EL DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER: UN ESPECTÁCULO SANGUINARIO Y MERCANTILISTA QUE INVITA A CONMEMORAR ANTES QUE CELEBRAR
No hay nada que celebrar, pero sí que conmemorar, haciendo eco de la mujer sublevada, emancipada, luchadora, rebelde, insurgente, insumisa, creadora artista, reivindicadora y liberadora digna de evocar en las páginas de la historia por su invaluable impronta, legado y trascendencia.
Por: Carlos Giovanny Campiño Rojas.

No era de extrañarse que la sociedad de consumo, confabulada estratégicamente con el capitalismo salvaje del siglo XXI, decidiera abrir nuevamente sus mercados libres para hacer publicidad y exhibir en sus robustas vitrinas comerciales, productos de variada índole, diseñados para zacear las voraces demandas de hombres consumidores que encuentran en los campos de concentración de tiendas de cadena y centros comerciales, el pretexto perfecto para comprar detalles y pretender llenar las frívolas expectativas derivadas del simbolismo del día internacional de la mujer, a sabiendas que esta macabra fecha evoca un pasado obscuro, plagado de desazones humanas que rayan directamente en la tiranía, el atropello de la igualdad de género o paridad, el feminicidio y el abuso de los derechos humanos históricamente vulnerados.
Si invocamos los monstruos que transitan sobre el lomo de la historia, encontramos que la “celebración” del Día de la Mujer surge en el seno mismo de una escena dantesca, donde el abuso, la explotación y la impunidad causaron la muerte de 146 mujeres , algunas quemadas ante el calor insoportable de las llamas que consumieron la fábrica de textiles conocida como ‘garment workes’ en New York y otras muertas a manos de la brutalidad policial al reclamar sus derechos, condiciones infrahumanas y bajos salarios . Más tarde, en 1908, alrededor de 15,000 mujeres trabajadoras salieron a las calles de Nueva York bajo el lema de ‘Pan y Rosas’, manifestándose contra las injusticias laborales de las cuales eran víctimas sentando formalmente las bases de lo que posteriormente se denominaría el movimiento feminista.
Dicho capítulo sombrío de la historia no contada de las mujeres no solo atormenta, sino que además causa revuelo y conmoción en la opinión pública a escala mundial al teñir de negro nuestra frágil memoria que insiste en celebrar algo que no tiene nada bueno que celebrar.
Este excéntrico día evoca una versión moderna del oscurantismo medieval más exacerbado, no conmemora la diplomacia de mujeres acaudaladas, amables, de buena familia, con glamur y etiqueta como los medios de comunicación masiva y la publicidad engañosa han pretendido maquillar desde el tocador de las redes sociales, márquetin y televisión.
En realidad, este lánguido episodio rememora el sufrimiento, y de paso agonía de aquellas mujeres revolucionarias, migrantes, insumisas e insurgentes, que decidieron manifestar su voz de inconformismo ante la voz del tirano opresor, para develar su indignación y deplorable vida conyugal y laboral experimentada en ese entonces.
Sin duda alguna son varios acontecimientos históricos los que marcan este día internacional de la mujer: un levantamiento de mujeres rusas, una ocupación de trabajadoras neoyorkinas, una protesta de mujeres de Manhattan y una conferencia internacional de mujeres en Dinamarca.
Por tanto, pretender atomizar o más bien camuflar un día de la mujer en las fauces del calendario de un 08 de marzo, seria negar su trayectoria e incidencia y hacer apología económica a las pasarelas del mercado que aprovechan este día para invisibilizar la desigualdad de las mujeres desde el bombardeo publicitario disparado a quema ropa en el comercio, pantallas de celular, plataformas electrónicas de compra y cornisas publicitarias que inundan las ciudades con psicodélicos neones.
No podemos por tanto entonar el aleluya de los optimistas que ven en éste día el pretexto perfecto para olvidar las atrocidades y vejámenes perpetrados en contra de las mujeres y tratar de enmendar con detalles de fina coquetería los atropellos en materia de feminicidio, vulneración de derechos inequidad de género y ausencia de igualdad de condiciones que excluyen la paridad y ponen al género femenino en una clara condición de desventaja frente al patriarcado.
No hay nada que celebrar, pero sí que conmemorar, haciendo eco de la mujer sublevada, emancipada, luchadora, rebelde, insurgente, insumisa, creadora artista, reivindicadora y liberadora digna de evocar en las páginas de la historia por su invaluable impronta, legado y trascendencia.