PALABRAS DE ALBERTO QUIJANO VODNIZA ANTE EL CONCEJO DE PASTO
"Mis padres sembraron en mi alma la paciencia, perseverancia y disciplina para llegar a horizontes remotos que se confunden con el palpitar de las Estrellas"
Este nuevo ascenso en el largo sendero del conocimiento, lo dedico a mi Madre Bertha Vodniza y a mi Padre Alberto Quijano Guerrero, quienes sembraron en mi alma la paciencia, perseverancia y disciplina para llegar a horizontes remotos que se confunden con el palpitar de las Estrellas.

A mi esposa Amparo, por haber soportado muchos silencios y ausencias; a mis hijas Mónica, Bertha y Ana Graciela que nacieron en compañía de duendes y hadas y desean ahora modificar en algo la fría realidad y las injusticias de un mundo que no están en resonancia con sus ideales.
A mi hijo Alberto que lo capturó la pandemia en un lejano país, y transformó el viaje de pocos meses en matrimonio con una linda rusa de nombre Nathalie. Ellos ya me convirtieron hace poco en el abuelo que desea de todo corazón conocer a Emmanuel Albertovich para enseñarle los cráteres de la luna, como me los indicó mi abuelo Juan Vodniza, nativo de la vieja Yugoslavia, mediante su pequeño catalejo de marino. Con el tiempo mi querido nieto viajará al pequeño asteroide del Principito para disfrutar de muchos atardeceres, en mayor cantidad que en la Tierra, y poder comunicarse conmigo más fácilmente en el lenguaje de los sentimientos.
Deben estar muy contentos mis Padres que amaron mucho pero nunca conocieron los paisajes mágicos rusos, y escucharon en las noches eternas de verano la canción “Nathalie” de los hermanos Arriagada, y disfrutaron muchas veces en los años 70s en las fiestas familiares en Chachagüí, el baile Kazachock, acompañados de la nieve, las catedrales y los bellos palacios de San Petersburgo del año 2021, de este presente, que ahora disfruta Albertico. Viajamos hace medio siglo a través de los Espejos de “Alicia en el País de las Maravillas” y acompañados por la música, la poesía y las sensaciones puras de la vida, llegamos al futuro, que hoy se confunde con el presente fugaz y el pasado cercano.
Dedico este triunfo a mis hermanas y hermano, a mis tías y tíos, a mis primas y primos, que fueron los primeros testigos de mis andanzas por los caminos de la Ciencia cuando jugar, estudiar y amar eran la misma cosa.
Regreso en este momento al cuarto añejo donde se confundían gran cantidad de instrumentos de medida y papeles repletos de ecuaciones sencillas con las que pretendía en mi niñez y adolescencia acercarme un poco a los secretos de la Ciencia. Estoy en la misma ventana de la casa del viejo barrio mirando a la Luna llena gigante y al barco pirata de Peter Pan que estaban a pocos metros de mis ojos, y que nunca se han alejado. Mi Luna Llena, la compañera eterna de mis viajes, me ayudó con su luz a descubrir cómo funcionan algunos fenómenos del Universo. Y mi Luna Nueva con sus sombras, me explicó también que todavía hay muchos secretos vedados a nuestra mente, y que no es suficiente toda la vida para comprenderlos.
Dedico este nuevo logro también a mi Tía Rosa Quijano Guerrero, la única sobreviviente de la familia de mi Padre, y quien desafortunadamente no pudo venir porque su espíritu ya desea separarse de la materia y está disfrutando del pasado lejano, cuando los jardines tenían millones de colores exóticos, y la vida con sus familiares recién nacía en los riachuelos cristalinos del viejo Pasto. Su mente joven ya no se acostumbra a la vejez del cuerpo, y escapa en los sueños a disfrutar de las visiones de otros mundos que coexisten en el enigmático Cosmos, y sólo se puede viajar a ellos a través de la Mente. Paisajes de múltiples estrellas que brotan en los infinitos sueños del Hacedor del Universo.
Y este ascenso a la gran Montaña del saber lo dedico a todas las alumnas y alumnos que un día se inscribieron en la Línea de Astrofísica de la Universidad de Nariño, se esforzaron en su trabajo de grado, y luego completaron estudios de maestrías, doctorados e investigaciones a nivel de post-doctorado en Colombia y en otras naciones del mundo; y a pesar de las reglas anticuadas de nuestra sociedad y del país, consiguieron el triunfo con bastante estudio y dedicación. Yo les enseñé simplemente a volar, y ellos tejieron con gran prolijidad sus destinos.
Y a todos los Amigos que siempre confiaron en mi trabajo.
En este momento recuerdo a todos los Perritos rescatados de la calle por mis Hijas y que viven con diferentes sicologías en los múltiples Universos que ellos dibujaron con sus paticas en diversos lugares de la casa, y marcaron sus fronteras con mayor seriedad que los hombres. Me extrañan mucho cuando viajo y se comunican conmigo en los sueños con sus siluetas saturadas de olor y de nostalgias. Dos ya murieron desafortunadamente, el tiempo cansó sus corazoncitos, pero ellos viven en los lugares del Universo que estudio a través del telescopio y vislumbro también cuando miro sus fotografías.
Y volviendo a la Ciencia, quizá nuestro Universo esté constituido, como lo intuyó Dante Alighieri en su magistral obra “La Divina Comedia”, por diversos niveles energéticos, algunos muy sutiles y otros más densos en los cuales como lo expuso Carl Sagan “La evolución Cósmica de miles de millones de años transformó la materia en vida”.
Dante y Beatriz caminaron juntos por el Purgatorio, y Beatriz marchó hacia el Cielo. Yo me quedo aquí en las faldas de la Montaña mirando tranquilamente jugar al lucero con las luciérnagas del crepúsculo. Aún me falta mucho para comprender perfectamente un párrafo de la vida.
Hace 19 años miré a través del domo del recién Observatorio fundado en Pasto, la Luna que me alumbraba en las embrujadoras noches de la Isla del Encanto. Era la Luna de Puerto Rico que me miraba con su silencio blanco y me invitaba a trabajar nuevamente. Espero volverla a encontrar en la Loma del Centenario cuando abrace con sus rayos al gran Centro de Ciencias.
Alberto Quijano Vodniza
San Juan de Pasto, septiembre 17 / 2021
