos esparcen sobre los claveles y geranios,
el agua helada que ha dormido arrimada al filo de la alberca.
En esos instantes, ya no importa el sigilo,
solo damos espacio a las voces que tocan cuerdas armoniosas
acompasadas por el tictac de los relojes.
2
A todos nos atañe el zumbido de las losas
y los aromas de tisanas y maíces circulares.
Despertamos con pasos que van y vienen,
con pisadas que tratan de no ser oídas
pero que retumban en las duelas, en las baldosas,
en la tierra húmeda y vaporosa que besa las suelas de los zapatos viejos.
3
Con el ajetreo de la vida
se nos ha vuelto costumbre de la buena,
que en la casa alguien se adelante, que alguien imponga el despertar;
se nos ha vuelto costumbre encontrar los salones y los patios recién creados
para el juego de los niños y el trabajo de los viejos,
felicidades pasajeras.
4
Así pasan las horas,
ganando en extensión,
se bautizan con el nombre de un día, de un mes,
hasta volverse años.
5
Por los alares de la casa vieja,
aún ronda esa paz que es tenerla aquí.
Pero, qué pensar de los claveles y geranios
cuando falten esas manos que comparten la aurora con el canto de los gallos.
¡No! aunque el cuarto de la inocente edad
se levanta en el fondo de la casa, guardando retazos de recuerdo,
no quiero permitirme una despedida de antemano.
No quiero ser aquel que voltee la mirada a la ventana
y descubra que la noche se ha extendido para siempre.
Ella ya no estará, y por primera vez sentiré miedo, lo sé,
pues no escucharé las caricias dibujadas en la voz,
en las manos de ese ser que siempre le ha ganado al alba.
6
Así empezará a vaciarse la nostalgia sobre la casa desolada,
así empezaremos a extrañarla y hasta el último portazo,
el que anuncia los adioses,
lleno de rabia sentirá su ausencia.
7
El reloj se detendrá e iniciará el conteo por nosotros,
estaré vacío por primera vez y alguien empezará a extrañarme.
Mujeres (Mito y realidad)
Por: Juan Revelo Revelo

Mujer mitológica y real
dulcificada por la ternura y el amor
para ser la otra mitad del mundo.
Diva ante los ojos sedientos
de redondeces de sándalo y frutas.
Eva con rostro voluptuoso
contemplado un millón de veces
en espejos de luna
cuando la euforia está próxima.
Minerva con vaivenes de mar y de plumas
que incitan al hombre a observar las diferencias
en amaneceres áridos que marcaron épocas.
Progenitora
al recibir la semilla en el abrazo
que incendia el cuerpo como hoguera de luz.
Madre sustituta
en el vaivén del orbe
cuando falta la mano que sostiene y acaricia.
Ariadna valerosa
que venciste urdimbres secretas
en laberintos de la muerte.
¿Salvarás a tu amado
de la perfidia del minotauro iracundo?
Tal vez ahora
reinventarás tu lealtad sin dobleces
y lo enceguecerás para siempre
con los hilos del fuego que trajiste
el día de tu entrada triunfal al paraíso perdido.
Mujer imprescindible
cuando la sensatez de madre amorosa
desvela el misterio de los tiempos difíciles.
Nunca abandones tu misión
de encender la vida
y alumbrar las tinieblas del mundo.

Foto escultura tomada de catálogo Museo del Prado: https://rb.gy/rvxk42
Mujer
Por: Elisa Magdalena Vela de Vela

“Mujer… Si puedes tú con Dios hablar,
pregúntale si yo alguna vez…”,
dice una conocida y vieja canción
en mis recuerdos.
Yo hablé con Dios,
no una, sino mil veces,
mientras tú fuiste capullo
y te convertiste en rosa…
Te mostré mis huellas,
para que tú las sigas
y mi ternura abrigó tu ser
mientras dormías…
Yo intenté bajar para ti la luna
y atrapar en mis manos una estrella,
para que tú fueras feliz,
para que tú sonrieras.

Ya la ventisca desvaneció
el otoño de mi vida,
yo esperé a tu lado
que se anunciara el día
y la noche muriera…
Yo soy sándalo que te alivia
y soy tu espejo…
Mis ojos son lluvia y son caricia.
Yo soy quien sueña, ríe y llora
según las circunstancias de la vida.
Yo soy la savia que nutre,
soy enigma, soy pasión,
soy madre, soy Mujer.
Yo soy la vida misma.
Sueño sin fronteras
Por: M. E. Leónvera

Dedicado a la mujer migrante.
Mujer como tantas otras, sin más alternativa
deja atrás a los suyos, su comarca y una vida
se marcha con la tristeza disfrazada de sonrisa
la ilusión, los recuerdos los esconde uno a uno.
Lleva en el alma amargura, porque ve sombras venir,
los destellos de la aurora huyeron de su esperanza
ahora presiente quejidos de abandono y de fe
es el miedo al fracaso, es el miedo a no volver.
El camino se hace angosto, el andar se vuelve lento,
se desvanece el día y la noche llega impía,
invade el miedo su alma al sentir la soledad,
sin embargo, tiene claro: no puede dar marcha atrás.
Y se ha llegado el momento…
Se vislumbra la frontera donde NO puede pasar
porque un documento inhumano no la dejará avanzar…
Lo intenta de mil maneras, pero esa tierra anhelada
no puede ser alcanzada.
¡Es de otros sin razón!
¿Acaso el suelo bendito se creó con mil fronteras
que nos unan, que nos lleven a aquellas lejanas tierras
donde se pueda hallar seguridad y sosiego en un duro caminar?
Pensativa, cabizbaja va magullando su pena…
y sin preámbulo alguno ¡abren paso en la frontera!
y esa avalancha humana en visas no piensa ya…

Complacida ahora la luna vierte rayos de fulgor.
Decidió abrazar el encuentro entre la ley y el perdón.
¡Mujer te sabes dormida y no quieres despertar!
Mujer
Por: Johana Villota

Flor sin marchitar, tienes el color de la vida.
Eres más que musa, más que ángel por tus manos y corazón, eres poesía.
Dios te guarda en su protección y custodia por ser bendición de quien te rodea tu gracia.
Alma pletórica de amor y alegría, alma de dolor y tristeza. Derramas perfume dulce de ternura, mujer fuerte y delicada, sol y luna, dualidad, sensualidad, motivación, gratitud, por ser suave canción, y del mundo una razón.

Salve mujer
Por: Edmundo Bolívar Cerón Martínez

Salve mujer, de tan nobles senderos,
El más hermoso ser de los mortales
Expresiones de amores placenteros
Y antologías de versos inmortales.
Salve mujer, antorcha bendecida
Y horizonte de luna que fulgura,
El sentido precioso de la vida,
Con su vibrante y natural albura.
Salve mujer, de amores sin linderos
Que riegan primaveras en caminos
Porque lleva jardines verdaderos
De rosas y claveles tan divinos.

Salve mujer, de amores maternales
Con su gracia luciente de alegría
Donde nacen los mundos fraternales
Con la linda ilusión de cada día.
Salve mujer, que piensa a cada instante
Que su deber es grande en este suelo
Que es destello de amor nunca distante
De su gran corazón, un don del cielo.
Mujer
Por: Julio César Chamorro Rosero

Fuerza que nace
al compás del sentimiento,
brisa que orienta el vaivén de los recuerdos,
valiente capitana de los sueños,
compañera solidaria en la ilusión.
Luz que alumbra todos los caminos
que recorre el trashumante corazón
y alienta la esperanza que siempre huye
en los vientos caprichosos del amor.

M otivo del cariño y la ternura
U nico ser que sonríe ante el dolor
J unto a ti todo es calma y es dulzura
E res el fuego que fulmina la amargura
R indiéndola en tu voz y en tu calor.
Mujer, mi todo
Por: Luis Iván Caipe

Mitad indispensable de mi todo
suave, delicada y tentadora
que deslumbras y me atraes cuando te miro
permitiendo fantasear ser mi señora.
Tu presencia suprime los abrojos
que torturan mi mente sin medida,
eres tú el manantial de almíbar
que elimina la amargura percibida.
Diligente, agradable y oportuna,
eres siempre mujer como ninguna,
distinguida creación en la hermosura,
si te pierdo termino en la locura.
Elevo al cielo todas mis oraciones
pidiendo a Dios que cuide de tu vida
para vivirla los dos sin condiciones,
eres la dama que llevo aquí prendida
eres amor que adoro sin medida.

Mujer mía
Por: J. Mauricio Chaves-Bustos

Mujer mía,
que estás en la tierra,
santificado
sea tu cuerpo,
venga hacia mí
tu entrega total.
Hágase toda tu voluntad en mi ser,
así en la tierra
como en todo el universo.
Dame hoy
el placer
de cada instante,
déjame caer
en todas tus tentaciones
y
aprisióname
de
todo
tu
bien,
Amen.

Locos
Autor: Julio César Luna Silva

Del libro “Cartas sin fecha para una amante sin nombre”
Somos dos locos sin remedio
que a riesgo de morirnos
decidimos amarnos.
Corremos el uno al otro
sin mediar tiempo,
hora ni distancia,
y en la oscuridad de
cualquier rincón cómplice
nuestros cuerpos se buscan
para sellar con nuestros labios
el beso tantos años esperado…
Te veo y no lo creo:
tu respiración entrecortada,
el acelerado palpitar de tu asustado corazón,
y el temblor de tus manos al volante de un auto,
que, como tu razón,
está a punto de estrellarse…
Me besas y te vas.
La magia de la noche se rompe
con el chirrear de neumáticos que se alejan…
y yo, allí, al igual que la noche fría y solitaria,
aguardo un momento
para mirar que te alejas
y respirar tu perfume…

Confesiones de una mariposa cansada
Por: Carlos Arturo García Bonilla

Vengo con mis alas rotas
y una luz en la mirada,
con mi voz de contralto
y la sonrisa cansada;
vengo a contarte esta noche
lo que encontré en mis andanzas;
vengo a entregarte esta noche
la llave que abre mi alma.
Yo caminé los caminos,
agoté los libros,
sobreviví a mil madrugadas
buscando algo que fuera cierto,
algo que fuera eterno,
algo que me despertara.
Medí tantas calles
con mis piernas largas,
besé tantos labios
con mi boca manchada.
Me hablaron de amor,
no creí una palabra.
Me cansé de todo
y me refugié en la nada.

Mil cuerpos pasaron por mi cuerpo,
mil noches navegué el desierto,
mil veces llegué cansada.
Caí en el fondo del silencio
y terminé la noche hastiada.
Nada me decía el mundo,
y yo también callaba.
Mi felicidad no era asunto de nadie
mi tristeza era mi única aliada.
Por fin elegí cansarme
y caer por el borde de mi propia alma.
En el fondo del abismo
una sorpresa me esperaba.
La estrella que me ilumina,
en el fondo de mí aguardaba.
entendí que mi propia voz
era lo que buscaba,
y encendí mi propia luz
para iluminar mis madrugadas.
Yo quería que alguien me llevara a volar
pero descubrí mis propias alas.
Yo quería una luz para mis noches,
pero encendí una luz en mi mirada.
Yo quería que me escribieran poemas
pero descubrí la poesía en mi alma.
Ahora que sé quién soy,
en todas partes la poesía me atrapa.
Poesía es el milagro cotidiano de la mañana,
la sonrisa que encuentro en las calles,
el misterio de la esperanza.
Poesía es un secreto
a punto de revelarse,
más allá de las palabras.
Una tregua con el abismo,
un olor que trae el viento,
un rumor de nostalgias.
No importa que no escriba poemas,
la poesía es mi casa.
Sé que tengo las alas rotas
de volar tantas tempestades,
pero las remiendo con esperanza.
Sé que mañana me llevará el viento
a perseguir nuevas mañanas,
y tal vez estaré triste de nuevo.
Pero sé que no me importa,
que siempre tendré una luz en mi mirada.
La poesía me habita
estoy preñada de esperanza.
No diré más, debo seguir volando,
no preciso de palabras.
Poesía es el silencio
en el que descansa mi alma.
Mujer…
Por: Álvaro Germán Flórez Rosero

Cuerpo de sombra,
reclinada dibujas la playa
anunciando la noche estéril de estrellas.
Apagas tus ojos
inaugurando la penumbra,
pintando el mundo de tristeza.
Deja volar tu mirada sempiterna
para que la luna alumbre con lucidez
al filósofo perdido.
Deja que tu voz acaricie las montañas
y brote el eco para destapar los oídos
del tozudo navegante.
Abre tus manos y haz vivo el fulgente abrazo
para los corazones melancólicos.
Desenreda tus cabellos y libera las musas
para que caigan, cual estrellas fugaces,
sobre el rancio papel de los poetas.
Quiero volver a deslumbrarme
con el brillo de tu piel
acariciada por el sol.
Déjame saborear tu silueta
sembrada en la arena.

Ausencia
Por: Luis Castillo

Tus recuerdos se esfuman en el tiempo,
necrosan las horas, los minutos,
incluso los segundos.
Tu ausencia deambula en la habitación.
Vacíos de amores nuestros seres.
¿Habrá otra oportunidad?
Re-encuentro
Ven nuevamente a mí
deshojemos juntos
las hojas del calendario;
compongamos
las notas de una nueva melodía.
Préstame de tu corazón, los latidos
y acompañémoslos con el TIC TAC de mi reloj.

Alucinaciones
Por: Uriel René Guevara Revelo

Como si una puñalada
de espíritus demoledores
hubiese invadido mi sueño
a las tres y treinta de la madrugada
abrí mis ojos sudorosos
y entre la oscuridad
pude ver al demonio,
con su carita de ángel,
desaparecer
en forma de humo sonriente,
delgado como rendija de vidrio,
llevándose entre sus dientes
la carne de tus caricias,
tu rostro vestido de labios
y el más hermoso sembrado
de mis manos en tus pupilas.
Temblando,
cirniendo mi voz entre la almohada,
busqué tus oídos
y tus cabellos
con mis dedos todavía dormidos,
y ya no estaba
ni siquiera tu olor,
ni el vestido de dormir
-que amo desde la primera noche-
y que acostumbrabas olvidar
cuidadosamente desdoblado
al filo de la cama.
Demonio.
Carita de ángel desobediente y rebelde,
si ya te has ido para siempre
de este cielo de sábanas y espuma
haciendo uso de tu libertad
-de todo tu derecho-
al menos déjame dormir tranquilo,
no vuelvas para torturarme
con tus recuerdos de amor,
con tu demoledora figura de mujer,
con tu rendija de vidrio
cortándome de par en par
el sueño
y la piel,
que no deja de extrañarte
-desde que no estás-
todos los días,
a la madrugada.

Sé la chica de rojo
Por: Leticia Franco

“Para liberarse, la mujer debe sentirse libre,
no para rivalizar con los hombres,
sino libre en sus capacidades y personalidad”. Indira Gandhi
¿Se puede ser la chica de rojo en esta sociedad? -ser la chica de rojo es un reto diario de toda mujer porque es a través de la fortaleza que hemos superado las dificultades para llegar a lo alto de la cima-. Las mujeres a través de los siglos hemos llevado a cuestas la inmensa carga social que sobre nosotras recae.
Alguna vez escuché que si no cumples ciertos estándares de belleza estás lejos de ser la mujer perfecta. Me pareció ofensivo y atrevido, un insulto al género femenino, porque no existe la perfección en un mundo lleno de variedad, como nos da ejemplo la sabia naturaleza. Considero que la mujer ideal, la mujer perfecta existe en el imaginario de aquellos a quienes les quedó grande pensar el mundo desde su variedad y color, desde su infinidad de formas.
Puedes ser la chica de rojo cuando te arriesgas a romper esquemas, a salir de la burbuja del paradigma que la mujer exitosa es aquella que brilla por su físico y no por su conocimiento. Muchas mujeres sienten que pierden magia cuando se comparan con los estereotipos falsos de comerciales o el imaginario del ser humano promedio, pues ella misma se reafirma, que si no tiene esto o aquello no es ideal en una sociedad que quiere pensar por las mujeres.
Ser la chica de rojo, es ponerse ese vestido que no le horma o lucir sin maquillaje, es decirle al mundo: “¡Hey, las mujeres no somos perfectas!”, nacimos del mismo útero y solo deseamos cumplir la misión de vivir. Es ejercer un rol diferente del que tuvieron nuestras abuelas, incluso nuestras mamás, alzar la voz sin temor, negar lo que no deseamos y ser auténticas, sin pretender ser la copia barata de alguien más.
Además, ser esa chica, es asumir la vida desde otros modelos, apoyar su género, querer a las demás y admirarlas, sin opacar su luz, pretendiendo brillar a costa de ello; cada mujer es perfecta, y cuando aprendamos a querernos, sin dañarnos entre mujeres, sólo entonces tendremos el oro en nuestras manos.
Sé la chica de rojo que va por la calle, que exige respeto a quien le lance un piropo grosero; sé esa fuerza renovadora que se levanta agradecida de su físico e intelecto, de cada logro y situación superada.
A ti, que me leíste, te aprecio y reconozco.

La busco y no sé si espera que la busque
Por: Julio César Goyes Narváez

El día tan preciado que te oculta me hace decir estas cosas.
La sonrisa que botas delante de mi paso me duerme a tu lado y me despierta y me vuelve a dormir al otro lado, cuando el día crece callado y solo y ya te has ido.
Te busco entre las fotos anochecidas de la ciudad que amo y sólo encuentro a una niña con voz de rocola ofreciendo gardenias, te busco en el cometa que destaza el firmamento y que seguramente regresará cuando ninguno de los dos estemos, te busco sin preguntar a nadie porque tengo miedo que contesten que no saben, que jamás han visto una mujer así.
En el tinto de las tres y media de la tarde te busco o en el noticiero de las siete. Te busco en la firma histérica de convenios que nadie respeta, en la droguería ilegal, en las matanzas gloriosas o en la película que muestra un sexo parecido al tuyo en esfumato; en la playboy remember production que llora a su muñeca porque se le quebró el dedo meñique, te busco, y me cercioro de que no sospechen que te busco, no quiero que pregunten por qué sueño con encontrar una mujer que no ha existido nunca.
Observo a las amantes de todos los hombres de la tierra, a ver si estás allí, entregándote sin renegar de la poesía que te tocó vivir; estás hecha de viaje y silencio, balbuceo y espera.
En los etcéteras del mundo te busco y no sé si esperas que te busque, vieja supersticiosa y cómplice. Sigues estando, aunque no estés, porque eres prueba de que alguna vez existió un lugar donde el agua no era todavía espejo y las hojas caídas seguían siendo árbol. Estás forjada a la velocidad de caballos electrónicos, de universos digitados por una raza de ángeles que gritan: ¡Oye amada, amiga, conocida!, déjame entrar en tus ojos y parir la ciudad del porvenir.
Un puñado de hormigas en la noche
Por: Julio César Goyes Narváez

No es tu atuendo de manga japonesa el que me atrapa, sino ese abismo en celo que cae sobre mis ojos volcánicos, no el nombre de princesa de pueblo, sino el vórtice de tu boca de pez rojo, el pliegue de tu lengua remota, tus enlagunados senos donde llega a beber el colibrí de mi lejanía.
Dices sin decir queriendo decirlo todo, en el momento exacto en que tus ojos son ya mi cuerpo girando hacia tu vientre.
No es tu perfume el que contamina mi respiración sincopada, sino ese fármaco primitivo que no ha podido diseñar ningún olfato. No es tu estatura de popstar la que hace florecer un cactus en mi desierto, no tus zapatillas ni tu bolso ni tus prendas remarcadas las que me desimantan del piso, sino esa sutil prisa de modelo que desfila por la pasarela del sueño.
Con tu paso de jirafa desinteresada te aproximas y me amas y nos vamos muriendo de tanta vida solitarios. Tu compasión no cubre mis deudas ni mis engaños, acaso conjura el fracaso como un trapo húmedo que limpia los muebles abandonados de la patria. No es sólo ese consejo breve el que me obliga a regresar, sino la solidaria calma con los vecinos del mundo y esas culinarias manos que vuelven delicioso todo lo que tocan. Tus gritos no doblegan mi danza nocturna, ni tu desconfianza de protagonista de telenovela capitaliza el deseo de seguir enredado a tus caprichos.
El silencio que madura en ti florece también en mí y el día se tiñe despacio en nuestra ventana.
Los tambores de tus ojos trocean mi tristeza y me incitan a arrojar un puñado de hormigas a tu geografía desnuda en medio de la noche.
Mujer, vida y galope
Por: Nury Mora Bustos

Sobre un fuerte y ágil caballo negro, cabalgaba, sin miedo a la soledad del camino, la hija amorosa y servicial; la hermana leal y cómplice; la esposa respetuosa, honesta e incondicional; la madre abnegada, responsable y con temple; la tía alcahueta y cariñosa; la abuela dulce y serena; la amiga generosa y oportuna; en fin, una mujer espiritual y valiente, digna de la admiración y gratitud de todos.
Sobre un fuerte y ágil caballo negro, de galope sereno y tranquilo, cabalgaba en la madrugada de la vereda al pueblo, la madre protectora, llevando en las alforjas leche, papas, choclos y huevos o lo que a bien tuviera. Y regresaba al campo cargando pan, arroz, azúcar, panela, naranjas, cigarrillos Pielroja y un paquete de bombombum rojo, ilusión dulce y grata para sus hijos.
Sobre un fuerte y ágil caballo negro, que se desplazaba sobre barriales, yerba húmeda y tierra seca, cabalgaba la madre de espíritu sereno, que madrugaba, algunas veces, a hacer el pan (de sal para su papá; bizcocho para su mamá; muñecas de harina para sus hijas; burritos para sus hijos y pan para todos, incluidos los vecinos del barrio), y siempre a prender leña, calentar el agua para preparar el café de su familia y de todos los que a su casa llegaban con el pretexto de saludarla. A todos acogía en su cocina, pues alrededor del fogón amasaba y cocía infinitas lecciones de amor fraterno.
Sobre un fuerte y ágil caballo negro, escuchando los látigos del viento que mecía las hojas de los árboles, cabalgó la madre que dulcemente silbaba y entonaba pasillos, bambucos y sanjuanitos mientras echaba agua a sus matas y de paso despertaba a sus hijos, pues creía que “en el madrugar estaba el vivir”.
Sobre un fuerte y ágil caballo negro, y con el crujir de los chamizos y los ladridos cuasi salvajes de su perro Guardián como compañía, cabalgó la madre que atizaba el fogón de la nostalgia para darle curso a un sinfín de historias de infancia vividas y contadas con la inocencia sublime de los seres nobles.
Sobre un fuerte y ágil caballo negro y con cascos a medio herrar, cabalgó la madre que cargó en su espalda cantinas, yerba, chamiza, papas, platos, galones de agua y nietos, todos sujetados con chalinas de colores cálidos y vivos para subir y bajar con obstinación la quebrada colina de la vida.
Sobre un fuerte y ágil caballo negro, cómplice de alegrías, fatiga, llanto, felicidad y quebranto, cabalgó la madre sensata que desafió a la tradición y despidió, con bendición y pañuelo, a cada uno de sus hijos, con la convicción de que lejos de su pueblo tendrían mejores oportunidades y en donde aprenderían no solo de las tareas de la vida, sino que elegirían en cuál de ellas ocuparse.
Sobre un fuerte y elegante caballo negro, a quien le estorbaba el freno, cabalgó la madre de corazón grande y sentimientos nobles; que espantó al miedo y a la soledad; que enfrentó cual hidalgo a la frustración y a la ausencia de sus seres queridos; que desterró la vanidad con coraje y humildad innatos; que como suerte de ave fénix se repuso a la enfermedad, al dolor y al sufrimiento con su advocación mariana, su fe inquebrantable en Dios y en la ciencia.
Sobre un dócil y elegante caballo negro, de crines largas, de resplandeciente pelaje y de pisadas como caídas de bronce, galopó imponente la mujer de paciencia infinita, de entrega y servicio incondicionales; de bondad desbordada y de sacrificio impensable; de templanza serena y humor contagioso, virtudes propias de una madre, símbolo de vida, tejida con amor a través del tiempo.

El día internacional de la mujer un espectáculo sanguinario y mercantilista
Por: Carlos Campiño Rojas

No era de extrañarse que el convulsionado siglo XXI, se confabulara nuevamente con la sociedad de consumo, y decidiera abrir sus mercados libres para exhibir sus robustas vitrinas cosméticas encaminadas a zacear las voraces demandas de los consumidores que encuentran en los campos de concentración de los centros comerciales el pretexto perfecto para adquirir productos y llenar las frívolas expectativas derivadas del simbolismo del día internacional de la mujer, a sabiendas que esta macabra fecha evoca un pasado obscuro, plagado de desazones humanas que rayan directamente en la tiranía y el atropello de los derechos humanos.
Connotación sombría que por obvias razones conmociona a la opinión pública a escala mundial; a tal punto de incrustarse como un dardo en nuestra entintada y frágil memoria.
Ahora bien, si invocamos los monstruos que transitan sobre el lomo de la historia encontramos que la “celebración” del Día de la Mujer surge en el seno mismo de una escena dantesca, en donde el abuso, la explotación y la impunidad causaron la muerte de 146 mujeres, algunas quemadas y otras muertas ante el temor de las llamas.

Este excéntrico día que evoca una versión moderna del obscurantismo medieval más exacerbado, no conmemora la diplomacia de mujeres acaudaladas, amables, de buena familia, con glamur y etiqueta como la bomba electrónica de destrucción masiva ha pretendido maquillar desde el tocador de los medios masivos de comunicación.
En realidad, este lánguido episodio rememora el sufrimiento, y de paso agonía de aquellas mujeres revolucionarias, migrantes, insumisas e insurgentes, que decidieron manifestar su voz de inconformismo ante la voz del tirano opresor, para develar su indignación y deplorable vida conyugal y laboral experimentada en ese entonces.
Sin duda alguna son varios hitos los que marcan este día: un levantamiento de mujeres rusas, una ocupación de trabajadoras neoyorkinas, una protesta de mujeres de Manhathan y una conferencia internacional de mujeres en Dinamarca.

Por tanto, pretender atomizar un día de la mujer en las fauces del calendario de un 8 de marzo, sería negar su trayectoria e incidencia y hacer apología económica a las pasarelas del mercado que aprovechan este día para invisibilizar la desigualdad de las mujeres desde el bombardeo publicista disparado a quemarropa en las gélidas pantallas de televisión o las cornisas publicitarias que inundan las ciudades de neones.
Revista Tdn, Periódico Testimonio de Nariño, Edición digital
Director: Uriel René Guevara Revelo
Ipiales, 8 de marzo de 2021
