Escribir es el más grande acto de rebeldía

Si leer te abre al universo, escribir te lanza al cosmos.

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Por:

J. Mauricio Chaves-Bustos

 

J. Mauricio Chaves-Bustos

 

Si leer te abre al universo, escribir te lanza al cosmos. El acto de escribir funda el mundo; es el hombre puesto en el escenario de la explicación de lo inexplicable, tratando de ir más allá del símbolo para forjar su espacio, buscando con ello trascender a su tiempo y a su espacio.

 

Millones de años se requirieron para que el hombre pudiera sembrar la relación entre las manos y el cerebro para poder describir su experiencia, su entorno, y así en un trazo representar lo que está pensando. Escribir permite la trascendencia, permite dejar testimonio de un aquí y un ahora con posibilidades de perpetuarse en el tiempo.

El proceso de la escritura de la humanidad se replica en el proceso de aprendizaje de un niño: éste primero explora su entorno y su cuerpo, así comprende que está vivo y que forma parte de algo, ahí las sensaciones de amor, disgusto, afecto y desafecto; luego el mundo es su entorno más próximo, busca dejar constancia de lo que siente y cualquier espacio es una pizarra para hacerlo, es por ello que los garabatos en las paredes o en el piso, recogen figuras que asemejan eso que le es su hábitat; luego, con la injerencia de lo que es ajeno a sí mismo, aprende las primeras letras, estas generalmente expresan lo que más ama, y que la pedagogía infantil ha recogido para favorecer la enseñanza, por eso mamá o papá son las primeras expresiones; y a medida que va creciendo, el pensamiento se vuelve más abstracto y sus palabras y sus dibujos manifiestan esa misma complejidad, ha logrado, de una u otra forma, representar al mundo mediante la palabra escrita.

Y empieza entonces a escribir, muchos simplemente se contentan con lo que les dicta el preceptor, algunos van más allá y glosan lo que los demás les dicen, otros recogen los espacios en blanco para llenarlos con sus ideas, y algunos aventurados hacen de las últimas hojas del cuaderno el espacio para anotar lo que realmente quieren. Esas últimas hojas son los primeros escenarios de la creación literaria. Y ante los permanentes ¡No hables!, ¡Pon atención!, ¡Escribe lo que te estoy diciendo!, las notas en esas últimas hojas del cuaderno son un verdadero espacio liberador para lo que se busca imponer desde afuera.

Escribir libera, permite superar los miedos, permite ser temerario en escenarios donde el silencio es lo común, en vasallajes donde el pensar es un delito; escribir permite romper cadenas y, por sobre todo, volvernos más sociales, porque quien escribe supera su propio “yo”  para volverse en la palabra un permanente “nosotros”. Es por ello que escribir es el más grande acto de rebeldía que se puede hacer. No importa que sea en la pared, en las hojas finales del cuaderno, en la tableta o en el celular, este ejercicio nos sigue permitiendo fundar nuestro mundo, que buscamos sea más justo, más pacífico y más social.

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