LOS DUEÑOS ELECTORALES DE PETRO
No es recomendable oponerse ciegamente a las determinaciones burocráticas del presidente de los colombianos, eso es dudar y poner en tela de juicio su capacidad y don de gobernabilidad.
Por:
Pablo Emilio Obando A.

La política es dinámica y con ello se entiende cambiante e imprevisible. Lo ocurrido en Colombia tras el triunfo de GUSTAVO PETRO URREGO como presidente deja en evidencia lo real de esta afirmación. Para sus seguidores lo correcto es designar en los cargos de relevancia a figuras políticas acordes con su pensamiento e ideología.
En Nariño se genera una ola de indignación por parte de algunos integrantes del Pacto Histórico tras el nombramiento del doctor EDUARDO ENRIQUEZ CAICEDO como viceministro de transporte. Les cayó como un baldado de agua fría en medio de una celebración electoral. Convocan entonces a protestas por una designación que no consideran oportuna y coherente.
Lo cierto es que estamos atravesando un momento histórico de transición política, ideológica y electoral. En consecuencia se hace necesario y obligatorio habitar dos escenarios antagónicos. Lo nuevo cohabita con lo tradicional como única manera de permanecer, perpetuarse y renovarse.
Personalmente considero que para Nariño es bienvenido todo nombramiento de uno de sus hijos, independientemente de su filiación política e ideológica. Nuestro departamento requiere representación en las esferas del poder y ningún político perderá esta oportunidad para generar desarrollo regional, so pena de hundirse en la más oscura de las noches electorales.
Para el presidente Petro no es nada fácil gobernar con la presencia de viejos esquemas políticos que aún definen y deciden sus posturas ideológicas en los órganos de elección popular. Son dos mundos que se entrecruzan como las ramas y raíces de un gigantesco y frondoso árbol en medio de una campiña. Sin esas presencias no puede generar cambios y movimientos que nos permitan atravesar el camino hacia esa tierra prometida.
En consecuencia no es recomendable oponerse ciegamente a las determinaciones burocráticas del presidente de los colombianos, eso es dudar y poner en tela de juicio su capacidad y don de gobernabilidad. Estar en los zapatos de Gustavo Petro en estos momentos coyunturales debe ser sumamente difícil.
Las leyes no se hacen solas, se deciden entre adeptos y opositores a un gobierno. No hay otro camino salvo una dictadura que desconozca los más elementales derechos ciudadanos y constitucionales.
Lo que sí podemos hacer los nariñenses es exigir un trabajo serio y honesto de nuestros representantes en las esferas del poder, que sus actuaciones contribuyan con el progreso y desarrollo regional. ¡Qué mejor presencia en el ministerio del transporte de un nariñense que puede y debe incidir en la destinación de recursos para vías y carreteras en nuestro departamento!
También podemos hacer un seguimiento a sus logros y su capacidad de transformar desde su cargo a nuestra región. Y en eso, tenemos que decirlo, es reconocida la idoneidad del doctor Eduardo Enríquez Caicedo. Lo demostró en la administración del doctor Pedro Vicente Obando cuando fue designado como su secretario de gobierno.
Querámoslo o no, esa es la política y esa es su dinámica. Debemos rodear a nuestros representantes en los altos cargos del gobierno nacional. Desearles éxitos por la sencilla razón que también lo serán de Nariño.
Esas peleas y rencillas burocráticas no nos conducen a nada bueno, únicamente a la reafirmación de un canibalismo salvaje entre nosotros y nuestros verdaderos intereses.
Reitero que deseo, – sin ningún tipo de interés, contrato o burocracia-, buen viento y marea al doctor Eduardo Enríquez Caicedo, que sus esfuerzos contribuyan a mejorar nuestras realidades económicas y traigan prosperidad a Nariño. Esa es su gran responsabilidad, su inmenso compromiso y su deber como hijo de este Verde que forjamos en el Sur.