ELECCIONES: NARIÑO Y COLOMBIA, UNA RELACION EN CONTRAVÍA
El mapa electoral del 2023 nos deja en una situación absolutamente singular: nuevamente Nariño vota opuesto a la mayoría de los departamentos colombianos,
Por:
Omar Raúl Martínez Guerra

Ante todo, aclaro que el título de esta columna es una analogía del estupendo libro de Armando Montenegro Trujillo, “Una Historia en contravía: Pasto y Colombia”, publicada por la editorial del Malpensante en el año 2002, cuyo único ejemplar cuido como a la niña de mis ojos ante la física imposibilidad de conseguirlo, ni siquiera en las librerías de segunda que albergan millones de ejemplares con todos los títulos, todos los autores y todos los temas posibles e imposibles, en enormes salones ubicados en la carrera 8ª y las calles 17 y 18 del centro de Bogotá.
No tuve más opción que acudir a esta semejanza para analizar los resultados de las elecciones el mismo domingo 29 de octubre, al ver el mapa de Colombia dividido entre independientes, opositores al Gobierno y apenas dos departamentos leales al Pacto Histórico, Nariño y Amazonas, más el Magdalena, afín al mismo. Otros más son independientes adeptos. Esta vez, el voto de la izquierda en escasas tres regiones, muy diferente a cuanto venía ocurriendo en las elecciones de los últimos años, que cubrían todo el entorno de esa nación olvidada, marginada y sin esperanza, encabezada desde la Guajira, pasando por todo el litoral pacífico, siguiendo por el Putumayo hasta terminar en el Guainía.
En el 2022, el entonces candidato Petro obtuvo casi 600.000 votos en Nariño, la votación más alta que haya dado el departamento en su historia. Muchas son las razones que lo justificaron. Entre ellas, el castigo a toda una tradición de olvido y maltrato con las regiones relegadas. Una voz contundente de rechazo a Iván Duque y de remate al uribismo, acusados por la menesterosa ejecución de sus gobiernos en este territorio, que muy poco y nada hay para abonarles. A Juan Manuel Santos, los nariñenses le apoyaron el Acuerdo por la paz sin titubeos y le reconocen la financiación de la doble calzada Pasto – Ipiales, amén de la carretera Tumaco-La Espriella- río Mataje, la modernización de los aeropuertos Antonio Nariño y de San Luis en Ipiales, entre algunas, así estas hayan sido terminadas en la era Duque.
La segunda razón del triunfo de Gustavo Petro en el 2022 lo fue la enorme empatía alcanzada entre un político costeño nacido muy lejos del sur, y buena parte del pueblo nariñense, no obstante que, a juzgar por sus primeras manifestaciones en la Plaza de Nariño, poco conocía hasta entonces de su idiosincrasia y su cultura. (ver “Nariñenses, adoptemos a Petro, pagina10, junio29/2022)
La tercera razón, no era sino la continuidad al rechazo radical contra la clase tradicional liberal-conservadora del nivel central. Véase que, desde los finales del pasado siglo veinte, esa propensión rebelde marcó las riendas de gobiernos departamentales y de su capital Pasto, que arrancó con una alcaldía exitosa, premiada como la mejor entre más de 1.100 evaluadas, de Antonio Navarro Wolf. Y luego una gobernación, seguida de una cadena de gobernantes liberales de izquierda, cuando no de independientes y “alternativos”, durante 20 años, con Parmenio Cuellar, Eduardo Zúñiga, Antonio Navarro, Raúl Delgado, Camilo Romero, sucesión interrumpida solamente con la elección de John Rojas por una coalición de los partidos tradicionales, alianza que ganó quizás ante la pobreza ejecutoria de Camilo Romero, el último de la era alternativa, quien dedicó sus cuatro años a resistir, no sin sobradas razones, al Gobierno Duque, mientras se vio obligado a devolver poco más de 500.000 millones de pesos de regalías al tesoro nacional, por física y lamentable incapacidad de ejecutar. Nunca se conocieron las verdaderas razones del fracaso. Con esos recursos Romero tuvo sobradamente para pavimentar kilómetros de vías secundarias en las áreas rurales de Nariño. Pero no lo hizo, o no pudo hacerlo.

El mapa electoral del 2023 nos deja en una situación absolutamente singular: nuevamente Nariño vota opuesto a la mayoría de los departamentos colombianos, pero ahora con el viento a favor del Gobierno Nacional. Anteriormente, el voto insurrecto lo ponía en situación desfavorable ante los poderes centrales. Hoy el voto rebelde por el Pacto Histórico lo beneficia.
No le queda difícil al Gobierno Petro cumplir sus proyecciones, sabiendo que el Plan Nacional de Desarrollo, PND, aprobó para el cuatrienio 2022-2026 la suma de 25.5 billones. Para las aves de mal agüero que todo lo ven oscuro y los políticos que quisieron engañar con noticias falsas en vísperas de elecciones, afirmando falazmente que “Nariño había quedado por fuera del presupuesto nacional”, las fuentes serias los refutan:
Un extracto de este documento dice, literalmente:
“La directora de Ambiente y Desarrollo Sostenible del DNP, Carolina Díaz Giraldo, visitó la ciudad de Pasto para reunirse con el gobernador de Nariño, John Rojas; el secretario de Planeación del departamento, Darío Chaves, y cerca de 170 representantes de distintos sectores de la sociedad como profesores, trasportadores, campesinos, empresarios, agricultores, comunidad Afro, jóvenes, mujeres, personas con discapacidad y ciudadanía en general.
Díaz explicó que los $25,5 billones contarán con aportes del Sistema General de Participaciones por $11,9 billones (47,4 % del total); del Presupuesto General de la Nación por $9,7 billones (38,5%); del Sistema General de Regalías por $1,6 billones (6,2%); recursos propios territoriales por $1,5 billones (6,1%); y empresas públicas por $0,5 billones (1,8 %).”
Por otra parte, para el 2024 se encuentra aprobado el primer monto, 3.25 billones. Nariño ocupa el 9º lugar entre 33 entidades territoriales con mayor presupuesto, después de Bogotá, Antioquia, Valle, Santander, Cundinamarca, Córdoba, Bolívar y Cauca. Los recursos se invertirán en 28 líneas de acción y 42 proyectos departamentales que se pueden consultar en:
https://testimoniodenariño.com/inversiones-para-narino-en-el-p-n-d-generan-optimismo/
No es posible analizar en una columna los alcances de la inversión histórica, tarea que me propongo hacer en otra oportunidad. Por ahora quiero ofrecer tan solo algunas conclusiones:
La primera es una hipótesis, sobre la idea de que Nariño, a diferencia de los demás departamentos de Colombia y con la única excepción de Bogotá, Magdalena, Amazonas y Santa Marta, muestra asombrosos progresos con el voto de opinión, que es una expresión que exige pensamiento crítico, un nivel de información básica, independencia, personalidad, carácter y libertad para la toma de decisiones. El voto de opinión es lo opuesto al voto cautivo, con el que los gamonales compran la voluntad del ciudadano con dinero o en especie. Esta hipótesis significaría que, como sucede en Bogotá o Santa Marta, los ciudadanos están más educados a la hora de votar y lo hacen con criterio propio. Véase que la inclemente campaña de descrédito en contra del gobernador electo, Luis Alfonso Escobar, no logró conseguir sus objetivos. Lo mismo ocurrió con el nuevo alcalde de Pasto, Nicolás Toro, expuesto a una virulenta campaña de difamación que solo sirvió para animar a los indecisos a votar a su favor. Eso se llama voto de opinión, conocido popularmente como no comer cuento, no tragar entero, no vender su voto.
Si se compara con lo sucedido en otros departamentos como Antioquia, Valle, Santander, Cundinamarca y Atlántico, mientras allá triunfaron los reconocidos clanes y barones electorales que han detentado el poder por muchos años, en Nariño, el barón personificado en Berner Zambrano, junto a Paredes, la familia Enríquez y sus asociados, perdieron de una manera estrepitosa.
Sin embargo, en honor a la objetividad, hay que tener en cuenta que los ganadores en Antioquia, Atlántico y demás, son clanes políticos que, sin renunciar a las argucias corruptas clientelistas, son reconocidos por sus gentes, de cumplirles, mal que bien, con obras realizadas. El caso de los Char y la transformación de Barranquilla es más que diciente. En cambio, el candidato Zambrano no pudo, que se sepa, dar a conocer una sola ejecución de importancia en sus 25 años de congresista, ni sus aliados tampoco.
La segunda conclusión se refiere al extraordinario desafío que la votación deja en manos del nuevo gobernador, quien tendrá que centuplicarse para gobernar con capacidad visionaria e inteligente; planear con rigor técnico y no politiquero; administrar sin el más mínimo lugar a equivocarse y ejecutar con apego a los criterios de honestidad (detesto utilizar la palabra más contravenida, “transparencia”), pulcritud, oportunidad, pertinencia, calidad y eficiencia. Es absolutamente urgente prepararse para manejar los recursos por llegar, entre ellos los de la reforma tributaria. Que el cero corrupción sea el punto de partida y de llegada. Al margen de lo anterior, es importante que el gobernador electo se dé la oportunidad de aclarar las responsabilidades inherentes a su rol en el Plan Pacífico, así como de las pertinentes en su calidad de secretario de planeación departamental.
La tercera conclusión apunta a la impostergable urgencia de construir verdaderos equipos técnicos, que garanticen idoneidad, honestidad, sabiduría en cada rama del saber y del hacer, humildad y empatía, competencia para sortear los asuntos ante el nivel central, capacidad para trabajar las 24 horas del día con amor por su terruño. Y al lado de los equipos técnicos, la constitución del banco de proyectos, si es que éste no existe ya.
En cuarto lugar, el gobernador deberá entender que poco menos de la mitad de los nariñenses que votaron por Gustavo Petro en el 2022 están alejados del mismo, bien por el reproche a sus equivocaciones (¿por qué no reconocerlas?) o también por no tener una estrategia de divulgación y educación ciudadana contrapuesta a las noticias falsas de la oposición. Su tarea es ahora recuperar en la región la credibilidad y la confianza haciendo una real y demostrable obra de gobierno.
La siguiente conclusión apunta a pensar en el fenómeno del alcalde ganador, Nicolás Toro Muñoz. Se dice que la piedra angular de su programa lo ha sido repensar el Proyecto de Ordenamiento Territorial, POT, aprobado hace 8 años, tercamente sostenido por las dos últimas alcaldías de Obando y Chamorro, en contravía de las necesidades de la ciudad. Que el POT haya permitido el uso irracional e indiscriminado del suelo urbano, consintiendo la pauperización de las zonas residenciales, anarquizar el mapa comercial y afectar el derecho a la vida tranquila de los ciudadanos en los barrios, como me consta, ha sido una de las críticas más sentidas, como lo fue en su momento la inexplicable, torpe y talvez irreparable decisión de construir la nueva carrera 27 de forma tan caprichosa que impide la movilidad en doble sentido, como lo dice la lógica común en cualquier lugar del mundo.
Es aplicable para la alcaldía de Pasto el fenómeno ocurrido con la gobernación. El voto libre de opinión en la ciudad fue infinitamente mayor contra lo que simbolizaba un candidato, distinguido más por autodenominarse Chenas, (que no resultó un alias sino un apellido), que por sus promesas de gobierno. Como acá no hay propiamente clanes, los barones, que no eran pocos, perdieron la elección a pesar de contar con buenos recursos financieros para una campaña de desprestigio feroz a su oponente. Toro Muñoz, de quien se leen buenas referencias, deberá conectarse inteligentemente con los trazados del Plan Nacional de Desarrollo, pues a uno y otro les interesa la ejecución presupuestal. Es tonto creer que por no ser adepto al Pacto Histórico no recibirá su apoyo. A Petro le interesa sobremanera ejecutar su propuesta de gobierno y para ello requiere del concurso de todos.
La sexta conclusión es la terminante necesidad de conectar los planes de gobierno departamental y municipal con las líneas trazadas en el PND. Allí no se puede improvisar. Los proyectos del PND están conexos directamente a las necesidades regionales y locales. Están allí la restauración de ecosistemas, conectividad, infraestructura, vivienda digna, agua potable, uso de los suelos, alimentos, educación, turismo, empleo, salud, economía de la diversidad forestal, turismo y biodiversidad entre tantos más. Y están las personas que participaron por Nariño en la formulación del plan, a quienes hay que llamarlas sin demora.
Finalmente, la conclusión que permite pensar en los progresos del voto de opinión en Pasto, surge de la experiencia al seno mismo del Pacto Histórico, cuando sus partidarios pastusos desatendieron la directriz oficial para votar por el ciudadano Pedreros, quien es harto conocido por los sucesos de un fallido estadio que nunca ha sido prioritario para la ciudad, para dar sus votos a la candidatura del exconcejal Toro, que les representaba independencia y freno a la continuidad de una administración cuestionada.
En nombre de la democracia y en la esperanza para que en los próximos tres años se concreten verdaderamente las soluciones anheladas para todos los municipios de Nariño y de su capital, no es sino esperar que esa relación en contravía entre Nariño y Colombia, esta vez sea en beneficio de los dos, el país y el terruño amado.
10 de noviembre de 2023.
Estimado colega, un abrazo enorme, amerita una larga conversación de tan importantes reflexiones. Espero que gracias a su generosidad sea pronto.
Excelente columna, revela la realidad política de Pasto, Nariño y Colombia, como también el pensamiento de muchos de nosotros que creemos que el cambio es urgente y necesario.
Mi amigo Raúl, permítame saludarlo y felicitarlo por tan acertados comentarios, espero y esperamos que tanto Nariño como Pasto encuentren un buen rumbo en el contexto, tanto regional como nacional. Un abrazo.