DE LA BUSQUEDA AL “ESCLARECIMIENTO DE LA VERDAD -DE AYER A HOY-
Transcurridos tantos y tantos años del más desgarrador infortunio que hemos padecido; y así se diga o se escriba cuánto se crea conducente, “el dolor de la historia no se puede reponer y los vacíos son imposibles de llenar”
Por:
Vicente Pérez Silva

A lo largo de la apasionante y provechosa lectura del libro El Infinito en un Junco de Irene Vallejo, debo manifestar que, una de las reminiscencias históricas que me llamó mucho la atención, fue la relacionada con la verdad histórica. Tema contenido en el capítulo que tiene por título, tan sugestivo como sugerente, Es el otro quien me cuenta la historia. Concretamente, la vivacidad de un relato que tiene que ver con la obra Historias de Heródoto de Halicarnaso; aquel “viajero infatigable” que según lo expresa Jaques Lacariere:
Heródoto se esforzó por derribar los prejuicios de sus compatriotas griegos, enseñándoles que la línea divisoria entre la barbarie y la civilización nunca es una frontera geográfica entre diferentes países, sino una frontera moral dentro de cada pueblo; es más, dentro de cada individuo.
Muy conveniente y oportuno, entonces, hacer la transcripción de la parte pertinente sobre un tópico de tanta importancia y trascendencia:
Heródoto dice que escuchó a gentes cultas de Persia las explicaciones que acaba de ofrecer sobre la génesis del conflicto. Los fenicios, en cambio, cuentan otra historia, “y no me meteré yo a decidir entre ellos, inquiriendo si la cosa pasó de este o de otro modo”. Tras años de viajes y conversaciones, Heródoto comprobó que los testigos a los que interrogaba le facilitaban relatos contradictorios sobre los mismos acontecimientos, olvidaban muchas veces lo sucedido y en cambio recordaban sucesos que sólo ocurrieron en el universo paralelo de sus deseos. Así descubrió que la verdad es huidiza, que es casi imposible desentrañar el pasado tal y como sucedió porque sólo disponemos de versiones diferentes, interesadas, contradictorias e incompletas de los hechos. En las historias abundan frases como: “que yo sepa”, “según creo”, “de acuerdo con lo que averigüe por boca de…”, “no sé si es verdad; sólo escribo lo que se dice”. Milenios antes del multiperspectivismo contemporáneo, el primer historiador griego comprendió que la memoria es frágil, evanescente, y que cuando alguien evoca su pasado deforma a la realidad para justificarse o encontrar alivio. Por eso, como en Ciudadano Kane, como en Rashonon, nunca llegamos a conocer la verdad más profunda, sino sólo sus atisbos, sus variantes, sus versiones, su alargada sombra, sus infinitas interpretaciones.
Como queda dicho, hemos creído muy conveniente y oportuna esta recordación, ahora, cuando en cumplimiento de un mandato legal y al cabo de varios años de trámite, la “Comisión para el esclarecimiento de la verdad” acaba de presentar un extenso informe que comprende la recepción y el análisis de centenares de testimonios, sobre un “conflicto armado” de más de media centuria de años; informe que, desde luego ha suscitado opiniones controvertidas y controvertibles.
Su finalidad, está escrito, además del expreso “esclarecimiento de la verdad… el papel de la comisión de la verdad es presentar recomendaciones para evitar que un conflicto similar vuelva a ocurrir”. Infortunadamente, al igual que los conflictos armados que aún se prolongan.
Ante un tema de semejante envergadura, de tanta extensión e intensidad, así se haya intentado apenas el “esclarecimiento de la verdad”, jamás el hallazgo de la verdad última, nada más deseado que percatarnos de la realidad, neta y escueta, de lo acontecido; que para nuestro escarmiento, no es cuestión de una leyenda, sino de un adverso acontecer de nunca acabar.
Qué contraproducente la historia deformada con sesgos ideológicos; y lo que es todavía peor, con brotes de parcialidad o fanatismo; apartándose así del más estricto acercamiento a la realidad de los hechos.
Aunque ya surgen las más diversas y encontradas opiniones y consideraciones, es preciso que tengamos muy en cuenta esta atinada conclusión de nuestra prolífica historiadora acerca de la “la invención de los libros en la antigüedad”:
“Cuanto más sensata y perspicaz sea nuestra comprensión histórica, más seremos capaces de proteger aquello que valoramos”.
Todo lo anterior, sin que, en modo alguno, olvidemos o menospreciemos la otra cara de la verdad, la mentira. Aunque sobre una y otra es mucho lo que se ha dicho y escrito a lo largo de los tiempos, nos basta con recordar esta reflexión del prolífico escritor José María Samper, acerca de los Modos de Mentir:
Hay tres modos usuales de mentir: faltando en absoluto a la verdad con la afirmación de lo falso; diciendo una verdad, y ocultando o alterando otra, sin cuyo cumplimiento es falso lo primero; cuando es necesario protestar contra una mentira o falsa afirmación ajena. El primero de estos modos de mentir es cínico; el segundo pérfido; el tercero hipócrita.
Transcurridos tantos y tantos años del más desgarrador infortunio que hemos padecido; y así se diga o se escriba cuánto se crea conducente, “el dolor de la historia no se puede reponer y los vacíos son imposibles de llenar”.
Panama, 15 de noviembre de 2022
