SE VOLCO EL ESCAPARATE ANTIOQUEÑO
A varios edificios tuvieron que desocuparlos y destruirlos y auncuando fue vox populi que esas torres se venían al suelo, por la avaricia que caracteriza desde antaño al paisa fututo para sacar mayor ventaja económica de cualquier negocio, el asunto lo fueron dejando olvidar.
Por:
Gustavo Álvarez Gardeazábal

Si miramos a la Antioquia Grande de hace diez años y la comparamos con la de hoy, parecería que por alguna razón se les volcó el escaparate.
Nueve años después del derrumbe del edificio Space que inició la mala racha, los paisas se enorgullecían de lo que tenían y con un poquito de la exageración que todavía conservan los abuelos tenían muchas cosas que mostrar y lo más importante habían profesionalizado el oficio de esconder lo feo, de no hablar de lo malo y de unirse férreamente para defender la libertad que perfuma las montañas de la tierra de mis antepasados.
De paso se libraban del canibalismo de otras regiones como la vallecaucana o de la corruptela que estandarizaron en la Costa para administrar la cosa pública. Pero se derrumbó el Space ahí no más en inmediaciones del Hotel Inter y se abrieron las puertas del infierno que con tanta saña amenazó el obispo Builes.
Comenzaron a aparecer más edificios mal construidos o enfermos, como los llamaron para no tener que hablar mal de la ingeniería antioqueña. Pero como los cajones del escaparate quedaron afuera se les fueron conociendo el tripitolio escondido.
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A varios edificios tuvieron que desocuparlos y destruirlos y auncuando fue vox populi que esas torres se venían al suelo, por la avaricia que caracteriza desde antaño al paisa fututo para sacar mayor ventaja económica de cualquier negocio, el asunto lo fueron dejando olvidar. Quizás descubrieron errores más grandes y dañinos como Hidroituango o la emberingada que entre árabes y judíos le han pegado al otrora poderoso GEA. Y todo ello sirvió para tapar y no analizar en público lo que sucedió con los edificios enfermos o destruidos.
Pero el pasado catorce de septiembre al tiempo que se conocía el fallo del Tribunal Administrativo de Antioquia condenando a la constructora Lérida de los Villegas y al municipio de Medellín, desde la alcaldía se dio la orden de derribar un edificio más, el Continental Touers, que surgía todavia como fantasma recordatorio de la crisis de hace nueve años.
El balance no puede ser más preocupante, pero como quien gobierna se defiende de las críticas mandando a vender paletas a quien lo haga, el escaparate sigue volcado y sus cajones afuera, esperando que entre todos -como antaño- hagan el esfuercito y lo levanten para acomodarlo de nuevo
Muchas gracias.
El Porce, septiembre 28 de 2022.
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