Por:
Jorge Luis Piedrahíta Pazmiño

Los estudios de opinión tienen averiguado que en las elecciones del próximo 13 de marzo los resultados serán francamente favorables a los partidos de izquierda y centro izquierda.
Pacto Histórico con cerca de 25 senadores y 30 representantes a la Cámara; atinada estrategia de Petro con la sagaz maniobra de jugar con lista cerrada, tanto en Senado como en Cámara, con lo que logró atar la elección parlamentaria con la presidencial y no vía consulta, sino con la divisa de conquistar cruciales mayorías en el Congreso.
El antiguo Nuevo Liberalismo, igualmente con lista cerrada pondrá 4 o 5 senadores; 10 senadores de la Coalición de la Esperanza, 5 Comunes, 2 indígenas, 15 liberales. Más de 60 senadores, es decir, rotundas mayorías de centro izquierda como nunca; ni siquiera en la emblemática y hegemónica revolución en marcha que fue saboteada por el sector santista retrógrado, empezando por el director-propietario de El Tiempo.
Si gana Petro, -como será lo políticamente correcto-, formará bloque decisorio mediante necesarias concesiones. En un nefasto triunfo del uribismo en cualquiera de sus mutaciones, no tendrá ninguna gobernabilidad, enfrentándose con ministros censurados y caídos. Téngase presente que a pesar de la insoportable mermelada, el actual gobierno vio caer 3 ministros y los otros le sacaron el cuerpo al voto de censura.
En nuestro sufrido departamento no habrá “circulación de las élites”, porque aquí no se elige rama legislativa sino árbol genealógico. Los caciques históricos dieron un paso al costado, pero para perpetuarse en sus hijos, hermanas o viudas. Y los escándalos, los mismos del país, en escala: Emssanar, Instituto de Salud, toda la red hospitalaria, intervenidas por corrupción; Corponariño de las 3 peores en el país. El departamento con la mayor cifra de elefantes blancos. El último en gestión financiera y administrativa.
Los uribistas y gobiernistas en general, dizque están muertos de pánico ante el inevitable triunfo electoral de la izquierda progresista, porque temen amenaza a la independencia de poderes, la propiedad privada, la libertad de prensa, destrucción de la economía y saqueo de los cofres del Estado…
La mayoría de colombianos sabe –por el contrario- que quien así quiera gobernar sólo tendrá que seguir el libreto del rampante uribismo, que en los dos gobiernos del presidente eterno y en este devastador cuatrienio se llevaron de calle la institucionalidad, los principios democráticos, las garantías sociales, el respeto a los derechos humanos.
Son apocalípticos, para predecir el futuro sin ellos, pero no reconocen que el país se derrumbó por ellos y que la gente está indignada ante la intolerable y colosal corrupción que han generado y tolerado.
Suponiéndose que el nuevo gobierno quiera reelegirse, sólo tendrá que perpetrar el delito de cohecho que cometió Uribe en 2004. Si quiere un tercer período le bastará reproducir la yidis política. Si quiere transmutar la policía secreta en un aparato criminal bajo sus órdenes, ya se sabe la lección con el DAS. Si decide contabilizar cadáveres de jóvenes para medir éxitos castrenses, no hay historia más espeluznante que los 6.402 falsos positivos; si desea neutralizar, clientelizar y anular los poderes de control de Procuraduría, Contraloría y Fiscalía, no tiene sino que hacer elegir a sus compinches y paniaguados, como lo hicieron Uribe y Duque; si a los ministros más técnicos se le extravían 70 mil millones o más, bastará con que digan que fue a sus espaldas; si el país se indigna y se levanta en paro cívico bastará recurrir al ESMAD y a la ley de la selva; a los militares no, porque estarán ocupados en composición amigable del narcoterrorismo, como los comandantes aquí en Nariño; si quiere medios de comunicación serviles no debe recurrir sino a sus financiadores en El Tiempo o SEMANA; si los narcos o los paras amenazan con abrir el ventilador, la enseñanza del uribismo es que hay que extraditarlos a la media noche, así queden aquí en Colombia todas las víctimas sin reparar.
Si quiere tener doble discurso, uno en el extranjero y otro acá en el interior del país, no requerirá sino asumir el trastorno siquiátrico del doctor Jekyll y el señor Hyde, como Duque, campeón del acuerdo de paz en el mundo y matarife de los derechos humanos y del DIH aquí en Colombia.
Para qué y por qué hablar de un venidero pánico económico con la elección de Petro, si con mirar las siguientes cifras ya estamos en el infierno:
Fuga de capitales: 120 mil millones de dólares en los últimos seis meses; deuda pública: 65.3% del PIB; el dólar por encima de $4.000 y al alza; 600.000 negocios cerrados, inflación y carestía más alta de la historia, el país más desigualitario… El diario The Economist que registra el Índice Big Mac sentencia que “el peso colombiano es la moneda local más envilecida del continente”.
En plena pandemia le prestaron a la extranjera Avianca 370 millones de dólares dizque para salvar el empleo de sus funcionarios, pero nada le preocupó al gobierno la suerte de más de 300.000 familias agrícolas, particularmente productoras de papa, que ahora la importamos de Bélgica y Ucrania.
Desaprobación de más del 80%, pesimismo universal, muerte de 200 defensores sociales y por ello rechifla de los eurodiputados. ¡Qué es lo que temen las Casandras de las malas noticias si el desastre lo estamos padeciendo hoy!
Así las cosas, vote bien, vote por el futuro, vote por la dignidad nacional, por la renovación, por la honestidad pública…