VICENTE PÉREZ SILVA LE ESCRIBE A GARDEAZÁBAL
Palabras de Congratulación
Por:
Vicente Pérez Silva

CONVOCATORIA A UNA CELEBRACIÓN
Con motivo de los 50 años de la publicación de Cóndores no entierran todos los días, su autor Gustavo Álvarez Gardeazábal nos ha sorprendido con una magnífica edición conmemorativa. Novela que abre sus páginas con una muy sentida Oda a Pasto, en la que nos hace partícipes de su gestación y nacimiento en los predios de Torobajo, de la Universidad de Nariño. Esta Oda ha conmovido las fibras más íntimas del afecto a nuestro terruño. Un emocionado testimonio en el que nos entrega el mejor de sus recuerdos:
“Todo esto pasó mientras vivía en Pasto. Mis años allá resultaron ser con el tiempo los años más inolvidables y felices de mi vida. Ese destierro al que me vi sometido, ese mundo aparte del vértigo colombiano me permitió esculpir para siempre en mi memoria los días y las horas que pasé en aquella ciudad. Volví muchas veces mientras mi averiado corazón me lo permitió. Más aún cuando sufría esas melancolías terribles, aquellas depresiones de espanto que me acercaban con furia al suicidio, siempre tenía la opción de Pasto. Tomaba un avión y me iba a recorrer sus calles, a respirar sus aires, a mirar el Galeras siempre a punto de hacer erupción, a oír correr el río, a arrullarme con el sonsonete cantarino del habla de sus gentes. Volvía a vivir, me sentía recuperado y sequía dando guerra…
Ahora, cuando solo anhelo poder volver a recorrer sus espacios, cuando sólo guardo añoranzas por la tierra bendita que me amparó mientras escribía Cóndores y se celebran los 50 años de la primera edición de esta obra, no he pensado en otra cosa que cantarle desde lejos a Pasto. Oyendo desde lejos sus campanas, sintiendo soplar el viento frío y húmedo de los eneros de carnaval o cortando con mi cabeza el ventarrón helado y seco de agosto, cabeceo sin cesar para decir una vez más, que si no me hubiese ido a vivir a Pasto no habría conseguido, metido en aquel cubículo de la ciudad universitaria de Torobajo, escribir Cóndores no entierran todos los días”.
Para corresponder a este sentimiento y a este anhelo, nosotros los nariñenses y los pastusos en particular, es preciso que, en un acto de reconocimiento y exaltación al consagrado novelista, le hagamos en Pasto la presentación de esta magnífica edición conmemorativa que, para nuestra gran satisfacción, hace parte de la entraña de nuestro discurrir cultural e intelectual.
Así lo deseamos.

PALABRAS DE CONGRATULACION
Con una magnifica edición de “Cóndores no entierran todos los días”, su autor Gustavo Álvarez Gardeazábal, ha querido conmemorar los cincuenta años de su publicación. Gratísima sorpresa que, nosotros sus amigos y las letras colombianas debemos recibir con beneplácito. Lo ha hecho con acierto, porque en el discurrir humano, estimo que los libros como los hombres, también celebran sus cumpleaños, con la gran diferencia de que los segundos, con el paso de los años, menguan y se deterioran, mientras que los primeros, si su contenido así lo amerita, bien pueden alcanzar los lauros de la inmortalidad. Nada que extrañar, hay autores que, infortunadamente, mueren antes de que les sea dado disfrutar la supervivencia del fruto de sus talentos. Manes del Ingenioso hidalgo Don Quijote de La Mancha.
Nos congratulamos con esta edición cincuentenaria. Una novela que por su concepción y el tema que trata, la repudiable y continua violencia, ha logrado su reconocimiento con las diversas ediciones hechas en Colombia y en el exterior, al igual que el sinnúmero de artículos y ensayos que se le han tributado. A nuestro parecer, sobresaliente entre todos, el estudio del consagrado escritor Pablo González Rodas, en su obra Colombia: Novela y violencia, (Manizales, Secretaría de Cultura de Caldas, 2003).
Cuánto podríamos decir del autor. Nos limitamos a expresarle, que estamos ante un talento e infatigable escritor que nos ha mostrado y demostrado su amor a la cultura y a los libros, en medio de un mundo caótico y violento, y contra todas las dificultades imaginables. No obstante, la escritura ha sido y sigue siendo, su razón de vivir, de actuar y de soñar.
Nuestras congratulaciones al escritor que “ha ocupado un lugar primordial en la novela colombiana he hispanoamericana”. Y nuestros parabienes al noble amigo y altivo adalid de la palabra y de la pluma acerada que, sin doblez alguna, lo hace con la entereza y verticalidad de sus ideas, conocimientos y convicciones.