“HISTORIA DE IPIALES. ORGANIZACIÓN TERRITORIAL Y POLÍTICA”, DE JOSÉ VICENTE CORTES MORENO
AUTORES NARIÑENSES
Por:
J. Mauricio Chaves-Bustos

“HISTORIA DE IPIALES. ORGANIZACIÓN TERRITORIAL Y POLÍTICA”
De José Vicente Cortés Moreno

Las historias regionales permiten ampliar el espectro de nuestras propias realidades, así, en singular, porque lastimosamente de parte del oficialismo, incluidas las academias, lo que interesa son las historias grandilocuentes, desconociendo las historias de las alteridades, no en vano seguimos pensando que no existe en Nariño una verdadera preocupación para mostrar la manera como las diferentes regiones han seguido sus procesos sociales, culturales, políticos, económicos, y hasta de la cotidianidad, como sí se lo hace respecto a los centros, baste mencionar que Colombia creció bajo el modelo impuesto del bogotano, casi como un thelos al que había que llegar, y que en nuestro departamento se replica con nuestra amada capital.
Vicente Cortés se detiene en mostrar la organización territorial y política de Ipiales, quizá con el fin de clarificar la denominación de Municipalidad y Provincia de Obando, que es la fecha en la cual los ipialeños celebramos a nuestro municipio. Para ello parte de la organización durante la Colonia y durante las diferentes facetas que tuvo el afianzamiento de nuestra república, desde la pertenencia al Virreinato del Perú, luego al de Nueva Granada, pasando por el de La Nueva Granada, la Confederación Granadina, los Estados Unidos de Colombia – que es bajo la cual se crea la municipalidad de Obando, capital Ipiales, en 1863, pertenecientes entonces al Cauca, para finalmente formar parte del Departamento de Nariño, creado en 1904, con una corta existencia como departamento en 1908 – hasta llegar a la composición de la actual República de Colombia.
Muchas de las ciudades de América, como Pasto o Ipiales, por mencionar las más cercanas, carecen de acta de fundación, para lo cual se recurre a las crónicas de Indias, a los mapas de entonces o a los relatos oficiales, sin que el autor aclare nada respecto a la fundación de Ipiales, inclusive nada se menciona del debate que se ha dado respecto a la existencia en dos mapas, de 1596 el primero y el segundo del siglo XVII con datos de 1540 a 1550, de la Villaviciosa, ubicada al sur de Pasto, en el lugar que actualmente ocupa Ipiales, y que ha tratado con profundidad Jorge Luis Piedrahita.
Pese a la buena intención del autor, hay hechos históricos que quizá debieron tratarse con mayor profundidad. Respecto a la fundación del poblado de Ipiales por parte de los doctrineros dominicos, se repite lo que ya se ha dicho por parte de historiadores como Díaz del Castillo o Justino Mejía y Mejía, sin que se aporte nada sustancial. Curioso que se hable del sacrificio de La Pola, pero nada se diga del teniente Francisco Arellano Sandoval, ipialeño, fusilado el 14 de noviembre de 1817, casi en el mismo sitio y a la misma hora que su compañera de lucha, Policarpa.
Se sigue aumentando nombres y apellidos a nuestra heroína ipialeña, Josefina Obando, asesinada el 9 de noviembre de 1822 por los realistas, entre otros por Benito Boves y Eusebio Mejía, apodado «El Calzón», perteneciente a las tropas de Agustín Agualongo y Estanislao Merchancano. Nuevamente se le agrega el Antonia y el Morillo, sin que se verifique en documento alguno tal nominación, ya que nuestros abuelos siempre se refirieron a ella como Josefina Obando, hija del pueblo.
También afirma el autor que durante las guerras de independencia, al no encontrar milicianos ipialeños en los listados, con excepción del combate de Funes, supuestamente porque no fueron motivados por los bandos enfrentados, además afirmando que al no ser Ipiales el camino que conducía al Sur, estos no participaron. Cuando no solamente la tradición oral recoge la participación de los ipialeños y de los pueblos del Sur en los diferentes levantamientos, desde los Comuneros del Sur, que llegaron también a Ipiales, así como la influencia de Miguel Tandazo y de Francisco Sarasty y Ante, hechos contundentes que no se pueden desconocer dentro del proceso de Independencia en Ipiales, máxime cuando existe un acta de autonomía firmada por los pueblos que conformaban los Pastos en 1810, de la cual tampoco nada se dice.
Hay también un error cuando se habla de la ley fundamental de 1831, donde definitivamente se separa, la denominada por los historiadores, Gran Colombia, ya que se mencionan las 18 provincias que formaron al país, en reemplazo de los departamentos, siendo en total 19, no 18 (incluida la recién creada de Vélez), además no existía para entonces la de Barbacoas, como menciona el autor, sino la de Buenaventura, con capital Iscuandé, como bien se recordará, por lo menos hasta 1835.
De igual manera creo que se despacha de manera muy simple el surgimiento de los partidos tradicionales colombianos -liberal y conservador-, sobre todo endilgando muy presurosamente la mazonería con el liberalismo, hasta el punto de afirmar que fueron “sectas” perseguidas por Isabel la Católica, cuando fue en 1728 que se crea la primera logia en Madrid, oculta desde luego y con poca participación de nativos españoles, dadas las prohibiciones de Felipe V, Carlos III, entre otros, y que inclusive después fue promovida por la propia Isabel II de España.
De igual manera parece una aseveración sin profundidad afirmar que Marx y Engels en el Manifiesto Comunista cuestionaban los principios masones y que la propiedad privada no debería existir porque “es un robo”, según afirma el autor. Escrito en 1848, este manifiesto sembraría las bases del postulado filosófico-económico de sus autores, ahí está el germen del materialismo histórico, la lucha de clases y la crítica al modo de producción capitalista, además en ningún lugar hablan de “robo”, ya que, como he dicho, implica un reduccionismo falaz.
Muy interesante aporte al transcribir algunos apartes de la Constitución Municipal de Obando, que el autor confunde con la ley que crea la municipalidad -Ley 131 del 23 de octubre de 1863 emanada por el Estado Soberano del Cauca-, constituyéndose en un documento que permite rastrear aspectos fundamentales de la organización política del territorio. Queda por demostrar que el nombre de la provincia se debe a Josefina Obando, como se deduce del texto, inclusive se habla de un discurso de Avelino Vela al respecto, el cual al haberse publicado habría dirimido de una vez por todas el debate frente al nombre de la provincia, para muchos un homenaje a José María Obando, quien tanto tuvo que ver con el liberalismo draconiano en el Sur de Colombia.
Respecto a la división territorial, anotamos que el nombre de las subdivisiones territoriales, al ser federados, obedecía a cada Estado, en Cauca se llamaron municipios, así como en otros estados departamentos o provincias. En 1874, las provincias se convierten en municipios, siendo el municipio de Obando, capital Ipiales, uno de los 16 que conformaban Cauca, junto con Barbacoas, Pasto y Túquerres en el Sur. Con la Constitución de 1886 se denominan departamentos a los anteriores estados, un total de 9, más Panamá que estaba sometido a la autoridad directa del gobierno, se buscó el centralismo administrativo, de tal manera que los municipios conforman los departamentos, consagrándose un estatuto municipal para toda la república, ley 149 de 1888.
Al crear el departamento de Nariño en 1904, se compuso de las provincias de Barbacoas, Caquetá, Núñez, Obando, Pasto, Túquerres y parte de Buenaventura. Las provincias estaban regentadas por un Prefecto y los municipios por un Alcalde, lo cual ha dado pie a tantos equívocos cuando se estudia la historia ipialeña y que el autor trata de esclarecer en el libro. Sin embargo, es en 1905 cuando se afianza el sistema departamental en Colombia, bajo el gobierno de Rafael Reyes y el pensamiento de Uribe Uribe.
En este repaso que hace el autor sobre la historia vernácula, se detiene en la Guerra de los Mil Días, tomando como fuentes principales los documentos de Leonidas Coral, entre otros, conocidos ampliamente por los estudiosos de estos asuntos. Respecto al general Avelino Rosas, anota el autor: “Al anochecer, al darse cuenta de su identidad, los jefes del conservatismo no dudaron en mandarlo a fusilar; un miembro del batallón Calibío, apodado Calzón, quien no lo conocía, disparo sobre su humanidad”. En aras de aclarar este punto, como es el asesinato del general Avelino Rosas en Puerres, quien estando herido y ya vencido fue ultimado a tiro de fusil por un soldado de apellido Chamizo, al igual que su secretario José María Caicedo. No es cierto que se haya dado orden de fusilarlo, como afirma el autor, ni que no lo hayan conocido al momento de la captura, ya que el capitán Santacruz ordena que sea trasladado a la casa donde está el Estado Mayor del ejército gobiernista, donde Rosas solicitó insistentemente una entrevista con el general Guerrero, petición que le hizo inclusive al cura que quiso asistirlo en esos momentos, ante lo cual se negó rotundamente. Al momento, estando solo en la habitación, ingresa el soldado Chamizo y lo hiere cobardemente con un tiro de fusil en el bajo vientre, muriendo momentos después.
Confunde el autor al asesino de Josefina Obando, ese si apodado Calzón, con el soldado Chamizo, del batallón Calibío. Respecto al cuerpo, que fue profanado tanto en Puerres como en Ipiales, afirma que fue enterrado en Ipiales y luego trasladado a su pueblo natal, Dolores – Cauca, hoy Rosas. En la investigación que he hecho al respecto se demuestra que el cuerpo fue robado en 1907, sacado de Ipiales, sin que realmente se sepa su paradero, bien porque fue sustraído por masones y llevado a Cuba o entregado a sus familiares. El artículo donde afirmo esto, está sustentado en documentos y aparece publicado en varios medios virtuales.
Temas como el de la estatua de Santander en Ipiales ya han sido abordados, donde hemos recordado que en mayo de 1940 se conmemoró el centenario de la muerte de Francisco de Paula Santander, el gobierno nacional, mediante la ley 14 de 1939 honra la memoria del hombre de las leyes, estipulando en el artículo 4º: “En las Capitales de las Intendencias Nacionales y las Comisarías Especiales, en campo de la batalla de Boyacá, en el puerto de Buenaventura y en Ipiales, se colocarán sendas estatuas del General Santander”, como un homenaje del presidente Santos Montejo al liberalismo ipialeño.
Al final, el autor se apresura, a nuestro parecer, al tratar de incluir un estudio sobre la constitución de 1991 y la Guerra de los Mil Días, lo cual despacha en menos de dos hojas, una de las cuales la ocupa un listado de los partidos políticos reconocidos por el Consejo Nacional Electoral, lo cual realmente ni aporta ni dice nada nuevo a lo ya conocido. De igual manera creemos que sobran los anexos, que no son más que fotos de algunas páginas consultadas por el investigador. Así mismo, creemos que toda investigación debe tener unas fuentes confiables, para eso la propia academia ha trazado pautas, particularmente con el uso de textos o de revistas indexadas, de tal manera que llama sobremanera el uso de Wikipedia como fuente investigativa, máxime cuando ella se describe a sí misma como: “Wikipedia es una enciclopedia libre, políglota y editada de manera colaborativa. Es un proyecto de crear una enciclopedia libre en la red. Cada uno puede aportar sus conocimientos sobre cualquier tema para crear una base de datos con toda la sabiduría humana”, sin que exista un rigor respecto a lo que ahí se anota, inclusive son varios los casos en donde se han descubierto múltiples errores, es por ello por lo que esta fuente no es tan confiable como a algunos les parece.
Es necesario que el libro siempre sea leído o revisado antes de publicarse, ya que aparecen algunos errores que son de pura transcripción, donde se trastocan fechas -1810 por 1910 o 1830 por 1930 – o inclusive algunos errores ortográficos, ya que los procesadores de textos permiten hacer la corrección inmediatamente, por ejemplo decir “sedio” por “cedió”.
El libro del profesor Cortés Moreno, como hemos dicho, suministra datos importantes, aclara algunos trasuntos de nuestra historia ipialeña que han sido poco tratados por los investigadores, es por ello por lo que agradecemos como lectores e investigadores propuestas como estas.
* Cortés Moreno, José Vicente (2021). Historia de Ipiales. Organización territorial y política. Ipiales: Cedigraf.
Bogotá, febrero de 2022
