No Perdamos el Camino
IDEAS CIRCULANTES
Por:
Graciela Sánchez Narváez

No es posible distraernos y menos perder el camino que iniciamos. Nuestro país continúa en las calles pidiendo mejores condiciones de vida e igualdad para todos. El inconformismo crece en el grito de quienes protestan y también en el silencio de las personas que se quedan en casa, con la tristeza de todos los días, al evidenciar que nuestro país, poco a poco, se envuelve en un ambiente de impotencia, frente a un gobierno incapaz de interpretar el clamor de la gente y de hacer un pacto por resolver los urgentes problemas sociales y económicos, de manera oportuna y asertiva.
Y es que nada puede cambiar en nuestra nación si no hay una Reforma Política de base. Nada puede cambiar si continuamos callados frente a una cultura política basada en la corrupción y el engaño. Los gobiernos que se posesionan en sus cargos prometen responder a todas las propuestas que hace el pueblo para reclamar sus derechos y que, después de haber entregado su voto, encuentra en el elegido una estrategia basada en la indiferencia y el olvido. Y lo que es peor aún, nuestro país evidencia que quienes acompañan al gobierno, son personas que pertenecen a un equipo sin poderes, porque todo lo decide un “señor todopoderoso” un ente extraño, que se mantiene detrás de las cortinas, y corresponde al partido político al cual pertenece el gobernante de turno.
En esta misma línea, el Sistema de Justicia, que por su misma esencia debe estar signado con la pulcritud en su actuar, es una estructura donde se han cometido los actos más lamentables y vergonzosos de corrupción; me refiero a los escandalosos hechos de soborno que, en los últimos gobiernos, han enviado a la cárcel a algunos magistrados de las más altas cortes y otros tantos se mantienen en procesos que hasta el momento se encuentran en investigación.
Por su parte, el Congreso, que es la instancia donde prácticamente se toman las más serias decisiones del país, también está marcado por un acto de corrupción que, si bien no se configura como delito, es una afrenta social, porque corresponde a prerrogativas desmedidas, como los sueldos que ganan mensualmente, las comodidades onerosas o las prestaciones vitalicias que fueron consignadas por ellos mismos en la Constitución, mientras casi la mitad del pueblo al que representan, permanece según las cifras del DANE a cierre del 2020, en un índice de pobreza del 42.5%. Sabemos que la clase de pobres colombianos son quienes ganan $ 331.688 mensuales, dinero con el cual nadie podría sobrevivir, si tenemos en cuenta el costo de la canasta familiar.
Afirmo que mantener un sueldo como el que tienen los congresistas es un acto de corrupción porque, si por ella entendemos el mal uso por parte de un funcionario, de la autoridad y de los derechos que le confiaron, estos beneficios son una apropiación del dinero del pueblo, porque ser parlamentario nada tiene que ver con una profesión, es un hecho de distinción y de honor, una representación de un conglomerado que lo necesita. Su trabajo, según ellos, “está en las calles y con las comunidades”, sin embargo, hemos constatado que el interactuar de la mayor parte de ellos con las personas de nuestro pueblo, ha sido casi exclusivamente para hacer sus campañas políticas y para buscar el voto que los ha sostenido siempre.
¿Cómo podemos confiar en las instituciones? Tal parecería que nos encontramos con la misma respuesta de siempre. Nada cambia en nuestro país, porque en nada cambia el Sistema Político que lo sostiene.
Cuántos deseos de la gente se traducen en las redes en mensajes irónicos y burlescos, especialmente al Congreso pues, si vamos al fondo de ellos, es el deseo de un pueblo porque el sistema político se renueve en sus estructuras, de acuerdo con las necesidades éticas y estéticas de este tiempo.
No han valido las mociones de censura, ni las propuestas presentadas para la Consulta Anticorrupción de 2018, por la que votaron a favor 11.645.000 personas, para reorganizar el sistema. Sin embargo, no se alcanzó el 50% requerido, por lo cual, ninguna consulta de las 7 que se plantearon fue aprobada, pues no tuvo las ayudas de la maquinaria política que tiene cualquier elección gubernamental, hubo presiones en contravía, no hubo transporte ni prebendas, fue propuesta por dos mujeres y respaldada por Mockus y por muchos otros intelectuales del país. Hizo falta solo medio millón de votos para su aprobación. Se perdió nuevamente la esperanza de esta reforma completamente necesaria.
Hay entonces, un Sistema de Gobierno enrarecido, desentendido, extraño al interés histórico del país, que pierde 50 billones por corrupción, y también hay un pueblo con muchas dificultades, que vive al día, está desligado de su entorno difícil, no confía en las instituciones pero vota por ellas, se encuentra dolido pero sabe que está en las manos de esta clase de políticos; ha sido un pueblo conforme, sin esperanzas, sin un concepto claro sobre sus derechos, sin embargo, nuestros jóvenes se cansaron y se llenó la copa.
No podemos callar lo que pasó después de perder la Propuesta Anticorrupción, pues para este 2021, el sueldo de los parlamentarios aumentó de $ 32,741.000 a $34.417.000, pero cuando alguien hace notar el aumento de $1.676.000, se justifica diciendo que es cuestión constitucional.
En mi consideración, si estas personas buscaron esta honrosa representación, como se hacía en los pueblos griegos cuando se elegía al más sabio y al más virtuoso, realmente deben demostrar su honorabilidad, autoanalizando su actuar, rediseñando sus funciones y reformando esas leyes que los distancian, tanto económica como socialmente, del pueblo que los eligió, pues su primera función será servir al pueblo representándolo como sus máximos pensadores, para mejorar las condiciones de vida, como voceros para expresar sus inconformidades y como garantes de justicia social.
Hoy siento que la Colombia joven ha despertado porque no aguanta más estas desigualdades. Lástima que algunos grupos violentos se infiltren en las marchas y desvíen las verdaderas intenciones de este paro.
Es hora de recordar y acordar lo solicitado. Es hora de exigir lo prometido. Confiamos en los jóvenes de nuestro pueblo. No podemos perder el camino que iniciamos. No podemos perder el camino que iniciamos.