LA IMAGEN POÉTICA EN EL POEMA “LA TORMENTA”
IDEAS CIRCULANTES
Por:
Graciela Sánchez Narváez

Con un poema de mi autoría, titulado “La Tormenta”, quiero referirme en esta ocasión a la Imagen Poética, con la simple intención de ofrecer algunos comentarios al respecto, sobre todo a quienes inician a escribir poesía.
El término “Imagen” viene del vocablo latín “Imago–inis”, que significa figura o representación. La imagen Poética es, entonces, la representación metafórica de una cosa real externa en la conciencia de los sujetos, creando una instantánea mental que intenta reflejar belleza, magia y sutileza por medio de palabras: esto es una metáfora.
¿Hay en el mundo una palabra con más sentido que la poesía?
Ha sido la eterna pregunta que muchos estudiosos se han hecho a través de los tiempos. Parecería que su respuesta salta a la vista y lo comprendemos todo; sin embargo, la dificultad la encontramos cuando la tratamos de definir en toda su connotación y significado. Muchas veces no encontramos los recursos para ello. No tenemos más remedio que pensar en quien es el sujeto que hace poesía, o sea en el poeta, que es alguien que se piensa y piensa la realidad de su entorno, con tal sensibilidad que se obliga a representarla para hacerla, primero más bella, y luego para poder capturarla, transformándola en eso que se ha llamado una instantánea mental.
La poesía tiene su punto de existencia entre la imagen real externa y la subjetividad desolada, en ese punto en el que autor se da cuenta que su conciencia es superior a las cosas y que, en gran parte, es esclavo de ellas y sabe que solo nombrándolas las hace suyas y a veces las domina, pero si las nombra con el término de todos se vuelven un objeto inerte y común; por el contrario, si las representa con el milagro y juego de palabras y sentidos como solo él quiere y puede nominarlas, las hace suyas, totalmente es superior su mundo interior. De esa manera, el poeta, el artista, el creador, se funde en sus obras y, por eso, termina existiendo en ellas; sólo así perdura su memoria en el tiempo, aún después de su ausencia definitiva.
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En la naturaleza hay cosas, pero la imagen es propia del hombre; debido a la conciencia que él tiene de ella, es abstracta, informe y borrosa. El espíritu del poeta es una verdadera fábrica de imágenes que las aprehende en aquello en que es capaz de convertirlas. Él, nos presenta las cosas de manera que, sin él, no podríamos percibir. Así, pasamos de la expresión a la percepción y luego a la manifestación del efecto producido en nosotros, todo se transforma y es así como podemos definir el acto poético. Las imágenes son adaptadas al dominio interno, las cosas siguen siendo extrañas dentro de ese movimiento, las vinculamos más hacia nosotros. El poeta es un transformador de potencias; la poesía es lo real humanizado; el poeta sustituye lo real verdadero en lo real imaginario y lo transmuta en valor emotivo,
Esto es lo que constituye la poesía propiamente dicha. Sin este poder, el hombre seguiría siendo esclavo de la realidad. La poesía es el medio más eficaz y alto de liberación para llevar a cabo su fabuloso destino.
En el poema de mi autoría, titulado “Tormenta”, encontramos cómo tratamos, por medio de la poesía, de apropiarnos de la imagen para representarla con un sinnúmero de instantáneas mentales, de sentidos que representan lo que es una Tormenta; es así, como autora, me he apropiado y capturado la imagen de este fenómeno natural, para mostrarlo como yo quiero que sea para ustedes, mis lectores. Sin embargo, son ustedes los que la recrearán con la libertad que tienen los lectores.
Los dejo con este poema, para que jueguen a encontrar esas instantáneas mentales representadas en el verso.
TORMENTA
Tormenta
con máscara de diosa poderosa
cae oscura y tenebrosa
volviendo ineficaces todos los momentos.
Memorias incendiadas, borrados recuerdos,
se esconden en su cara de presente furtivo.
Amenaza la pradera,
convulsiona en sus lamentos;
un instante basta
para vestir al cielo con riguroso luto,
anuncia con su sonoro cuerno
la novedad
de su presencia nefasta y omnipotente
se estrella estruendosa
convirtiendo el agua en lodo espeso,
revienta granos y senderos.
el templo de la aldea
suda miedo y tiembla su desvelo,
el viento ruge
rompiendo la gran puerta,
arranca con sus garras los cuadros viejos
y deshoja en el altar las margaritas,
despierta con sonajeros sus cadenas,
hace volar
los golpes de pecho en los rincones,
arañas olvidadas, súplicas,
oraciones y adormecidos llantos
enmohecidos por el tiempo.
Tormenta iracunda,
¿Contra quién lanzas improperios?
¿Te duele el mundo, destruido con violencia,
o la falsa imagen de quien saquea sus riquezas?
Sólo son niños sin sonrisa,
son madres solas buscando la comida,
es sencillamente esta fugaz existencia
la que la hace arrepentirse de su culpa.
Sella así la impronta de su queja.