PUTIN VUELVE A METER LA PATA
Análisis del Conflicto Rusia-Ucrania
Por:
Luis Fidel Cabrera (*)

Un levantamiento armado del líder del grupo Wagner, Yevgeny Prigozhin, contra el mando del ejército ruso ha llevado al país al borde de un golpe de estado. Putin acusa a Prigozhin de “alta traición” y de apuñalarlo por la espalda.
Han pasado 16 meses de guerra (para Putin ´una operación militar´) con grandes pérdidas para Rusia, sus comandantes y soldados han pagado un alto precio por cumplir una tarea imposible que Putin y el mando del ejército les han encomendado. Después de lo ocurrido el sábado pasado la pregunta es: ¿de qué lado están los militares?
Los soldados rusos se han quejado en numerosas ocasiones de no contar con equipo adecuado en el frente de batalla; en algunos casos, sus comandantes han vendido dicho equipo. Los veteranos militares profesionales no han recibido salario y cada vez llegaban soldados mal preparados, a quienes se les prometía el pago al final de la “operación especial”. Muchas veces, los comandantes en guerra no fueron tomados en serio por los altos mandos del ejército, quienes les ordenaban defender posiciones incluso cuando la retirada era la mejor opción.
¿Qué es el grupo Wagner?

Es una empresa militar privada con sede en Rusia, nombrada en honor a Heinrich Wagner, una figura histórica alemana. Sus miembros, en su mayoría exmilitares rusos, se ofrecen como mercenarios para llevar a cabo operaciones militares en nombre de los intereses rusos. El grupo ha desempeñado un papel en el conflicto en Ucrania, respaldando a las fuerzas separatistas apoyadas por Rusia, y también ha estado involucrado en conflictos en Siria, Sudán y otros países, incluida la vecina Venezuela. El grupo ha sido acusado en varias ocasiones de violar los derechos humanos.
¿Y quién es Yevgeny Prigozhin?

Es un empresario ruso y el principal financiador del grupo Wagner. Se le conoce como el “chef de Putin” debido a su exitoso negocio de catering y su estrecha relación con el Kremlin y el mismo presidente Putin. Antes de convertirse en líder militar, Prigozhin estuvo encarcelado durante 13 años por robos, estafas, violaciones a mujeres jóvenes y otros crímenes. Después de su liberación, comenzó a vender perros calientes en la calle. Más tarde logró abrir un restaurante y gracias a su fama logró codearse con la élite rusa, incluyendo a Vladimir Putin, quien más tarde le otorgaría contratos millonarios para la gestión alimentaria en las escuelas del país. Los presidentes de otros países que visitaban Rusia se convertían en huéspedes de honor en los restaurantes de Prigozhin.
Prigozhin también ha sido sancionado por Estados Unidos y la Unión Europea debido a su presunta participación en actividades ilegales, incluyendo la interferencia en elecciones y el apoyo a grupos paramilitares. Antes del conflicto Rusia – Ucrania en una entrevista con la BBC de Londres, Prigozhin negó rotundamente cualquier vínculo con Wagner y cualquier actividad ilegal.
De multimillonario vendedor de perros calientes a carne de cañón
Prigozhin, líder de los mercenarios del grupo Wagner, es consciente del descontento dentro del ejército ruso. A diferencia de Putin y los jefes del ejército, Prigozhin pasó tiempo entre las tropas en el frente. Sin embargo, es poco probable que pueda garantizar mejores condiciones para los soldados: envió a sus combatientes al campo de batalla como carne de cañón, a veces solo para descubrir la posición de los soldados ucranianos.
El sábado desertaron algunos soldados del ejército Wagner, pero se desconoce su número. Incluso si el número de desertores es limitado: ¿qué soldados están preparados para enfrentarse a Wagner?
Rusia afirmó este martes que retiró los cargos contra el grupo paramilitar Wagner y aseguró que prepara la transferencia de sus armas “pesadas” a su ejército. Putin sostuvo que los combatientes de Wagner podían regresar a sus casas, incorporarse al ejército o instalarse en Bielorrusia, cuyo dirigente, Alexander Lukashenko, ejerció como mediador en la crisis. Ciudadanos rusos temen el regreso de los mercenarios de Wagner a sus pueblos. Con espantosas ejecuciones, los mercenarios no solo intimidaron a los soldados ucranianos sino también a los rusos y ahora seguirán en la delincuencia.
El levantamiento armado es el resultado de los grandes riesgos que asumió Putin para que su invasión a Ucrania fuera un éxito. A los pocos días de la invasión, ya estaba claro que Putin había sobreestimado su propio ejército y sus servicios de seguridad. El avance a Kiev terminó en un sangriento fiasco. Desde entonces, las derrotas se han acumulado para Putin. Los más dolorosos fueron el colapso de las líneas rusas en el noreste de Ucrania y la retirada forzada de la orilla occidental del río Dnipro en el sur.
Camino peligroso

Putin tuvo la oportunidad de reducir sus pérdidas y retirar parcialmente su ejército. En cambio, optó por embarcarse en un camino peligroso del que no es posible volver atrás: movilizó y anexó cuatro provincias ucranianas al territorio ruso, sin que el ejército controlara por completo ninguna de las provincias. Eso hizo que las negociaciones fueran imposibles para el gobierno ucraniano.
A pesar de sus 23 años en el Kremlin, Putin parece ajeno al lamentable estado de su ejército, posiblemente porque nadie a su alrededor se atreve a decirle la verdad. A lo largo de los años, Putin se ha rodeado exclusivamente de paladines que asienten con la cabeza y ha expulsado a todos sus críticos.
Su deseo de un nuevo imperio ruso, con él mismo como zar, lo ha llevado a grandes riesgos. Dio paso al criminal convicto Prigozhin, quien prometió al presidente victorias rusas con su ejército de mercenarios Wagner. Putin permitió que Prigozhin reclutara combatientes de las prisiones rusas. Decenas de miles de delincuentes, incluidos asesinos en serie, violadores y ladrones, fueron puestos en libertad y llevados a la guerra.
El líder de la oposición, Alexei Navalny, advirtió sobre las “terribles consecuencias a largo plazo” cuando Prigozhin reclutó a más de 100 delincuentes del centro carcelario donde está detenido. Navalny escribió: “Los cimientos de la justicia están siendo destruidos en Rusia”.
Prigozhin cumplió su promesa a Putin: le dio una victoria por primera vez; el mes pasado, Wagner controló a Bachmoth después de casi un año de duras luchas.
Lo que Putin también provocó fue un creciente conflicto entre los militares y Wagner. El ejército, dirigido por el ministro de Defensa, Sergey Shoigu, observó con horror y envidia cómo Wagner lograba darle buenas noticias. El ejército intentó varias veces reclamar conquistas territoriales de Wagner y por eso le limitó el suministro de armas. Prigozhin respondió con videos al comando del ejército y les recalcó la ignorancia y la corrupción dentro del organismo al mismo tiempo aprovechó para mandarles cantidades de insultos.
Putin no puede permitir un levantamiento armado, pero también quiere evitar una confrontación militar en Rusia. Su promesa más importante a la población ha sido durante 23 años: no hay caos.
Vladimir Putin pierde una de las armas más importantes que creía tener contra Ucrania y sus socios occidentales: el tiempo. No importa cuán grande sea la represión que Putin ahora está desatando en su propio país, ahora surge otra pregunta: ¿qué durará más: la guerra o el gobierno de Putin?
* Biólogo Ambiental
Periodista de Ciencia
Cabre018@planet.nl
