Por:
J. Mauricio Chaves-Bustos

Humanismo social y cambio de estructuras pueden superar la contradicción entre los Derechos del Ciudadano (utopía liberal) y los Derechos Humanos (proyecto social), en busca de la síntesis (Declaración Universal de los Derechos de los Pueblos). La reflexión profunda obliga a la toma de posición en las actuales circunstancias, internas y externas de Colombia. Luego: toma concreta de posición para el cambio de estructuras, (¡como lo quiso Camilo Torres Restrepo!)
Umaña Luna [1]
La faceta más conocida de Umaña Luna fue la de maestro, no en vano es uno de los cofundadores de la primera facultad de sociología en Latinoamérica en la Universidad Nacional de Colombia, pero como buen dialéctico, comprendió que la teoría y la práctica deben estar dinamizadas entre sí, por eso su vida estuvo dedicada a la lucha permanente por el respeto y reconocimiento de los derechos humanos, desde su experiencia particular había comprendido la exclusión sistemática a que someten las élites a los menos favorecidos, empleando para ello el poder como sustento de sus ambiciones, fue así como defendió a los activistas políticos que fueron juzgados por cortes militares en épocas de represión.
Quizá el mayor aporte académico de Eduardo Umaña Luna esté concentrado en sus trabajos sobre el humanismo social, una propuesta utópica que busca el reconocimiento práctico de los derechos humanos para los pueblos tradicionalmente excluidos por los gendarmes del capital, por eso confió profundamente en la apuesta de la Declaración de los Derechos de los Pueblos, firmada en Argel en 1976 [2]. El humanismo social que propone Umaña Luna, por ende, parte del reconocimiento de los pueblos en su existencia, en sus particularidades y diferencias; esto se entiende en el entramado del desarrollo del humanismo del siglo XX, cuando el mundo se dividía entre capitalistas y socialistas, y cuando cada uno de estos intentaba por todos los medios de atraer para sí a comunidades enteras. Desde luego que el maestro partía de los postulados marxistas referentes a la lucha de clases y a la propiedad de los modos de producción, sólo así se entiende la importancia de la colectividad para auto determinarse, de los pueblos para seguir sustentando su histórico desarrollo.
El humanismo social confirma la importancia del reconocimiento de los derechos humanos, fruto de las ideologías liberales europeas, pero también del reconocimiento de que el ser humano está inmerso en un pueblo, es ahí donde se forja la cultura que se transmite mediante el lenguaje, es ahí donde el hombre manifiesta colectivamente su sentimiento religioso y en donde aprende a transformar el mundo para lograr su sustento físico y espiritual; es por ello que Umaña Luna propende por el reconocimiento del humanismo que se construye socialmente, por eso el primer postulado es que esos pueblos tienen el derecho a existir y a auto determinarse, para ello recurre como sustento al sueño utópico que emprendió Bolívar para liberar a las colonias españolas, sueño manifiesto en la Carta de Jamaica, pero también en el memorial de agravios de Camilo Torres Tenorio, para afianzar su pensamiento con la búsqueda de la reforma sobre lo fundamental presente en el pensamiento de Gaitán y de Camilo Torres Restrepo.
Umaña pone sus ojos sobre la sociedad colombiana, y para ello acude a la familia, entendió que es en ese primer conglomerado humano donde se afianzan muchas estructuras éticas y culturales, las mismas que repercuten en su desenvolvimiento social, ahí se transmiten odios de clase y se afianzan lazos de élite, por ello anota “Está probado que la materia prima de la atroz violencia que toda la vida ha existido en Colombia se origina en la violencia intrafamiliar; ahora, si un juez de menores busca rehabilitar, ayudar al menor a que vuelva al medio de donde salió, comete un error, porque si su medio es de crueldades y de picardías, para qué lo reintegran, ¿para que siga recibiendo todos los dolores de madres ineptas y padres a veces criminales?” [3], aquí aparece uno de los temas que trató los últimos años de su vida, sobre la niñez en Colombia, entendió que el niño padece el medio que rodea, se es violento cuando los medios para subsistir escasean, cuando la cotidianidad le muestra permanentemente las diferencias sociales y las inequidades, por eso el niño, para Umaña Luna, debía recibir un trato especial desde la judicialización y la inimputabilidad.
El humanismo social vuelca así su mirada a la familia, al niño y a la educación; la violencia, así entendida, es estructural, por ello su propuesta apunta al cambio de las estructuras colombianas, las mismas que él padeció, y que lo llevaron a ser del hijo de uno de los hombres políticos más importantes en Colombia a un gamín en las calles de Armenia; él mismo se reconocía como un milagro que tuvo conciencia para salir de su condición, para estudiar y lograr aportar a su propia comunidad.
Y dentro de ese humanismo social cobra vital importancia la educación, afianza la importancia de la interdisciplinariedad para estudiar los grupos sociales, sólo así es posible comprender las causas que desencadenan los problemas sociales, lo más fácil es juzgar y desacreditar, por eso nunca creyó en los grandes medios de comunicación, lo importante es que la educación corresponda a las necesidades de las comunidades, este humanismo necesita de científicos sociales que estudien los grupos humanos, capaces de encontrar tanto las causas como las posibles respuestas a los males que se han transmitido por años, profesionales capaces de planear y de hacer presupuestos, que entiendan los modos de producción, y que integren saberes, donde los abogados, los filósofos, los sociólogos, los médicos, tengan los conocimientos necesarios para comprender al hombre en su integridad, “El conocimiento científico, máxima aspiración para todas las naciones, es especial para las que buscan salir del subdesarrollo, exige condiciones y calidades mínimas” [4]. Ciencia y humanismo, es la diada que se propone desde el humanismo social para poder dar respuesta al por qué del entramado social que ha vivido la sociedad colombiana durante siglos.
Umaña Luna consideró que la universidad tenía un papel fundamental para lograr hacer realidad el humanismo social, el aporte desde la ciencias, como se ha visto ya, pero también el compromiso de las academias por dar respuestas concretas a las necesidades de los pueblos, su formación como jurista, pero por sobre todo su visión del país desde la sociología, le permitieron comprender que el principal acercamiento a esa realidad debe estar enfocada desde las prácticas estudiantiles que acerquen la academia a la sociedad, no puesta está en el plano del objeto de conocimiento, sino como concreción a las posibles soluciones, que sale desde la investigación social, pero aún más allá, entendió que el papel de la universidad, especialmente la pública, era devolver a la comunidad profesionales comprometidos, capaces de volver a ella no ya con extrañamiento, sino capaces de llevar a cabo el humanismo social, no en vano anotaba: “La Universidad en su afán de sincerarse ante el país no debe crear expectativas que no pueda en verdad cumplir. No se debe confundir la universidad democrática, en el sentido que a ella accedan los estudiantes más capaces procedentes de las clases populares con el engendro de la denominada universidad de masas, especie de cabildo abierto y permanente de frustraciones, meramente emotivo y ajeno al rigor científico” [5], una concienzuda critica a la protesta sin motivo y a la rebeldía sin causa que le tocó vivir en sus épocas como decano de la facultad de Derecho en la Universidad Nacional de Colombia o como Rector de la Universidad Libre.
El maestro fue testigo presencial de las luchas sociales que se gestaron en gran parte del siglo XX, pasando por la revolución de los Llanos, a la aparición de las FARC, EPL, ELN, entre otros; tuvo la cercanía intelectual y familiar de Camilo Torres, quien desde Lovaina le compartía el ideario socialista que se movía entre los obreros belgas y franceses; fue defensor de presos militares y combatientes guerrilleros en los famosos procesos penales militares; hizo parte del acuerdo de Maguncia firmado entre el Estado y el ELN con el fin de humanizar la guerra; en su vejez, veía como un verdadero peligro la mezcla de política, mafia y armas; sabía a profundidad que la universidad pública había cedido a las pretensiones de multinacionales que, como pretexto, idearon una nueva globalización amparada en el neoliberalismo; veía con suma tristeza cómo los estudiantes cedían al facilismo de los medios y a los odios sembrados por las élites; cuando las bombas coctel molotov resonaban desde su digna residencia, cerca al campus de la Universidad Nacional, decía sin ambages: “ahí están los estudiantes estrato uno, enfrentados con los policías y militares también del estrato uno”.
El humanismo social como legado intelectual e histórico del maestro Umaña Luna, puede ampliar las salidas a la problemática que enfrenta el pueblo colombiano hoy día, con seguridad le hubiese apostado al acuerdo con las Farc, sería su crítico más ferviente, pero entendería que la salida a las barbaries del país, en desigualdades, inequidades e injusticias, necesitarían del sustento de realidad –fundamento científico- para dar paso a la solución, comprendiendo que el cumplimiento a los derechos humanos se garantiza respetando las diferencias, aceptando las pluriculturalidades y generando los recursos necesarios para generar el bienestar, y con él la vida digna y el respeto a la dignidad humana –fundamento social-.
Anotaría que hasta que no se superen las causas que generaron la violencia, las mismas que han mutado, sería imposible lograr la paz con justicia social, por la que tanto se desveló y a la que dedicó gran parte de su vida.
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[1] E. Umaña, Camilo y el nuevo humanismo. Paz con justicia social, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 2003, p. 107.
[2] E. Umaña, El humanismo social, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 1997.
[3] J. M. Chaves, Entrevista al maestro Eduardo Umaña Luna, disponible en: http://eduardoumanaluna.blogspot.com.co/
[4] E. Umaña, El significado histórico de la universidad, Bogotá, Universidad Santo Tomás, Cátedra Francisco de Vitoria, 2005, p. 22.
[5] A. Vargas, Eduardo Umaña Luna, maestro universitario, disponible en: https://www.alainet.org/es/active/25091