NUESTRA HUELLA EN EL PLANETA
La crisis climática recorre la geografía del mundo y deja sus huellas en el deshielo de los glaciales, las olas de calor más intensas, los fenómenos meteorológicos extremos, los bosques en llamas, los ríos con caudales secos o desbordados, y hasta las aves migratorias delatan esta transformación.
Por:
Graciela Sánchez Narváez

“No es tan necesaria una larga vida,
cuando la huella que marcamos,
se resiste al viento,
porque es faro o es morada protectora
donde nos abrigamos todos.”
G.S.N.
En estos tiempos las repetidas noticias sobre catástrofes nos hablan de desastres, a lo largo y ancho del país, debido al cambio climático. Todos estos eventos nos dejan pasmados debido a que nos impactan tan de cerca que es imposible permanecer indiferentes, pues los afectados son personas de nuestros pueblos de Nariño, nuestro departamento.
Después de extensas temporadas de fuertes lluvias, en la vía nariñense que desde Pasto conduce al mar, precisamente en San Miguel, corregimiento del municipio de Mallama, se ha desprendido parte de la montaña, cubriendo, casi en su totalidad, a un hotel y una casa de juegos, donde, por su naturaleza de establecimientos comerciales, se reunían numerosas personas. Esta catástrofe ha dejado en un luto angustioso a muchas familias de éste y otros municipios pero, además, ha causado grandes trastornos en la vida y en la economía de las personas que habitan y viajan por esta región con fines turísticos y comerciales.
La lluvia continúa y las ayudas del estado nunca serán suficientes porque, por una parte, nadie podrá aliviar el luto y el dolor de los habitantes que quedaron sin sus familiares, y por otra, el terreno montañoso se encuentra en tales condiciones de erosión, que amenaza a quienes colaboran en la tarea de descubrir los escombros y las toneladas de barro que se movieron para rescatar a las personas desaparecidas. Algunos comentan que era una tragedia anunciada, debido a que se habían realizado operaciones de remoción de la tierra que sostenía la montaña, con el fin de extender los predios para construir otro establecimiento.
Esta desafortunada historia se repite año tras año en cada departamento colombiano y en cada rincón de nuestro planeta. Al mismo tiempo nos enteramos también, por las redes sociales y los medios de comunicación nacionales y mundiales, de la realización de una serie de reuniones de alto nivel estatal con participación de todas las naciones y de todas las instituciones internacionales relacionadas con el medio ambiente, con el propósito de tratar con urgencia un tema común de carácter global, como lo es el del “Cambio Climático”, sus causas y sus consecuencias.
Han transcurrido muchos años desde la primera alerta sobre este asunto; se ha invertido mucho tiempo y dinero en el manejo de este tema; se han creado ministerios y oficinas y se han emitido leyes, decretos, planes y programas orientados a cuidar el medio ambiente, a conservar el agua, la energía y todos los recursos naturales. Sin embargo, algo está fallando en la materialización de esta cadena de preocupaciones, porque después de tanta aparente unidad en el mundo entero, siguen ocurriendo muchas tragedias como la que hemos mencionado.
Estoy de acuerdo con quienes afirman que, si bien las tragedias del cambio climático que le ocurren al planeta se deben a la huella que los humanos dejamos en él, las políticas planteadas para la solución también se han mostrado tibias e insuficientes, pues cada día se desgastan en palabras, análisis del fenómeno con expertos, científicos e investigadores importantes, cosa que no deja de ser significativa y útil, pero frecuentemente las palabras solo se quedan en leyes, teorías e ideas y las acciones se retrasan, especialmente cuando se presentan grandes inversiones de dinero que obedecen a iniciativas e intereses limitados, cuyo objeto es el enriquecimiento por cualquier medio; entonces de nada valen todas las concepciones que sobre este tema se hayan elaborado.
En el campo educativo también se debaten los docentes con múltiples proyectos ambientales, pues las instituciones educativas esperan que, además de recibir y aplicar los conocimientos, los niños eduquen a sus padres para cuidar al medio ambiente. Se choca, sin embargo, con que, tanto los conocimientos como las oportunidades de aplicarlos son escasos, ya que se imparten en un limitado tiempo en el itinerario académico semanal, muchas veces utilizado este espacio, para otras actividades, lo cual, nos hace entender que tampoco el sistema educativo ha entendido en forma completa que no sólo se trata de un área del conocimiento, sino de la formación de un estilo de vida que raya con la ética de concebir al planeta como la morada de todos. Y es que la educación también tiene que ver con un sistema político que invierte muy poco en actividades y proyectos prácticos y reales, dirigidos a cambiar la conducta de la gente, despertando el verdadero compromiso de vivir en un planeta como el nuestro.
La responsabilidad ambiental comprende ciertas acciones individuales y colectivas para beneficiar al medio ambiente y la formación de una conciencia ambiental clara, pero hay precisamente acciones que son la causa de la fragilidad y vulnerabilidad en que se encuentra nuestro planeta con el cambio climático. Observamos cada vez más huellas humanas de esta clase en la deforestación de grandes extensiones de tierra para tener más territorio para el narcotráfico, para la industria, la ganadería y el comercio. En esta misma línea, la sociedad, que somos todos, consumimos lo que se nos vende, como los plásticos y otros materiales que contaminan los ríos y el mar, contribuyendo a la muerte masiva y hasta la desaparición de varias especies. Erosionamos la tierra para construir sin un estudio de suelos responsable, como el caso que referimos anteriormente, generamos polución cuando utilizamos nuestros autos y no el transporte masivo, entre muchos otros nocivos comportamientos.
Cabe entonces, la pregunta: ¿Qué está fallando en el planeta, en nuestro país, en nuestro departamento, en cada pueblo, en cada rincón de la tierra que habitamos?
Considero que falta conciencia política, control y vigilancia para que las políticas públicas que se han planteado teóricamente atraviesen prácticamente todas las acciones humanas, pues muchas de ellas permanecen en leyes y artículos que contienen normas y reglamentos condicionados a las circunstancias de cada pueblo, pero lo que falta realmente es que estos preceptos bajen a la práctica y las ideas se vuelvan acciones de todos y cada uno de los sujetos que habitamos el planeta. Esta práctica es urgente y no da espera. Colombia, por su dimensión, no se encuentra entre los países que más contribuyen a esta problemática, sin embargo, ha dejado perder miles de hectáreas de bosque que producen oxígeno al planeta Se ha permitido talarlos en beneficio del narcotráfico y la industria. A pesar de que no producimos cantidades gigantescas de gases de efecto invernadero, el país es uno de los más vulnerables del mundo a los efectos de este fenómeno.
La crisis climática recorre la geografía del mundo y deja sus huellas en el deshielo de los glaciales, las olas de calor más intensas, los fenómenos meteorológicos extremos, los bosques en llamas, los ríos con caudales secos o desbordados, y hasta las aves migratorias delatan esta transformación. La tragedia de Nariño, habla de la poca comprensión y la falta de compromiso de las autoridades y la gente en este tema tan importante. Se piensa que es un problema ajeno y lejano y continuamos con nuestro comportamiento nocivo. El país se verá obligado a aplicar medidas más claras de control y vigilancia en muchas de las acciones encaminadas a frenar el cambio climático y a reforzar sus políticas de conservación del medio ambiente y la naturaleza.
La huella que la política ha dejado en los habitantes de nuestro país, es que ha tomado este tema como la bandera de su partido, en forma temporal porque fácilmente olvida el asunto tan pronto termina el proceso de elecciones. Esta huella, esta marca nociva, es la primera responsable de esta emergencia, porque no se ha formado una conciencia universal, que comprenda al mundo como la casa, como el único territorio que habitamos todos. Esta única morada, nos amenaza con deteriorarse cada día más y nos pide a gritos un cambio de conducta ambiental. Las acciones hacen significativas las palabras.
Excelenre reflexión Graciela; lo lamentable es que una de las causantes del cambio climático es la desbordada e incontrolable desforestación -en el caso de Colombia- por la ganadería extensiva, la siembra de plantaciones de coca y la extracción ilegal de árboles maderables, entre otras, como lo señalas en tu escrito; a lo anterior hay que adicionarle que los gobiernos -y el actual ni se diga- no adoptan políticas o mecanismos que contrarresten esas prácticas dolosas y atentatorias contra nuestros ecosistemas a lo largo y ancho de la geografía colombiana!
El cambio climático tiene muchos años de vida. La cultura de proteger el lugar donde somos y estamos se aprende desde niño, por lo tanto, no sucede porque más se aprende a tener dinero y a protegerlo. De parte de los gobernantes solo se preocupan por esconder sus delitos. Así crecieron y así vivieron y se creen exitosos practicando la corrupción y, es fácil de contagiar creando más fuerza en el yo, las consecuencias son fatales, aqui tenemos lo que sucede con el cambio climático inundaciones, devastaciones, incendios, derrumbes, fenómenos de desastres aniquilando muchas vidas y destruyendo cuantiosos bienes materiales. La pobreza y las enfermedades acosan nuestro territorio.
No hay solución del gobierno, con las impresiones lo que se hace es desbordar profundas desorientaciones con su lenguaje estereotipado de simular soluciones que después no se cumplen.
Este artículo, está muy bien detallado todas las causas y consecuencias del cambio climático, como una denuncia para identificar el caos y repudio sobre una serie de acontecimientos de una realidad que se vive. Tema de amplias sugerencias de la problematica social y política que requiere un cambio inevitable para aminorar la angustia, la muerte, sacudidas violentas que nos sirven para reflexionar con lucidez de pensamiento y con mucha sensibilidad.
Gracias por tu escrito que es tan real como escalofriante detenerse a pensar en un peligro inminente.