Por:
Elsy Melo Maya

Se han conocido importantes anuncios, en relación con los Proyectos de Ley para la reforma laboral y pensional, mediante los cuales se pretende, según se ha dicho, reivindicar los derechos de la clase trabajadora en Colombia, despertándose así tantas voces de beneplácito y aceptación, como manifestaciones sobre todo de preocupación, por parte de los empresarios.
Y la discusión no se centra en establecer si son justos o no los reconocimientos planteados. Siempre será de buen recibo la búsqueda de mejores condiciones de trabajo para que las familias logren igualmente un mayor bienestar integral. Pero el problema va más allá, porque no se trata de beneficiar a un sector perjudicando a otro, sino de lograr el mejor equilibrio. Los empresarios manifiestan, que por cada cien pesos producidos, 38 se deben pagar en impuestos directos y entre 8 y 12 pesos adicionales, deben igualmente cancelar entre tantos impuestos ocultos que los diferentes gobiernos le han sumado a las empresas, por lo que sin duda se afirma que en este país la formalización de un pequeño o mediano empresario, es un honor que cuesta demasiado, tanto que se corre el riesgo de ser inviable en sus emprendimientos. Lo anterior, sumado a la inflación actual y la proyectada, razón por la cual exigen mucha racionalidad en las políticas que se pretendan implementar.
Pero entre tantas propuestas expuestas por la señora ministra del Trabajo el pasado miércoles, la que llamó poderosamente la atención en cuanto a la reforma pensional, fue la relacionada con la evaluación que se adelanta para lograr pagarle a cada mujer, hasta un año de ahorro pensional por cada hijo que tenga, con un límite de 3 hijos. Esto sí sería histórico: por primera vez se habla de un reconocimiento concreto a la importancia y las implicaciones de toda índole, que en la vida de la mujer tiene la crianza de un hijo y con mayor afectación cuando se es madre cabeza de familia, porque la maternidad además de ser la razón por la que salen temporalmente del mercado laboral, también implica un menor tiempo para cotizar en el sistema, por supuesto con menores ingresos, según la brecha salarial que entre hombres y mujeres se presenta en Colombia y que la certifica el DANE. Además, no podemos olvidar que lastimosamente la maternidad, es una de las razones prioritarias de discriminación laboral contra la mujer, toda vez que se prefiere a un hombre para no tener que asumir los costos de la licencia de maternidad, agravándose aún más su situación económica frente a una situación que merece toda la protección del estado.
Aunque la propuesta está en análisis de Hacienda y Planeación, la expectativa es muy grande, pues ello implicaría un reconocimiento real a una labor que, aunque llena de amor y satisfacciones, implica dedicación, compromiso y tiempo sin límite, si de verdad queremos contribuir con seres humanos buenos y útiles a una sociedad que cada día pareciera perder la batalla frente a los valores que identifican a una verdadera familia.