EL QUINDIO DESBOCADO
Al Quindío entonces le puede pasar lo de San Andrés cuando los caleños se lo tomaron y el turismo de chancleta se lo perrateó
Por:
Gustavo Álvarez Gardeazábal

Hace 25 años, cuando el precio del café andaba por los suelos (hoy está a más de$ 2.200.000 la carga), las fincas del Quindío comenzaban a ser abandonadas o quedaban en manos de los abuelos, que no tenían ni plata ni fuerzas para mantenerla en pie. En el desespero, a algún inteligente habitante del departamento se le ocurrió abrir la puerta del turismo. La idea era alquilar las bellas casonas de las fincas cafeteras para los fines de semana o los períodos vacacionales y con lo producido equilibrar el desfase económico de seguir sembrando café.
Un tiempo después, muchos soquearon sus sembrados y volvieron las fincas unos verdaderos hoteles turísticos, albergados por el paisaje quindiano. Hoy en día el asunto se ha desbocado. Igual a como sucedió en las playas españolas, los visitantes encantados han querido volver esas tierras su segunda vivienda y entonces, en oleadas inatajables, han comenzado a comprar apartamentos, lotes y fincas, sin que los cuestionados mandamases políticos y dizque emprendedores del departamento se hayan dado cuenta de la magnitud de monstruo que han ido dejando crecer.
Los comederitos a orilla del camino son insuficientes, la calle principal de Salento hay que recorrerla a pie y los carros que van a subir al Cocora tiene que dar giros para volver a hallar la carretera. A la plaza de Filandia no le cabe un tomadero de tinto más. El agua está escaseando en las ciudades y en las casas de campo. Los cableados de energía empiezan a ser insuficientes. No hay parqueaderos frente a los restaurantes. Y siguen construyendo más y más.
En mi querida Circasia, donde no me dejaron enterrar mi cadáver, están haciendo un megaconjunto de 1.000 apartamentos, pero nadie atina a decir hacia dónde van a dar las aguas negras de la nueva construcción, ni las de otros rincones donde construyen y ponen en venta como locos para que bogotanos y tolimenses, caleños y popayanejos compren sin temor. Se necesita urgentemente una planificación, pero los políticos que la decretan andan ocupados subiendo gradas para defenderse de las ías. Se requiere una gerencia emprendedora que coordine artes y partes pero en la Cámara de Comercio desde cuando se murió don Josué Moreno, se les olvidó su papel de guías regionales.
Al Quindío entonces le puede pasar lo de San Andrés cuando los caleños se lo tomaron y el turismo de chancleta se lo perrateó. O lo de Cartagena, trasladando a la Loma del Diamante o al pie del castillo de San Felipe las batallas de los oligarcas bogotanos, dueños de más de la mitad de los apartamentos del corralito de piedra.
Ojalá alguien haga algo por el Quindío antes de que sea tarde.
Muchas gracias
El Porce febrero 1 de 2022
Escuche la Crónica en el siguiente enlace:
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