Etapas de la “Revolución Molecular Disipada” II parte
Características de las cuatro etapas

Por.
Gerardo León Guerrero Vinueza,
Dr. en Historia de América

(Segunda parte)
La primera etapa, altera todo el flujo de la movilidad, tal como lo hemos visto, ataques al transporte urbano, buses, metro, taponamiento de vías, hasta “exasperar” a los usuarios y viajeros; la segunda, consiste en aumentar las acciones violentas, “escalamiento” del conflicto, así convocar y realizar marchas cada vez más numerosas, ganar espacios, “territorialidad” hasta el punto de disputarse los sitios más estratégicos, ello puede generar enfrentamientos entre civiles y desde luego violentos encuentros entre manifestantes y fuerza pública que trata de impedir estas tomas, incluso, pueden ocurrir acciones que desplazan a la policía, como sucedió en la ciudad de Cali.
Finalmente, las etapas de “copamiento” y “saturación”, en estas, según López, la capacidad de respuesta del gobierno y de la fuerza pública se va agotando, coyuntura que, según la teoría, puede conducir a la toma del poder, a la “dictadura democrática” o a una guerra civil. Los gobiernos que dejan avanzar el tiempo, corren el riesgo de no poder llegar a acuerdos porque generalmente de las cosas pequeñas, de lo simple, o sea, de lo “molecular” van aumentando las exigencias para pasar a aspectos de carácter estructural que terminan radicalizando a las partes.
El desenvolvimiento de la protesta ha servido para entrelazar, para relacionar, esta teoría de la “Revolución Molecular Disipada”, con la doctrina del “Plan Patriota” y del plan de “Seguridad Democrática”, implementadas en los dos períodos presidenciales de Álvaro Uribe. En aquel entonces y hoy se habla de la existencia de “enemigos internos y externos”. Los primeros son tildados de “comunistas”, “terroristas”, “opositores”, en fin, son líderes y lideresas que se atreven a cuestionar el poder y a luchar por la defensa de la vida, de la paz y otras reivindicaciones de carácter social. Los “enemigos externos”, según el gobierno y la fuerza pública, “financian” y presionan desde fuera para que se realicen las protestas y generen caos, esto con el fin de “desestabilizar las instituciones”.
En Colombia, recordemos que los señores de la guerra se inventaron la figura del “Castrochavismo”-cubano-venezolano para combatir a las fuerzas políticas alternativas, que, según los militares y sectores gobiernistas, tienen como objetivo tomarse el poder para instaurar en el país el “socialismo del siglo XXI”; en el marco de la actual protesta se escuchan voces sobre el “financiamiento de vándalos y delincuentes” que buscan “desestabilizar, anarquizar el orden y desestabilizar a las instituciones”.
Los colombianos somos víctimas de un modelo dualista que divide a la sociedad en dos sectores, buenos y malos; éste se sintetiza así: “Si no estás conmigo, eres mi enemigo”, “Si no estás con nosotros, estás en contra nuestra”, “Si no estás en paz, estás en guerra”.
El modelo planteado así es excluyente porque, si no es blanco es negro, lo que impide el consenso para llegar a acuerdos, genera bloqueo del diálogo y dilación de las soluciones, además de radicalizar a las partes. “Provocar y resistir”, es una táctica para cansar y desmovilizar.